Intenté recordar los casos de todas aquellas personas que han sufrido de forma directa o indirecta los estragos de tanta violencia, de tanto crimen, de una guerra que parece no terminar en México. Entre millones de casos recordé el de Don Nepomuceno Moreno, un caso que me desagarró el corazón.
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don napo

Teclee punto final en mi colaboración de este mes para el blog y sentí que algo faltaba. El tema que planteaba es el mismo que ahora abordo, la publicación de la Ley General de Víctimas en México, pero decidí borrar todo lo que había escrito hasta ese momento. Creo que no es sino hasta que intentamos ponernos en los zapatos de aquellos a quienes se dirige esta Ley, que no podemos siquiera empezar a comprender la relevancia y trascendencia que tiene la publicación y existencia de un instrumento dirigido a la protección de víctimas en un país como México.

Así que, con papel y mente en blanco, volví a empezar desde cero. Intenté recordar los casos de todas aquellas personas que han sufrido de forma directa o indirecta los estragos de tanta violencia, de tanto crimen, de una guerra que parece no terminar. Entre millones de casos recordé el de Don Nepomuceno Moreno, un caso que me desagarró el corazón.

Para quienes no lo conocen, Don Nepo, originario de Sonora, fue, entre muchas otras cosas, activista y miembro activo del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. La decisión de unirse al movimiento se debió a que el 1o de julio de 2010, su hijo Jorge Mario desapareció. Él viajaba junto con tres amigos desde Hermosillo a Ciudad Obregón y según lo relataba Don Nepo, antes de llegar a su hotel fueron interceptados por policías estatales con armas de grueso calibre. Los jóvenes se vieron obligados a salir huyendo, pues los uniformados abrieron fuego contra ellos. Mientras Jorge Mario se escondía de la policía en una tienda de conveniencia logró comunicarse con su papá; lo último que Don Nepo escuchó aquél día por parte de su hijo fue "ahí vienen por mí". Al día de hoy se desconoce el paradero de Jorge Mario.

Desde ese triste 1o de julio, Don Nepo se dedicó a buscar a su hijo, a enfrentar a las autoridades, a buscar respuestas, a exigir justicia. Incluso asistió junto con muchas otras víctimas y familiares integrantes del Movimiento por la Paz al encuentro "Diálogos por la Paz" que se llevó a cabo en junio de 2011 en el Castillo de Chapultepec con el ex presidente Felipe Calderón. En este encuentro, Don Nepo se acercó al entonces presidente y le pidió seguridad para él y su familia pues estaban recibiendo amenazas por parte de policías estatales.

Esta petición fue hecha en vano: el 28 de noviembre de 2011 se encontró el cuerpo de Don Nepo, de 56 años, sin vida. Murió asesinado a causa de siete impactos de arma de fuego.

¿Cómo entender esto? ¿A quién responsabilizar? ¿Cómo consolar a la familia de Don Nepo y a tantas, tantísimas a quienes arrebatan lo más preciado de sus vidas? Lo más frustrante y desgarrador de todo esto es que el caso de Don Nepo es uno entre miles, y las víctimas de estas historias han perdido fe en las autoridades por falta absoluta de justicia y respuestas.

No cabe duda que es el propio Estado mexicano el principal obligado a asumir todas las acciones necesarias para la restauración de los saldos sociales y humanitarios, y ello implica cambios urgentes en la estrategia de seguridad nacional, así como en la implementación de políticas públicas de reparación integral para víctimas; tanto de violaciones de derechos humanos como de otros delitos.

Es en este contexto, desde el seno del Movimiento por la Paz, que surge el proyecto de creación de una Ley General de Víctimas. Creo ocioso hablar sobre el largo camino que se tuvo que recorrer para finalmente llegar a la publicación de la Ley; basta con recordar que pasó por aprobaciones, vetos, la promoción de una controversia constitucional y la presentación de nuevos proyectos de Ley. Amén de todos los obstáculos, lo que es verdaderamente importante es saber que ayer fue publicada la Ley (que consta de 189 artículos y entrara en vigor dentro de 30 días). A pesar de que es perfectible, creo que la mayoría de las víctimas y sus familiares pueden empezar a ver un pequeño rayo de esperanza por cuanto hace a la búsqueda de reparación y justicia.

Tengo claro que la publicación de la Ley General de Víctimas es un primer gran paso, pero no olvidemos que todavía hay mucho por hacer. El nuevo gobierno está obligado a actuar y a dar respuestas. Las investigaciones tienen que derivar en resultados y en encontrar responsables. Las víctimas y sus familiares tienen que obtener respuestas y algún medio de reparación ante tanto sufrimiento e injusticia.

Como ciudadanos tenemos la tarea de estar atentos a la entrada en vigor de esta tan anhelada ley y estar vigilantes a su implementación y cumplimiento. Pero sobre todo, habrá que recordar todos los días que esta ley existe gracias a personas como Don Nepo, cuya muerte NO PUEDE NI DEBE quedar impune.

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