'I left my heart in San Francisco' (FOTOS)

Es el título de una canción pero al pisar esta ciudad de California y empezar a recorrerla, esta frase trillada, cursi y para muchos exagerada, se convierte en una realidad inmediata; no conozco a nadie que haya ido a San Francisco y que no haya regresado con el corazón dividido después de dejarlo.
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Es el título de una canción pero al pisar esta ciudad de California y empezar a recorrerla, esta frase trillada, cursi y para muchos exagerada, se convierte en una realidad inmediata; no conozco a nadie que haya ido a San Francisco y que no haya regresado con el corazón dividido después de dejarlo.

El Golden Gate, sus calles empinadas y altas, sus tranvías eléctricos y la prisión de Alcatraz son símbolos clave de la ciudad pero, sin temor a equivocarme, lo que realmente vale la pena al visitarla es recorrer sus barrios y caminar sin rumbo, cada uno de sus rincones tiene una sorpresa guardada y si no es así, desmiéntanme.

Ciudad de contrastes, por un lado es posible ver gente espectacular, vistiendo de una forma impecable con ropa que marcará tendencia y que probablemente veremos después en otros puntos del mundo y por el otro, es una de las urbes con el mayor porcentaje de homeless en Estados Unidos y, sin afán de hacer escarnio de ellos o una crítica social, son capaces de manejar con un humor peculiar su situación, por ejemplo, durante el recorrido que realicé por esta ciudad días antes de las elecciones presidenciales, me topé con uno de ellos que pedía monedas acompañado de un letrero escrito en un cartón que decía: "por favor ayúdame o votaré por Mitt Romney".

En esta visita sólo tuve un día para disfrutarla y, aunque había mucho que ver, decidí que la mejor opción era olvidarme de museos e interiores y dedicarlo únicamente a sus calles. Así, empecé un recorrido que al final se convirtió en un viaje en el tiempo pues éste comenzó en Haight-Ashbury, barrio en el que nació el movimiento hippie y en el que me topé frente a frente con personajes que parecía que estaban atrapados en los 70s y que al parecer no tienen ninguna intención de abandonar esta época.

Después mis pasos me llevaron a Castro, mejor conocido como el barrio gay, zona llena de tiendas temáticas fuera de lo común, por ejemplo, nunca pensé que encontraría un local dedicado a "Candy Candy"... sí, la heroína de la caricatura japonesa de las enormes coletas rubias que nos hizo llorar a todas las generaciones ochenteras... Contrario a este tipo de lugares, también ahí me topé con tiendas impresionantes llenas de ropa y accesorios que en el momento parecían descabelladas pero que seguramente marcarán tendencia en todo el mundo.

Sin saber cómo, estaba en Union Square, área comercial de la ciudad que en algunos parpadeos me hizo teletransportarme a imponentes ciudades como Nueva York, aquí es donde los rascacielos aparecen y la gente cambia, todo el ambiente hippie, desenfadado o cool se convierte en corporativo y elegante, podría pensarse que se trata de un lugar completamente distinto.

Al llegar a la zona de embarcadero y teniendo como escenario el Océano Pacífico, me rendí, las piernas ya no me daban (tengo la tonta manía de no usar zapatos bajos aunque esté de viaje) por lo que opté por subirme a un bici taxi. Éste me dio un paseo por el Golden Gate y me hizo una observación interesante... se detuvo justo a la mitad de éste para enseñarme un teléfono de emergencia colocado debajo de un letrero que decía: "Hay esperanza, haga una llamada. Las consecuencias de brincar desde este puente son fatales y trágicas"... imagen impactante que hace que el sentido de este lugar cambie de manera radical, pues este símbolo de la ciudad es el punto ideal para que sus habitantes desilusionados, terminen con su vida, sin duda, esto es un mensaje impactante.

Después de esa parada el paseo se convirtió en algo más amable, rodeamos el inmenso arco y flecha que hace alusión a la canción "I left my heart in San Francisco" de Tony Bennett y terminó en Fisherman's Wharf, en donde en un puesto callejero probé el mejor clam chowder que he comido en mi vida y después de esa sobredosis de calorías, volví a mi hotel caminando y pensando que dejaba muchas cosas pendientes para una próxima visita, ya que, en definitiva, San Francisco es una ciudad a la que quiero volver, pues creo que en cada visita tiene un rostro distinto y una nueva forma de enamorar a quien la elige como destino.

Un recorrido por San Francisco

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