Los medios de comunicación y la democracia

Así como en mí artículo pasado hablé del papel del cine en la marca de un país, en los últimos meses me he preocupado por investigar más sobre el papel de los medios de comunicación y la democracia.
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Así como en mí artículo pasado hablé del papel del cine en la marca de un país, en los últimos meses me he preocupado por investigar más sobre el papel de los medios de comunicación y la democracia. Para enriquecer este artículo, tengo la contribución especial de Marianna Lara Otaola, recién graduada de la Maestría en Política Comparativa de London School of Economics y en su trabajo de titulación realizó un estudio sobre cómo los medios de comunicación pueden influir en el campo de juego en el que se disputa el poder político.

Lara Otaola analizó cómo el mercado de los medios, la relación del Estado con los medios de comunicación y los contenidos pueden avanzar o erosionar (en términos de Schedler) la democracia liberal. Para fines de este artículo, se resumirán los casos de México y Venezuela, dado que en los años 90, México era considerado un régimen autoritario mientras que Venezuela se consideraba una democracia liberal (poliarquía en términos Dahl). Hoy en día, las características específicas de sus campos de juego han cambiado dramáticamente el tipo de régimen.

México avanzó paulatinamente hacia una democracia liberal robusteciendo, poco a poco, a los partidos de la oposición a través de la apertura y las condiciones de la contienda política-electoral. El Estado mexicano, a través de reformas político-electorales, sobre todo las aprobadas en 1994 y 1996, expandieron y concedieron mayor libertad y equidad a los partidos en el acceso a los medios. Entonces, con estas reformas, los partidos lograron adquirir tiempos de radios y televisión, rompiendo así la simbiosis entre el partido hegemónico (Partido Revolucionario Institucional-PRI) y la cuasi monopólica empresa mediática mexicana Televisa.

Lo anterior condujo a la primera elección muy competida (2006) en el México democrático. De ahí que la reforma de 2007 buscara nivelar el campo de juego renovando las condiciones de la contienda para hacerlas más justas y equitativas. Ahora, los medios de comunicación no pueden establecer sus criterios de precio y tiempo para la venta de espacios en radio y televisión. El Estado administra y distribuye estos de manera gratuita y equitativa entre los partidos políticos. Entonces, no existe una relación perversa entre Estado-Medios.

Diferente, la erosión de la democracia liberal en Venezuela puede explicarse debido al acceso restringido y desigual de los partidos políticos a los medios de comunicación, el control de los medios por parte del ex presidente Hugo Chávez, y la censura mediática. Tras el fallido golpe de Estado en 2002, se modificaron leyes con el fin de debilitar a la oposición que conspiró en contra de él y su proyecto socialista. Así, la intervención del Estado resultó en la restricción del acceso y uso de los medios de comunicación, sobre todo en materia política- electoral; similar a lo ocurrido en México en los años 90.

Chávez, con el fin de difundir y afianzar su modelo socialista, creó un modelo mediático público hegemónico mediante el fortalecimiento del poder comunicacional del Ejecutivo y de los medios de comunicación de las comunidades autónomas que apoyaban los ideales e intereses de la Revolución Bolivariana. Mientras tanto, abiertamente menospreció y luchó contra los medios privados de oposición; trató de cerrarles o revocarles sus licencias de emisión. Por lo tanto, Chávez se valió de su acceso privilegiado a las instituciones, recursos y medios de comunicación del Estado para defender su proyecto mientras debilitaba la capacidad de la oposición para competir, mediante la violación de las normas mínimas de equidad de la contienda política electoral.

Marianna Lara Otaola concluye en que la diferencia entre estos dos países sugiere que una poliarquía requiere regulaciones para que los medios de comunicación procuren y defiendan la equidad en la contienda. Las leyes que facilitan a los partidos igual acceso y trato equitativo en los medios de comunicación pueden evitar la erosión democrática. Además, el Estado no debe convertirse en un jugador a través de su acceso privilegiado a las instituciones y recursos estatales, sino un garante de la igualdad y la equidad en los procesos electorales. La cobertura de los medios y la información sobre los partidos, las políticas, los candidatos y el proceso electoral debe ser equilibrada y autorizados por el Estado. De lo contrario, como en Venezuela, puede haber una rápida erosión democrática, una consolidación negativa (en términos de Scheler), que lleve al país a tener un régimen híbrido.

Agradezco a Marianna Lara Otaola por haber contribuido a mi blog, creo que es de suma importancia tener su estudio en cuenta ya que el que no conoce su historia está condenado a repetirla.

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