El nuevo tiempo ya está aquí. Aquella promesa de que el mundo iba a cambiar ya es una realidad. El planeta, con todo lo que involucra, desde sus geografías hasta los seres humanos que lo habitamos, estamos viviendo el cambio que tanto se anticipó. No está ocurriendo porque estamos en diciembre del 2012, como se marcó en los calendarios de predicciones, sino porque ya podemos evidenciar que las cosas ya dejaron de ser como las conocíamos. Desde hace tiempo, pero cada vez se nota más.
Ya no usaría la palabra espiritualidad para definirlo, porque lo que experimentamos va más allá del significado un tanto místico de la palabra. Creo que "más conscientes" describe mejor este paso que estamos dando. Hoy, vemos que los poderosos ya no lo son tanto, que a los que tratan de esconder mentiras se le cuelan las verdades por los costados, que la presión del miedo cada vez presiona menos y que hay una nueva generación que no compra tan fácilmente las verdades de la anterior. Esto, solo por marcar algunos indicios.
Pero este cambio global también está ocurriendo en nosotros. Ya no aceptamos con tanta pasividad lo que no sentimos propio, nos replanteamos más a menudo si la vida que llevamos en la que realmente queremos, vamos dejando de temerle a la soledad para encontrar en ella un espacio de crecimiento, no de fracaso social, estamos retomando una manera más natural de alimentarnos y hasta hay cada vez más gente que se anima a salir de sus rutinas para pensar en hacer algo por la comunidad en la que vive. Algo que antes hacían unos pocos desconocidos.
El cambio ya está aquí. Lo digo porque aún encuentro a algunas personas que siguen preparándose para lo que viene, creando estrategias o especulando con viajes extraordinarios, hasta otros mundos...!
El fin del mundo ya está ocurriendo. El planeta del miedo se va quedando sin baterías y el planeta del amor viene con todas las pilas puestas.
La pregunta que debemos hacernos, es ¿de qué mundo somos parte nosotros?
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