Los niños suicidas de Ecuador

Entre el 2005 y el 2010, 58 niños se quitaron la vida. Del 2010 al 2012 los números van en aumento. Los niños de Chunchi tienen ganas de morirse.
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"No debe andar la vida, recién nacida, a precio,
la niñez arriesgada a una estrecha ganancia
porque entonces las manos son inútiles fardos
y el corazón, apenas, una mala palabra"

Armando Tejada Gómez

Chunchi pertenece a la provincia del Chimborazo, es una población ubicada a 130 km de Riobamba, capital de la provincia. Tiene una extensión de 279 km2 y su suelo es irregular. Con una altitud entre los 1.600 y 4.300 metros sobre el nivel del mar, su clima va desde el subtrópico hasta el frío de los páramos, con una temperatura promedio entre 14º C. y 21º C.
Su gran número de cotas, asociadas a la variedad de temperaturas y microclimas, favorecen la existencia de una fauna y flora inigualable. El suelo de Chunchi es rico en nutrientes y las lluvias que reciben han favorecido la agricultura, permitiendo distintos tipos de sembríos: en los valles de Piñancay se cultivan frutales de clima tropical, se crían toros de lidia y tienen una gran producción de leche y sus derivados.

Chunchi es mágico porque su comunidad ha sabido conservar el bosque andino y en su páramo aún subsisten lobos, zorros, conejos, venados etc. Chunchi es triste porque sus niños están muriendo, se están matando.

Entre el 2005 y el 2010, 58 niños se quitaron la vida. Del 2010 al 2012 los números van en aumento. Los niños de Chunchi tienen ganas de morirse. Son hijos de padres ausentes que migraron, irónicamente, para darles un futuro. Han crecido -los que siguen vivos- entre imágenes de la virgen de Guadalupe, paredes que por las remesas han ido cogiendo mejores formas, viendo a sus abuelos envejecer y sintiéndose restos. Y es que como ellos mismos lo declaran: "No tener el cariño de tus padres es como ya haberte muerto".

Las reuniones de padres de familia de la escuela mantienen esa denominación como una costumbre de cajón. Es fácil comprobar, a medida que los representantes se acercan, que los niños -la gran mayoría- están acompañados por el familiar a nombre del cual se envían los giros. Son una generación "encargada" que se va extinguiendo de a poco. El alcalde de la comunidad ha declarado en mas de una ocasión que "la ambulancia sirve más para traer cadáveres que para llevar enfermos de la comunidad hasta el hospital".

La trata de personas a manos de los "coyoteros" es la causa principal de desintegración en la comunidad. Por ello, la presencia de imágenes de la virgen de Guadalupe es constante. La veneran en expresión de agradecimiento por los viajeros que cruzaron México a pie y atravesaron exitosamente la frontera y a ella le encomiendan el alma de los que mueren en el camino, tal como lo hicieron con "Juan" cuando murió masacrado junto a 71 migrantes. Por si no lo sabían, la matanza de Tamaulipas lleva también sangre de Chunchi.
Al ser una comunidad pequeña y no tener una población numerosa, no existen programas de protección iniciados, quizás porque no es rentable atacar a fondo al segundo ingreso económico del país (la migración) o quizás porque las cifras no son consideradas altas en relación a la demografía ecuatoriana. El cabildo del lugar dice haber identificado los 205 casos más graves (cada caso es un niño y se estima que hayan 800 aproximadamente) y ofrece un programa de actividades deportivas y culturales "para que los niños ocupen su tiempo y no piensen en matarse".

Hablar con un niño de Chunchi cala hasta los huesos. Cada uno tiene una historia que contar, un amigo que llorar y un plan suicida que dicen desterrar de su mente cuando piensan que quizás si aguantan un poco más; si ahorran lo suficiente; y, si le rezan a la virgen más fuerte puede que llegue un "pasador" y los lleve donde sus padres.

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