Una fuerza que despierta

Bueno. Las negociaciones sobre un nuevo pacto climático global no serán elen Internet tal como el nuevo trailer de Star Wars. Pero quizá lo deberían ser.
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Parece que falta demasiado para diciembre de 2015. No puedo esperar tanto. Necesito darme una idea de cómo será el próximo año; de los elementos clave de la historia. Más importante aún - porque ya me ha afectado antes - saber si en verdad vale la pena que preste atención y ponga todo mi corazón de nuevo en esto. ¿Acaso en esta ocasión realmente van a hacer las cosas bien?

Por fin llegó el momento. El paisaje desértico se extiende frente a nosotros y comenzamos a obtener algunas respuestas. Por ejemplo, ¿habrá una fuerte revisión a los aportes de las contribuciones nacionales (INDC, por sus siglas en inglés)? Un momento... ¿qué?

Bueno. Las negociaciones sobre un nuevo pacto climático global no serán el hit en Internet tal como el nuevo trailer de Star Wars. Pero quizá lo deberían ser. Estamos en la fecha límite para lograr un nuevo acuerdo que frene la creciente crisis climática. Aquí, en la segunda ciudad desértica más grande del mundo (Lima, Perú), las lentas conversaciones climáticas de la ONU se hacen peligrosamente reales. Debido a la escasez de agua que está provocando la desaparición de los glaciares andinos, Lima comenzará a enfrentar la falta de agua a partir del año 2020. El calentamiento y la acidificación del océano frente a Lima también amenazan la industria pesquera, tan arraigada en la cultura y la economía de la capital del ceviche del mundo.

Mientras las amenazas locales comiencen a ser más reales para las comunidades (te hablo a ti, Miami), una pregunta se convierte en tendencia: ¿Cómo detenemos esto? La respuesta se divide en dos. En primer lugar, no podemos. No del todo. Nuestra lenta respuesta en las últimas dos décadas - tal como nuestros científicos nos lo advirtieron a gritos - significa que hay un montón de riesgos por delante que no podemos parar. Pero podemos prepararnos. Y no estoy hablando de sacos de arena y canoas. Las comunidades pueden generar nuevos datos y aplicarlos a una planeación urbana más inteligente, a los sistemas de alerta temprana de tormentas severas, y a las medidas para aprovechar mejor las reservas de agua. Las comunidades y los países más pobres necesitan apoyo para poder contar con esto y de manera rápida.

Pero ninguna ciudad, ningún país - ni siquiera dos países tan grandes como EE.UU. y China - puede detener el tren en descontrol en el que estamos. Y ese tren se dirige hacia un futuro tan distinto al de hoy que no podremos adaptarnos a él. Para cambiar de rumbo necesitamos que todos nosotros actuemos juntos. El ambiente no entiende de mapas y tampoco sabe dónde se origina la contaminación. Por lo tanto, la segunda parte de cualquier plan es la acción colectiva.

Y existe un sólo lugar donde todas las naciones del mundo se reúnen frente a una mesa (muy grande) a trabajar para reducir nuestra huella colectiva de carbono. Durante las próximas dos semanas, ese lugar es Lima. La buena noticia es que llegamos aquí con ímpetu. Los nuevos compromisos por parte de Estados Unidos y China para reducir la contaminación del clima han puesto el reflector en otros países, previo al plazo de marzo de 2015 para nuevos objetivos para el acuerdo de París. La semana pasada, el financiamiento inicial de unos $10 mil millones de dólares para el nuevo Fondo Verde para el Clima envió una señal positiva que ayuda a los países más pobres para que continúen siendo parte clave de las conversaciones.

¿Quiénes serán las nuevas estrellas?

Aunque me intriga ver a un septuagenario pilotear el Halcón Milenario, la pregunta latente es: ¿quiénes serán las nuevas estrellas? Aquí en Lima, podría ser la propia América Latina, que en su conjunto es extremadamente vulnerable a la alteración del clima pero que también podría generar una nueva ola de acción climática. México aprobó una de las leyes de clima más fuertes del mundo, después de albergar estas negociaciones en el 2010. Hace dos meses, Chile promulgó un impuesto sobre el carbono. Costa Rica se ha comprometido a ser neutral en sus emisiones para el 2021. Tanto Perú y Colombia se comprometieron en poner fin a la deforestación, la mayor fuente de contaminación del clima, a finales de la década. La lista es interminable.

Hazlo. O no lo hagas. Los intentos no cuentan.

Seamos realistas, incluso con avances políticos recientes, el mal sabor de boca de Copenhague aún perdura. Pocos tienen fe en que se logre un fuerte acuerdo en París. Entonces, ¿qué tiene que ocurrir en Lima para mostrarle al mundo que esta vez las cosas pueden ser diferentes? En resumen, los gobiernos tienen que demostrar que no están tratando de llegar a acuerdos viejos en París, sino que ahora centran sus esfuerzos en la protección de sus pueblos. Eso significa un acuerdo que no sólo se sume a los compromisos que los países pongan sobre la mesa y se conformen con ello. Si hay una brecha entre los compromisos y un camino hacia un futuro más seguro, dígannos la verdad. Y entonces trabajen juntos para cerrar esa brecha. En Lima, necesitamos un primer borrador de ese tipo de acuerdo. Sin él, no vamos a conseguir lo que necesitamos en París.

Una fuerza que despierta

Hace dos meses en las calles de Nueva York, una nueva fuerza despertó. Nuestros líderes vieron que estábamos poniendo atención. Así que no se detengan ahora. En Lima, nuestras hermanas y hermanos de América Latina mantendrán la llama ardiente mediante otra marcha por el clima. Y te puedes unir a la vigilia en todo el mundo - Una Luz por Lima - la próxima semana para estar con muchas más personas a nivel mundial pidiendo por un buen resultado aquí.

Sí es posible lograr un fuerte pacto por el clima en París, pero debemos comenzar en una ciudad desértica, muy, muy lejana.

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