Siempre se piensa que es complicado. Muchos sienten que no dice nada que pueda entenderse fácil, pero el arte nos habla a todos. A los que crean y a los que nos dedicamos a observarlo, apreciarlo y claro, por qué no, a disfrutarlo.
Y aunque muchas veces el arte está siempre en los sitios establecidos, otras veces rehúye y se encuentra de casualidad. Así encontré la obra de Aimee Joaristi, una pintora de siempre, que tiene 20 años de dedicarse al interiorismo y a la arquitectura y que ahora no suelta el pincel.
Claro, no la encontré solo yo, la encontró también Rebecca Wilson, curadora y directora de la Saatchi Art Gallery en Londres, quien la ha seleccionado ya dos veces en las recomendaciones semanales que hace la galería y también la incluyó en su colección permanente.
Para entender su trabajo hay que buscar en el origen. Aimee es una ciudadana del mundo, tiene lazos indisolubles en muchos países y una generosidad enorme para albergarlos a todos dentro de sí. Por eso al conversar con ella uno encuentra un acento indescifrable que por ratos se acerca más al acento cubano de sus padres y de su infancia, y luego se convierte en la adolescente que vivió en Madrid, hasta volverse tica arrastrando la erre.
Sus estudios siempre rondaron la creatividad. En Madrid estudió Interiorismo y posteriormente se trasladó a Nueva York donde vivió y estudió Diseño Gráfico durante 5 años. En medio, sus padres decidieron buscar cobijo en Costa Rica a donde se trasladaron con toda la familia.
Ese traslado fue fundamental para su futuro. Costa Rica le dio otra visión. Es un país donde la fuerza del color es mucho más fuerte y esa influencia se volvió predominante en su forma de visualizar y crear plásticamente.
De repente, su vida dio otro giro y se encontró viviendo en Milán con su esposo. Allá tuvo nuevamente que adaptarse al ambiente y sin dudarlo mucho ingresó al mundo de la moda. Se dedicó a buscar diseñadores nuevos, que necesitaran representante para colocarlos en las mejores tiendas. Ese proceso le abrió la puerta a la época del interiorismo.
Y es que al interiorismo se dedicó de lleno una vez que volvió a Costa Rica. Comenzó a ser requerida con éxito y a cultivar al mismo tiempo una inquietud de siempre: dibujar y pintar en sus ratos libres. Hasta que de repente tuvo una voz alertándola, diciéndole que en el momento en que le diera espacio a la pintura, no podría dejarla de lado.
Y así fue. Por largo tiempo esa duda la hizo volcarse por completo a la arquitectura y la decoración. Se asoció con un reconocido arquitecto guatemalteco Enrique Borascout y pusieron un estudio en San José. Allí comenzó a destacar siendo reconocida en el gremio y sin duda obteniendo reconocimientos entre ellos, el Premio Nacional de Interiorismo en los años 2008 y 2009 en más de una categoría.
Hace poco más de un año, la pintura la volvió a llamar en serio. Y como su mundo ha tenido muchas partes, así fue que por partes comenzó a crear una obra firme. Sus pinturas vienen a cuestionar los valores del arte institucional, y las intervenciones que hace de ella la relacionan con la pintura geométrica.
Sus composiciones no son sino otra forma de ver el mundo, que a través de muchas partes se vuelve uno. Con enorme sinceridad comenzó a trabajar, buscando en diversos sitios para crear una propuesta nueva, sin duda novedosa e inquietante.
Por eso cuando uno observe una obra de estas tiene que decirse ¿qué veo ahí, qué me hace sentir esto? Todos tendremos respuestas diferentes pero ahí estará el triunfo de Aimee al despertar en los que observen, emociones distintas.
Y ese trabajo la está llevando lejos. No sólo alcanzo un lugar en la Saatchi Gallery, también sus creaciones se han ido haciendo espacio en diversas colecciones entre ellas la de Francisco Cantos Baquedano, miembro fundador del Patronato de ARCO en Madrid o en la colección privada Fernández Iturbide en México.
Pronto tendrá una exposición individual en la galería D E S P A C I O en San José y sin duda seguirá presentando su trabajo a lo largo de Latinoamérica. Síganla, su obra tiene mucho que decir y podrá ayudarnos a encontrar los fragmentos de arte que sin duda viven en nuestro universo privado.
