El sueño y la creación: De lo narrativo y poético a la trascendencia

Decir que "se abren los caminos de la noche" es hacer una metáfora muy real; sentir el sendero del desdoblamiento... y lo es, por ser esta frase una traslación; o mejor: un viaje hacia el centro de uno mismo; nuestro andar diario de lo físico y corpóreo a lo imaginario y espiritual; es también el hecho de cruzar las puertas hacia una región constantemente desconocida, hacia el sueño, como un viaje, desde el umbral a la trascendencia.
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.

sonandogetty

Decir que "se abren los caminos de la noche" es hacer una metáfora muy real; sentir el sendero del desdoblamiento... y lo es, por ser esta frase una traslación; o mejor: un viaje hacia el centro de uno mismo; nuestro andar diario de lo físico y corpóreo a lo imaginario y espiritual; es también el hecho de cruzar las puertas hacia una región constantemente desconocida, hacia el sueño, como un viaje, desde el umbral a la trascendencia.

El sueño físico, cuando dormimos durante la noche, es un despertar en las etapas que conducen a nuestro origen. Y es un despertar diferente, paradójico; porque el sueño es como vivir la misteriosa esencia de ser (en la otra realidad), mientras tenemos los ojos cerrados, y en una primera instancia, las experiencias materiales, cotidianas, se mezclan con sensaciones remotas y surgen imágenes oníricas que parecen agobiarnos para luego transformarse en una nueva y sorpresiva relación con lo inefable.

Cuando entramos en la noche que está detrás de nuestros párpados, esa especie de duermevela que es asimismo umbral de lo desconocido, empezamos a percibir una doble sensación que se nos va haciendo natural: la de aquel que sueña y al mismo tiempo es soñado. Somos así un narrador y un protagonista que viven ambos una supuesta historia absurda, de aparente incoherencia, en fin, surrealista. Una historia en la que tenemos cierta conciencia de estar imaginándonos a nosotros mismos como un personaje que no puede controlar lo que sucede. A mi juicio, esta es la fase Alfa de una narrativa del sueño (porque se presenta en el relato de una acción que va aconteciendo mientras dormimos)... Después, en la noche profunda, toda esta narratividad, digámoslo así, se va dislocando más y más hasta convertirse en una gama de angustias, espantos y estremecimientos y/o de extraordinarias atracciones de placer y agrado; es decir, bajamos hasta el fondo de alguna locura y en seguida saltamos a la cima en una segunda fase --a la que llamaría Omega-- de suma realización poética, cósmica y espiritual, donde ya se encuentra el sueño vasto de Imago.

Lo que ha sucedido en la madrugada es que la narración de las anécdotas --de esas memorias aletargadas-- se ha desmembrado; se ha mezclado y confundido y las fábulas terminan rompiéndose, fragmentándose en imágenes de pura locura poética. Al paso de las horas, en el amanecer, vuelven a hilvanarse otras aparentes crónicas ("aparentes", porque en realidad, en los sueños no existe el tiempo físico) hasta que, al despertar, sólo recordamos alguna secuencia del último relato, la mayoría de las veces sin mucha precisión. Porque de estas visiones profundamente imaginarias nunca hay un recuerdo nítido, sino que queda la vaga sensación de algo inexplicable, un sabor que no se puede definir, pero que sí se puede sentir como el hecho de haber vivido una dimensión cierta y verdadera, aun cuando pudo haber sido de pesadilla o paraíso.

Como vemos, lo narrativo-lo poético-y nuevamente lo narrativo --por naturaleza de nuestra propia imaginación-- estructuran nuestros sueños. Es entonces que, durante el tiempo en que el autor está despierto (o en estado de vigilia, como dirían Novalis y los románticos), este (el autor, digo) necesita soñar con los ojos abiertos. En otras palabras, en los momentos de la creación, el escritor (entiéndase también un artista cualquiera sea) intenta la concentración de su búsqueda interior en una suerte de reciprocidad creativa (de su estado de vigilia) con la inercia de su dormir durante la noche.

Así, la literatura y la creación artística conforman las maneras de soñar despierto que tienen los creadores, además de las formas de crear soñando que tiene todo el mundo. Lo que quiero significar es que el sueño --además de ser una vía hacia nuestra razón primordial-- demuestra también que la naturaleza humana, en mucho, es imaginativa. Y que la literatura y el arte son partes sustanciales de la articulación natural de los sueños cuando se duerme.

Ello se relaciona también con la potencialidad de la lectura. Leer es una forma de soñar despierto. Leemos y participamos de la historia. Contemplamos un cuadro y nos identificamos con sus trazos, colores y esencias; vemos una película, una escultura, una serie de fotos artísticas y nos sentimos viviendo sus significados, sus pasiones; asimismo en la afinidad con la música y el canto que escuchamos.

Por estas razones, Palabra Abierta (www.palabrabierta.com), así como HuffPostVoces, quieren ser un reservorio de sueños; un espacio que tenga que ver con toda la diversidad onírica de la doble dimensión que noche a noche vivimos mientras dormimos, pero fundamentalmente pretende alcanzar la posibilidad de la trascendencia a través de la conciencia, de nuestro estado de vigilia en la lectura y el gusto por las imágenes artísticas.

Este espacio, por ende, busca entre tantas cosas que el lector estimule su interioridad sensible; la nutra de imágenes y complejidades varias con las que pueda encaminarse en sus propios laberintos hacia una trascendencia, donde siempre le esperan las divinas locuras de los dioses; ojalá que entre tantos estuvieran Apolo y Dionisio... o quizá mejor: Ariadna y Afrodita.

Raúl Guerra Garrido: La magia del sueño:

¿Te gustó este artículo?

Mira qué opinan otros y deja tu comentario aquí

Popular in the Community

Close

What's Hot