Carta abierta a cualquier menor de 30

Ahora te cuento nuestro mayor problema: el escepticismo ante la juventud. La mayoría cree que no nos interesa el futuro, que somos apáticos, que no deseamos involucrarnos en las decisiones y es mentira.
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Si estas en el grupo a quien digo escribirle en el título, significa que escuchaste -al menos una vez- estas líneas de Los Prisioneros:

"Por qué tienen miedo...por qué están todos ahí...
por qué piden circo por qué sufren por costumbre
Generación de mierda"

Probablemente cantaste a todo pulmón esa canción o "El Matador" de los Cadillacs o alguna de Bersuit. Probablemente la sigas cantando igual. Quizás la coreabas mientras te indignabas y compartías cualquier grito eufórico que reclamaba una Latinoamérica unida y menos conformista (políticamente hablando). Seguramente escuchaste música de Facundo por influencia de alguien y volviste a indignarte. Leíste a Mafalda más de una vez o te compadeciste por los conflictos internos sufridos en algún país vecino. Te emputaste cuando fuiste consciente de que en tu país algún gobernante se enriquecía descaradamente y nadie se lo impedía. Te cuento que hasta ahí sentiste lo mismo que sintió tu padre o abuelo cuando fue testigo de situaciones similares o iba a un concierto de rock. Ahora te cuento otra cosa: las crisis se repiten mientras no haya catarsis.

No quiero hablarte de tiempos vencidos ni de silencios cómplices, quiero -como lo hice antes- contarte qué pasa mientras te indignas en la silla, mientras cantas y ves noticieros.

Acá afuera, y por afuera me refiero al mundo, la cosa sigue jodida (y se está jodiendo más). Muchos de nuestra edad se están sumando al grupito de las ratas, los están entrenando y esa "formación" está siendo exitosa. Somos el 26% de la población de América Latina y el Caribe, sin embargo, sólo un 1,63% de los diputados y senadores en 25 parlamentos de la región tienen menos de 30 años.

Las mujeres seguimos rezagadas: entre los pocos jóvenes parlamentarios apenas un 32% son mujeres. Muchos de nosotros estamos convirtiendo las calles y las protestas en nuestras oficinas, pero te soy honesta, no nos damos abasto. No logramos cubrir todos los frentes y hay temas luchables que estamos perdiendo por ausencias. Por suerte, las herramientas tecnológicas las estamos utilizando pero imagínate lo insuficientes que se tornan cuando menos del 10% de la población tiene acceso a internet y nuestros reclamos, en lugar de ser atendidos, se conciben como ataques que deben ser reprendidos con cadenas televisivas, como si se tratase de una guerra en donde nuestras disconformidades son bombas a desactivar. Sí, a los de arriba no les gusta que pensemos. Quieren que seamos como los otros y nos dejemos entrenar.

Capaz no te has dado cuenta pero siguen intentando engañarnos con feriados largos, desfiles y actos pomposos. Ya ves que las distracciones les siguen dando resultado. No quiero decirte que los de arriba son todos malos, quiero dejarte claro que si no los ayudamos a identificar sus desaciertos nos convertimos en responsables solidarios de todo lo que nos jode. A ellos se les hace difícil entender eso y probablemente por ello presumen que nuestros cuestionamientos son desestabilizadores.

Creo que aún, porque el poder a veces te vuelve soberbio, no entienden que la democracia necesita ser cuestionada precisamente para garantizar su supervivencia, de lo contrario ¿cómo les decimos que una política pública implementada no está dando los resultados que esperaban?

También te cuento que seguimos desprotegidos de las políticas sociales. Según leí en un informe de la Organización Iberoamericana de la Juventud, seguimos siendo el primer sospechoso de un crimen, los jefes al contratar desconfían de apostar en un joven, la tasa de desempleo entre nosotros es el doble o, en algunos casos, el triple del promedio nacional y ningún país ha emprendido una reforma laboral que tome cartas en el asunto. Y bueno, la falta de oportunidades sigue siendo directamente proporcional a la pobreza.

No pienses que lo del desempleo se arregla fácil pues, 1 de cada 4 de nosotros ni estudia ni trabaja y precisamente es esa incapacidad para encontrar empleo la que crea una sensación de impotencia e inacción entre la mayoría de nosotros, lo que puede conducir a un aumento de la delincuencia, de los problemas de salud mental, de la violencia, los conflictos y el consumo de drogas.

Ahora te cuento nuestro mayor problema: el escepticismo ante la juventud. La mayoría cree que no nos interesa el futuro, que somos apáticos, que no deseamos involucrarnos en las decisiones y es mentira. Nuestro deseo, porque se que es el tuyo también, es muy simple: tener oportunidades, que nuestros Gobiernos no nos abandonen y que el mundo sea menos indiferente ante los abusos y la violencia.

Para ya no cansarte, quiero hablarte de lo importante de que seamos causa y nos ayudes a decirle a los de arriba que prestarnos atención no es organizarnos un partido de fútbol o un concierto de rock. Pero es más importante dejar de darles a entender que con eso nos sentimos escuchados.

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