La sombra del fraude

Como millones de mexicanos que viven fuera de su país, este 1 de julio me tocará observar desde lejos las elecciones presidenciales con la decepción de no haber podido participar debido a la falta de credencial para votar.
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Como millones de mexicanos que viven fuera de su país, este 1 de julio me tocará observar desde lejos las elecciones presidenciales con la decepción de no haber podido participar debido a la falta de credencial para votar.

Pero mis preocupaciones e inquietudes van más allá de esa queja personal. Por más que trato de ser optimista y pensar que el proceso electoral transcurrirá en paz y que el 2 de julio México despertará sin mayores sobresaltos con un nuevo presidente que será aceptado por todos, es imposible que haga caso omiso de los nubarrones que oscurecen el horizonte.

Conforme se acerca la ansiada fecha, se caldean los ánimos políticos y la crispación. El fantasma del posible fraude electoral vuelve a recorrer el país y nos lleva a recordar la crisis que estalló en 2006, cuando López Obrador y millones de sus seguidores se negaron a aceptar el triunfo de Calderón.

Hoy, nuevamente, muchos anticipan que habrá fraude. Y no se trata solo de temores expresados por los perredistas. Varios académicos y científicos como Jorge Alberto López Gallardo, físico y catedrático de la Universidad de Texas, aseguran, con base en cálculos matemáticos, que en 2006 se manipularon las cifras de los resultados preliminares de la votación y que ahora podría ocurrir lo mismo. La razón principal, dice, es que se utilizará el mismo software que hace seis años, desarrollado por la empresa de Hildebrando Zavala, hermano de la esposa del presidente Calderón.

Por lo que se refiere a las encuestas, éstas son también motivo de amplia división. Basado en lo que la mayoría de ellas señala, muchos creen que el triunfo de Peña Nieto es inexorable, pero otros muchos las cuestionan, entre ellos expertos como María Marván, ex presidenta del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI). En su opinión, casi todas estas encuestas son en realidad instrumentos de herramienta política. De otro modo, dice, no es creíble que mientras algunos sondeos dan 20 puntos de ventaja al candidato, otros sólo le dan cuatro.

Lo más preocupante de este panorama, sin embargo, es que el IFE, que supuestamente debe ser el árbitro electoral, ha perdido la credibilidad y el prestigio con el que nació. Las críticas provienen de todos lados. El PRI lo acusa de haber permitido la guerra sucia en su contra, el PAN de permitir la compra de votos y el PRD de derrochar dinero y de inequidad. En suma, que nadie cree que esta institución pueda garantizar un proceso electoral justo y transparente.

En medio de este caos está la amenaza constante de la violencia propiciada por el crimen organizado y una ciudadanía agobiada por la falta de respuesta del gobierno actual y de propuestas concretas de los candidatos. Muchos preferirán por eso anular su voto.

Lo único que cabe esperar y desear es que, al menos, el día de la elección ciudadanos, funcionarios y partidos respeten la voluntad de la mayoría. Eso será ya una gran ganancia.

Imágenes de las campañas:

Campañas presidenciales en México

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