Pequeños grandes regalos

Al día de hoy no he encontrado un Ferrari con moño en la puerta de mi casa como obsequio, pero sí he recibido otros regalos que me han permitido llegar o conectarme con cosas grandiosas. Todos fueron regalos pequeños, e incluso involuntarios pero increíblemente valiosos.
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Al día de hoy no he encontrado un Ferrari con moño en la puerta de mi casa como obsequio, pero sí he recibido otros regalos que me han permitido llegar o conectarme con cosas grandiosas.

Todos fueron regalos pequeños, e incluso involuntarios pero increíblemente valiosos.

Uno llegó envuelto en la voz profunda y educada de un novio.

Hasta ese momento, creía que la poesía era algo rebuscado y que para disfrutarla había que hacer un gran análisis de métrica y rima o soportar la declamación acartonada.

Pero esa tarde de lluvia, a través del teléfono, escuché...

Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

... del poema "Te quiero" de Mario Benedetti, y quedé, literalmente derretida en el piso.

Con el tiempo, el novio se fue, pero me dejó el regalo de la poesía. A partir de ese momento, se despertó mi curiosidad y disposición para explorar un género literario que enriquece mis disfrutes.

Otros regalos llegan de personas inesperadas y en momentos improbables.

Durante un breve periodo trabajé con un caballero con el que, por decir lo menos, había incompatibilidad de caracteres y diferencias irreconciliables.

Para colmo de males, tuvimos que hacer juntos un viaje por carretera cuando ya preferíamos mantenernos en silencio, antes que intentar tener una charla cordial.

Él era un gran melómano y puso el CD de la ópera "Los puritanos" de Vicenzo Bellini.

Durante casi tres horas, agradecí el enorme regalo de la bellísma música y su silencio para disfrutarla.

Recibí la puerta de entrada a un placer nuevo y entrañable.

Otros regalos, trascienden la intención con la que te los dieron.

Hace algunos cumpleaños, mi amiga Margarita me regaló el libro "Los jardines secretos de Mogador" de Alberto Ruy Sánchez.

Cuando lo leí, mi mente y mi corazón se llenaron de imágenes y sensaciones alucinantes del viaje que el amante de Jassiba recorre.

Años después, viajé a Granada y sentí un déjà vu. Yo ya estuve en un lugar tan hermoso, misterioso y sensual como este que albergan las construcciones árabes. Claro, es que yo ya estuve en Mogador (actual ciudad de Essaouira, Marruecos) a través de las páginas del libro.

Sin saberlo, mi amiga me regaló las imágenes a las que voy cuando quiero pensar en un lugar donde soy muy feliz. También me hizo disfrutar doblemente ese primer viaje al encuentro árabe.

¿Qué regalos has recibido tú? ¿Qué aprendizajes y hallazgos entrañables traían con ellos? ¿Qué te gustaría regalarle a alguien que amas? ¿Y a algún desconocido?

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