Argentina: la política eliminó a la Selección

Duró poco la emoción por el subcampeonato. Miles de personas se reunieron en el Obelisco de Buenos Aires a reconocer a su Selección. Sin embargo, un extraño incidente cambió todo.
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.
Under cover police officers detain a man who is flashing a "V" sign, after riot police fired tear gas and used water cannons to restrain a group of youths who hurled rocks and vandalized store fronts at a rally to celebrate Argentinaâs gutsy performance in a 1-0 loss to Germany in the World Cup finals, in Buenos Aires, Argentina, Sunday, July 13, 2014. The chaotic situation marred what was an otherwise spontaneous gathering of support for Argentinaâs national team after its best World Cup run in 24 years. (AP Photo/Jorge Saenz)
Under cover police officers detain a man who is flashing a "V" sign, after riot police fired tear gas and used water cannons to restrain a group of youths who hurled rocks and vandalized store fronts at a rally to celebrate Argentinaâs gutsy performance in a 1-0 loss to Germany in the World Cup finals, in Buenos Aires, Argentina, Sunday, July 13, 2014. The chaotic situation marred what was an otherwise spontaneous gathering of support for Argentinaâs national team after its best World Cup run in 24 years. (AP Photo/Jorge Saenz)

Duró poco la emoción por el subcampeonato. En las horas posteriores a la derrota argentina frente Alemania, inmediatamente después, decenas de miles de personas se reunieron alrededor del Obelisco de Buenos Aires a reconocer a su Selección. Sin embargo, un extraño incidente cambió todo.

No hubo mayores explicaciones. Un grupo de agitadores comenzó a romper lo que fue encontrando a su paso, enfrentó a la policía y terminó frustrando un sentido encuentro popular. Hubo más de 100 detenidos y otros tantos heridos.

Tampoco está claro el motivo del conflicto, que alcanzó para tapar buena parte del orgullo y las sonrisas que había generado el equipo nacional.

Los análisis entrelíneas denuncian una clara intencionalidad política. En esa lectura, el objetivo habría sido frustrar el buen humor social por la gran actuación futbolística de uno de los países más fanáticos del mundo.

El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner fue todavía más allá y denunció que los desmanes habían sido iniciados por barrabravas de Independiente y Chacarita, dos clubes cuyas autoridades -en los papeles o en las sombras- son figuras opositoras al Gobierno.

Fue un golpe certero al corazón del festejo. Al día siguiente, las portadas de los periódicos -que estaban reservadas para el espectáculo deportivo- se dividieron entre el drama de la derrota y la violencia en las calles de la capital.

El dato no pasó inadvertido para los jugadores de la Selección, que cancelaron el desfile organizado por el Gobierno. "No están dadas las condiciones de seguridad", explicaron sus máximos referentes, señalando los incidentes del día anterior.

Cristina había imaginado dos encuentros con Messi y los suyos. El primero, en el predio de Ezeiza, donde suele entrenar la Selección, y hasta donde efectivamente llegó la Presidenta. El segundo, en un escenario montado en la avenida 9 de Julio, alrededor del cual se habían agolpado desde temprano miles de personas. Este último era el más importante de los dos. No pudo ser.

Como siempre, más que nunca, la política argentina -o lo peor de ella- decidió intervenir en una actividad en la que nada tenía que hacer, al solo efecto de arruinarla. De transformar la realidad negativamente. De frustrar media alegría. Y lo consiguió.

Los incidentes lograron sembrar pánico por un par de horas, primero, y frenar el acto con las estrellas de la Selección, después.

Los autores intelectuales del caos habrán creído que convertían un triunfo moral en una derrota de Cristina. Pero ellos también perdieron. Cuando hay violencia, no gana nadie. Cuando un puñado de vándalos tuercen la voluntad de cincuenta o cien mil, mucho menos. Perdemos todos.

Disturbios en Buenos Aires

Popular in the Community

Close

What's Hot