Votos por ejecuciones

Al noreste de Florida, unos 400 hombres, autores de los más horrendos e indescriptibles crímenes, viven esperando su ejecución con la sensación de que cada segundo es una puñalada que les acerca a un doloroso final.
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Si algún lugar de los que he visitado está cerca de parecerse al infierno, ese es sin duda el corredor de la muerte.

Al noreste de Florida, unos 400 hombres, autores de los más horrendos e indescriptibles crímenes, viven esperando su ejecución con la sensación de que cada segundo es una puñalada que les acerca a un doloroso final. Un cruento portazo a la vida que seguro no restañará el dolor de los familiares de sus inocentes víctimas, muchos de ellos niños indefensos. Allí en el penal de Raiford, conocí a Pablo Ibar.

Un español que fue encarcelado en 1994, acusado de haber cometido un triple crimen, y que en 2000 fue condenado a la pena capital. El proceso que le llevó a ser condenado a muerte ha sido muy cuestionado e Ibar lleva reclamando su inocencia y la repetición de su juicio desde hace años.
Le he visitado en varias ocasiones y he tenido conversaciones con él sobre su caso y sobre la dureza de la vida en el corredor de la muerte.

Con tanto tiempo libre para pensar, Ibar asegura haber contabilizado que siempre que se acerca una elección para gobernador en Florida la frecuencia entre ejecución y ejecución se reduce.

La eliminación de un asesino podría conllevar réditos electorales para el político que firma la orden para que en el penal de Raiford haya un inquilino menos. En la zona que sufrió la conmoción de un crimen de estas características, la gente no olvida y en ocasiones está dispuesta a premiar el gesto con un voto.

El pasado 10 de julio, a Eddy Wayne Davis, de 45 años, le fue administrada una inyección letal por la muerte de Kimberly Waters, de 11 años e hija de su novia en ésa época.

Davis ha sido el séptimo reo ejecutado en lo que va de año en Florida y el décimo octavo desde que el gobernador Rick Scott asumió el cargo el 2011. Puede ser una casualidad o una manipulación más de un político que quiere mantenerse en el poder. En cualquier caso, es un claro síntoma que el debate sobre la pena de muerte en EEUU debería ser abordado con valentía y dejando las disputas políticas a un lado.

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