No siempre somos las víctimas

Hay mujeres que ejercen violencia contra los hombres; hay mujeres que discriminan a los hombres; hay hombres víctimas de violencia sicológica; hay mujeres sexistas; hay hombres que sufren violencia doméstica; hay mujeres que violan; y, hay mujeres que asesinan.
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TORONTO, ON - OCTOBER 3: 'Anne' is embroiled in a complex custody dispute with her ex-husband, who has twice been convicted of domestic violence. (Jim Rankin/Toronto Star via Getty Images)
TORONTO, ON - OCTOBER 3: 'Anne' is embroiled in a complex custody dispute with her ex-husband, who has twice been convicted of domestic violence. (Jim Rankin/Toronto Star via Getty Images)

Suelo prepararme para la oficina con el televisor encendido. Así, desayuno noticias y escucho posiciones de personajes públicos respecto de temas fundamentales como la violencia de género, la violencia sicológica y la discriminación.

El martes ese fue mi banquete mientras cuatro conductoras abordaban la problemática en un programa matinal. Internamente aplaudí la iniciativa y admiré la valentía que deben de tener para usar el horario estelar de la mañana, que bien podría enfocarse en temas triviales o en publicidad, para visualizar la violencia y promover una conciencia social más humana y justa.

El espacio se concentraba en hacer preguntas claves sobre violencia sicológica a cada una de las cuatro participantes y se desarrolló luego de que una de ellas presentara un reportaje sobre la situación de los derechos de las mujeres en la actualidad.

Un breve video dio cifras escalofriantes: solo el 1 por ciento de la propiedad mundial pertenece a las mujeres y los sueldos -por labores iguales- son hasta en un 40 por ciento menores a los de los hombres. Realidades increíbles en un siglo que, se supone, no es cavernario.

Mientras el programa transcurría caí en cuenta de que la información ahí expuesta, correctamente abordada desde un espacio enfocado en la mujer, coincidía con la forma en que se aborda mayoritariamente el tema en la sociedad: siempre desde la mujer, porque ha sido más vulnerada; porque sufre pobreza en mayor número que los hombres; porque en muchos lugares no tiene acceso a salud, educación o trabajo; porque son asesinadas por ser mujeres; y, porque sus derechos no son respetados.

Sin embargo, creo que este afán de defender a la víctima nos ha volcado tanto en ella que no hemos visto otra realidad: hay mujeres que ejercen violencia contra los hombres; hay mujeres que discriminan a los hombres; hay hombres víctimas de violencia sicológica; hay mujeres sexistas; hay hombres que sufren violencia doméstica; hay mujeres que violan; y, hay mujeres que asesinan. Que las cifras sean notoriamente más bajas no justifica la desatención.

Las agresiones contra los hombres son mayoritariamente minimizadas y ridiculizadas por la sociedad y las autoridades, lo que fomenta una invisibilización de los casos en los que la mujer es la victimaria y afecta la obtención de estadísticas que reflejen esta realidad.

Existe un sinnúmero de casos en los que hombres se ven impedidos de ejercer sus derechos como padres porque las mujeres, quienes tradicionalmente conservan la tenencia de los hijos, se lo impiden; hombres que sufren violencia sicológica de parte de mujeres (parejas, jefas, madres, etc) que quebranta su estabilidad emocional y mental; hombres que son chantajeados a cambio, por ejemplo, de firmas en procesos de divorcio; hombres que son descalificados porque ciertas tareas son "propias de mujeres"; hombres que son violados (como pasa en Zimbawe) y que los procesos judiciales los revictimizan; hombres que sufren violencia doméstica y temen denunciarla por miedo al ridículo y la crítica social; y, hombres que son juzgados socialmente por manifestar sus emociones, como si la demostración de sentimientos fuese derecho exclusivo de las mujeres.

Si bien existen estudios que establecen los más conveniente para el desarrollo infantil, es importante que los operadores de justicia abandonen todo tipo de prejuicios y concepciones tradicionales en este tipo de casos y actúen garantizando un trato de igualdad a ambos progenitores.

Así, podremos asegurar que no resulte extraño, ni poco probable o escandalosamente tierno que un padre conserve la tenencia de sus hijos o decida ejercer su derecho a la paternidad indistintamente de su elección sexual.

De igual manera es indispensable que los procesos judiciales iniciados por hombres víctimas de violencia aseguren a la víctima un trato justo, sin que se presuma arbitrariamente -como en muchos casos- que el círculo de violencia fue iniciado por el hombre y que la agresión es un acto de rebelión femenina que debe aplaudirse. No toda mujer que agrede lo hace porque el hombre la agredió primero. No todos los hombres son victimarios. Ni todas las mujeres son víctimas.

La violencia contra cualquier ser humano debe repudiarse. Los sistemas de justicia y sus operadores deben proteger derechos y sancionar a los responsables sin perjuicio de su género. Es cierto que debe brindarse mayor protección a los grupos vulnerables pero sin olvidar que los derechos humanos nos amparan a todos por igual.

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