Mucho más que fútbol

En cuanto los himnos de cada equipo terminaron, unos aficionados desplegaron una enorme "Señera", nombre con el que se conoce a la bandera de Cataluña, y así, una parte del estadio dejó claro que para ellos no se trataba de un partido en el que se enfrentaban dos equipos españoles y éste fue sólo un primer gesto.
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Viajar a Barcelona siempre es una experiencia, es un destino con una oferta tan grande que es capaz de satisfacer a todo tipo de viajeros.

Aquí todos caben, los más cultos, sibaritas, mochileros o fiesteros empedernidos, y, actualmente, la ciudad de Gaudí es la sede de una joya moderna de la que todos en su momento hemos hablado, admirado y algunos odiado, ésta es, por supuesto, el Futbol Club Barcelona.

En cuanto supe que estaría en Barcelona una semana, mi primera reacción fue la de averiguar si habría acción en el Camp Nou, estadio sede de este equipo que ha hecho historia, y, no me malinterpreten, yo no soy aficionada al Barça, incluso, confesaré algo que quizá hará que muchos ya no quieran seguir leyendo, pero desde que tengo uso de razón, el equipo al que he apoyado (sin ningún motivo específico) es al Real Madrid.

En cuanto vi desplegado que en efecto, en esos días el Camp Nou recibiría justamente al equipo merengue en este estadio de categoría elite para disputar un partido de la "Copa del Rey", vi cómo mi sueño futbolero se me presentaba cada vez más accesible, el "derby español" sería justo en los días en los que yo, por motivos muy distintos a vacaciones, estaría en Barcelona, así que desde ese instante empezó la travesía para logar estar ahí.

Artículo de lujo

La primera reacción aún estando en México fue la de ver en la página oficial el precio de los boletos, el primer pensamiento fue: "imposible, no puedo sumar al presupuesto de mantenerme una semana en Barcelona 200 euros por boleto por un lugar malo"... así que en ese instante la idea quedó en pausa con la intención de retomarla estando allá.

Llegamos a la ciudad un viernes, el partido era el martes, un grupo de latinoamericanos fuimos a cubrir un evento de tecnología móvil pero entre nosotros únicamente se hablaba de qué haríamos para poder ir al partido, de precios que cada vez sonaban más lejos de la realidad y finalmente resignados planeamos en qué bar valdría la pena juntarnos para verlo, pero, es un hecho que estar en Barcelona y no ver este partido desde el estadio suena a una oportunidad desperdiciada, así que yo no me quitaba de la cabeza que siempre, en el último minuto, algo extraordinario pasa y decidí quedarme con esa idea.

Finalmente, apelando a una técnica que nunca me ha fallado para conciertos mexicanos, esperé hasta el último día para ver si por arte de magia se liberaban boletos y así encontrar un hueco que no implicara el presupuesto total de mi viaje y, en esta ocasión, el milagro llegó de la mano del "mal clima", pues algunos socios del Barça decidieron que no irían al partido a las 22:00 horas a soportar una de las noches más frías del mes y decidieron soltar sus boletos a un amigable precio de 80 euros.

El peor lugar del estadio

Con plena conciencia de que por el precio (incluso más bajo que lo que aparecía en la página oficial en los primeros días), nuestro lugar nos garantizaría que incluso desde México lo hubiéramos visto más cerca, ocupamos tres asientos ubicados en el extremo más lejano del estadio, y, particularmente, yo estaba ubicada en el lado equivocado pues aunque sabía que al ser el partido en el Camp Nou, un monstruo impresionante de una capacidad de casi 100 mil personas, justo estaba en medio de la porra del Barça.

El ambiente en el estadio es muy distinto, por ningún motivo se puede consumir alcohol y el frío hace que lo más apetecible sea comprar un hot dog inmenso con una bolsa de papas fritas y un refresco. A pesar de la hora, una gran cantidad de niños se ubican en las gradas acompañados de sus padres, quienes son capaces de que si ven que un turista quiere fotografiar lo que ocurre con los aficionados, de amenazar con denunciar al dueño de la cámara pues el miedo a la trata de blancas en redes sociales es un tema recurrente y un lugar como éste, al parecer hace que todos estén alerta, así que, un consejo, tanto en un partido como en la calle, si ven que un niño aparece en la toma, desvíen el objetivo hacia otro punto para evitar un problema grave.

No todo gira alrededor del balón

Algunos asistentes al juego, muchos de ellos seguro acostumbrados a ver el mejor futbol del mundo cada semana, al parecer prefieren resolver heridas históricas en sus gradas, disfrazadas de rivalidad futbolera.

En cuanto los himnos de cada equipo terminaron, unos aficionados desplegaron una enorme "Señera", nombre con el que se conoce a la bandera de Cataluña, y así, una parte del estadio dejó claro que para ellos no se trataba de un partido en el que se enfrentaban dos equipos españoles y éste fue sólo un primer gesto.

Cada vez que un partido Real Madrid vs. Barça ocurre en territorio catalán, en el minuto 17 con catorce segundos, se escucha un grito en el estadio de apoyo a la independencia de esta región, esto, aludiendo a la invasión de Felipe V en 1714 y en esta ocasión no fue la excepción, parecía que todos los presentes miraban fijamente el reloj de la pantalla para atinar justo a este momento y así a modo de catarsis gritar con todas sus fuerzas para liberar una impotencia que ha crecido con el paso de los años.

El primer golpe llegó, el Real Madrid a los pocos minutos anotó el primer gol, enojando a su anfitrión y en ese momento, aunque muy pocos, los valientes aficionados al equipo de la capital de española empezaron a interpretar el coro de "Qué viva España", tema hecho famoso por el músico Manolo Escobar y que era una afrenta directa a los hostiles locales, quienes en tono de burla contestaban a sus invitados haciendo mofa de elementos culturales que por años han distinguido a la madre patria y que poco a poco han sido eliminados en Cataluña, por ejemplo, las corridas de toros.

Así, señores de edad avanzada gritaban en catalán consignas como "Sí, sí, España, anda, y los toritos y todas esas salvajadas", dando a entender que sus oponentes eran prácticamente unos salvajes.

El resultado final, 3 goles del Real Madrid contra uno del Barça, éstos en el marco de gritos como "este portugués, un hijo de ... es" dedicado a Cristiano Ronaldo o un contundente "Asesino" dirigido a Pepe, contrario a la ovación que Messi y Puyol generaban cada vez que se acercaba al balón.

Final agridulce

Nunca había sentido miedo de festejar un gol, y aquí me tocó callarme tres, pero estoy convencida de que fue la mejor decisión pues como cuento, esto no se trataba únicamente de futbol.

El estadio se vació de una forma tan ordenada que, acostumbrada al caos que se vive en eventos masivos en México, me pareció impresionante. Todos, como si nos hubieran pedido que hiciéramos una perfecta fila, caminamos hacia la estación del metro, los merengues intentaban esconder una sonrisa orgullosa mientras que los locales, en los vagones enrollaron sus banderas y cabizbajos se iban despidiendo en sus respectivas estaciones.

Para mí fue una experiencia irrepetible, el mejor futbol del mundo se enfrentó en una cancha, rencillas políticas, sociales o simplemente el odio al equipo rival se reflejó durante 90 minutos entre los que, a pesar de estar entre casi cien mil personas, en momentos se percibía un silencio total como signo de respeto ante jugadores que en este momento ya forman parte de la historia.

Mucho más que fútbol

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