Un problema vital sin la atención debida

Un problema vital sin la atención debida
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People enter the Chapultepec Park in Mexico City, Sunday, Nov. 18, 2012. Chapultepec is a park divided between shady stretches of forest and more-developed plazas, fountains and sculpture gardens. On weekends, the northern end is crammed with vendors, entertainers and families out for the day. (AP Photo/Marco Ugarte)
People enter the Chapultepec Park in Mexico City, Sunday, Nov. 18, 2012. Chapultepec is a park divided between shady stretches of forest and more-developed plazas, fountains and sculpture gardens. On weekends, the northern end is crammed with vendors, entertainers and families out for the day. (AP Photo/Marco Ugarte)

pobreza en méxico

En realidad todo es bello en este mundo,

Todo, excepto lo que pensamos y hacemos

Olvidando los supremos propósitos de la existencia

Y nuestra dignidad humana"

ANTÓN CHÉJOV

"Estamos rodeados por la eternidad y unidos por el amor.

Este es el único centro del cual todas las especies surgen

Como los rayos del sol, y al cual todas las especies retornan."

GIORDANO BRUNO

Ciudad de México - En la época actual, tanto en los países altamente desarrollados como en los de desarrollo medio, en un proceso constante e irreversible, disminuyen los nacimientos y la gente vive cada vez más años. Las últimas estadistas mundiales informan que la población promedio de personas mayores de 60 años es ya del 13% y el pronóstico es que antes del 2030, será más del doble, lo cual significa más de uno de cada cuatro habitantes del mundo, unos mil ochocientos millones...

Y diariamente comprobamos con dolor que en todos los estratos sociales, las personas mayores --aún quienes gozan de apoyo familiar y de circunstancias económicas favorables, condiciones cada vez más difíciles y casi imposibles en el futuro cercano para la gran mayoría-- viven por lo general una vida limitada, sin mayor utilidad para nadie. De mantenerse esas condiciones, en medio de cada vez mayores adelantos tecnológicos, el cercano futuro en que viviremos todos irremediablemente, será --¡Oh, paradoja!-- paupérrimo, mejor dicho, verdaderamente miserable en lo esencial.

En efecto, aun admitiendo sin conceder como dicen los abogados, que la parte joven de la sociedad tenga la capacidad de solventar todas sus necesidades, entre otras causas por la creciente adicción al consumo que priva sobre todo en los jóvenes, y proveer al mismo tiempo del sustento y de los monumentales servicios médicos, sicológicos y hospitalarios, que demandaremos los viejos, seguramente ya sin pensiones o con pensiones tan o más miserables que las actuales. En estas muy próximas y desafortunadas circunstancias, ¿podremos los seres humanos vivir contentos y satisfechos, podremos disfrutar de la vida y ser felices, rodeados de una gran cantidad de personas desgraciadas, independientemente de si con ellos existan o no afectos y lealtades familiares? Seguramente que no.

Al respecto, independientemente de la improbable factibilidad económica de esta situación, conviene tener presente aquello que en su ceguera olvidan los egoístas alienados por la injusta"sociedad de consumo": los seres humanos, estaremos siempre imposibilitados para vivir contentos y satisfechos, rodeados de personas viviendo bajo el límite de sus posibilidades. Esto es consustancial a nuestra verdadera naturaleza, fundamentalmente humanista y solidaria.

Lo anterior no debe de continuar siendo así. Todo lo contrario, debemos superarlo, pues fatalmente, de no lograrse este cambio, el urgente y necesario progreso que este problema demanda, las empobrecidas vidas de las personas mayores, obligadamente seguirán siendo el único modelo, el fiel espejo de cómo seremos y viviremos, "normalmente", quienes alcancemos esas edades. Y, en un contexto más amplio, el progreso espiritual y el amplio o restringido bienestar a obtener por toda la sociedad ---jóvenes y viejos-- en el futuro cercano, dependen de lograr o no este avance.

Ante esta situación, es urgente y necesario cambiar las creencias y paradigmas --y, claro, los comportamientos-- con relación a las posibilidades reales y necesarias, a la calidad de vida merecida y a la importancia del papel adecuado y conveniente de las personas mayores, cuyo saber y experiencia hoy se desperdicia mayoritariamente. Es, pues, enfatizamos, necesario y urgente, aprender a considerar a las personas mayores, desde una perspectiva racional y científica, SÍ; pero sobre todo, con los principios y valores de una ética humanista, solidaria y empática --en consonancia con el esencial sentido de pertenencia y solidaridad, partes primordiales de la verdadera espiritualidad-- y, por ello, distinta a los inmorales principios del "neoliberalismo", hoy por desgracia impuesto mayoritariamente al mundo.

El problema es ya de una magnitud impresionante y crece exponencialmente. Hasta organismos tan deshumanizados como el Fondo Monetario Internacional, FMI, --Instrumento de Washington, cuya tiranía sobre nuestras economías ha propiciada y sigue propiciando la obscena pobreza de cada vez más personas y la insultante concentración de la riqueza en un segmento cada vez menor de la población--, recomendó desde septiembre del 2004, aumentar el gasto mundial para atender la vejez, destinando al menos el 7% del Producto Interno bruto al problema.

Debemos todos tener presente que si tenemos la suerte de vivir, llegaremos obligadamente a ser viejos. Cuando vivimos las edades tempranas de nuestra existencia, la vejez nos parece tan lejana, tan remota... La consideramos poco más o menos como algo que nunca llegará. Y sin embargo, la vida se pasa con asombrosa rapidez y, antes de darnos cuenta, ¡ya somos también personas mayores!

En sus Rimas, bien lo dijo el poeta Becquer: "Al brillar un relámpago nacemos, y aún brilla su fulgor cuando morimos. ¡Tan corto es el vivir!". Y Ricardo Bogrand, otro gran poeta, dijo en el poema Caracol sin eco, de su libro LA SANGRE DESTERRADA:

"Mañana no quedará nada de este verde temblar

de sensaciones y volverá a empezar con llanto

o alegría la realidad de ser sobre la tierra".

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