MéxicoPolítico: El dictadorzuelo...

Si los mexicanos creímos que la administración de Vicente Fox fue torpe y desastrosa fue porque no imaginábamos que la de Calderón sería aún peor. Con cada vez menos tiempo para que culmine, el gobierno de Calderón pasará a la historia por su particularidad de haber puesto de cabeza el país y llevarlo a niveles inconmensurables de muerte y violencia en una falsa guerra contra el crimen organizado.
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Mexican President Felipe Calderon delivers a speech at the end of the G20 Summit of Heads of State and Government in Los Cabos, Baja California, Mexico on June 19, 2012. The leaders of the world's most powerful economies met for a G20 summit confronted by turmoil in the eurozone, a critical election in Greece and worsening bloodshed in Syria. AFP PHOTO / CRIS BOURONCLE (Photo credit should read CRIS BOURONCLE/AFP/GettyImages)
Mexican President Felipe Calderon delivers a speech at the end of the G20 Summit of Heads of State and Government in Los Cabos, Baja California, Mexico on June 19, 2012. The leaders of the world's most powerful economies met for a G20 summit confronted by turmoil in the eurozone, a critical election in Greece and worsening bloodshed in Syria. AFP PHOTO / CRIS BOURONCLE (Photo credit should read CRIS BOURONCLE/AFP/GettyImages)

felipe calderon

Si los mexicanos creímos que la administración de Vicente Fox fue torpe y desastrosa fue porque no imaginábamos que la de Calderón sería aún peor. Con cada vez menos tiempo para que culmine, el gobierno de Calderón pasará a la historia por su particularidad de haber puesto de cabeza el país y llevarlo a niveles inconmensurables de muerte y violencia en una falsa guerra contra el crimen organizado. Pero no sólo eso, también queda en deuda en la creación de empleos, el fortalecimiento de la competencia económica, la inversión en educación y en el desarrollo de ciencia y tecnología, pero sobre todo su gran débito es que no pudo combatir los índices de marginación y pobreza.

Su obsesión por legitimar su poder mediante el uso del miedo y el combate al crimen organizado, pronto lo convirtió en un dictador miope que no supo identificar con claridad y sensatez las necesidades reales de sus gobernados. Por el contrario, su gobierno lo dirigió a poner mayor atención en las necesidades de empresarios, industriales, políticos, líderes de opinión y en general a quienes conforman la élite del poder, brindándoles todo lo necesario para perpetuar sus canonjías. Cual monarca del medioevo, Calderón dispuso del poder del Estado para beneficiar a unos cuantos -sus amigos más cercanos- y atropellar a una mayoría.

Por su enquistada y enferma obcecación, el dictadorzuelo Calderón vivió prácticamente todo su sexenio en la desconfianza y se condujo con la idea de que quién no estaba con él, entonces estaba en su contra. Así, no sólo despreció e insultó la inteligencia de los mexicanos que le reconocían su afrenta contra el crimen organizado, pero le cuestionaban su método; simplemente agarró parejo y recriminó que la falta de resultados se debía a que los mexicanos estábamos en su contra. De hecho, muchos de sus camaradas de partido se vieron en la encrucijada de desconocerlo por su autoritario comportamiento.

El problema se agravó cuando Calderón no sólo carecía de buena visión, sino también cuando su problema auditivo se convirtió en un problema de entendimiento. Alguien le habló al oído diciéndole que la guerra contra el narcotráfico difícilmente se podría ganar, pero él escuchó que había que quitar dinero a la educación, al desarrollo de ciencia y tecnología y al desarrollo social para inyectarlo en las fuerzas armadas y policiacas para aniquilar al crimen organizado. Se le pidió el reconocimiento de las víctimas y él escuchó sigan asesinando a personas inocentes y póngalas en la estadística de los daños colaterales. A estas alturas de su sexenio, las bandas del crimen organizado se han reproducido exponencialmente, sus métodos violentos cada vez rompen de manera paulatina y casi irreversible el tejido y estabilidad social y el resultado no es para nada favorable.

Calderón no sólo fracasó en su guerra contra el crimen organizado, también tomó sus métodos y formas de venganza y las aplicó a quienes en algún momento lo cuestionaron. La venganza fue el pan de cada día en el sexenio calderonista. El dictador aniquiló con todo el poder del Estado a empresas periodísticas como Infored de José Gutiérrez Vivó, intentó sacar del aire a la comunicadora Carmen Aristegui, persiguió a quienes exhibieron su terrible alcoholismo, impidió la llegada de Telmex al mercado de televisión, desarticuló la empresas Luz y Fuerza del Centro y Mexicana de aviación con la finalidad de beneficiar a la CFE y Aeroméxico respectivamente, y recientemente expropió la banda de 2.5 GHz para beneficiar a Televisa.

El desastre creado por un gobierno miope no paró ahí. El PAN, organización política que sirvió de plataforma a Calderón para alcanzar la presidencia, se desplomó por sus obtusas intervenciones. El mismo encono que infundió en su campaña presidencial de 2006, lo dispersó al interior de su partido imponiendo en la elección de 2012 candidaturas con personas ajenas a la filosofía partidista y por tanto relegó a quienes venían realizando un trabajo sólido y disciplinado. Ni siquiera tuvo el pudor y la congruencia de apoyar a la candidata presidencial que eligieron las bases. Su apoyo primero estuvo en su ministro de hacienda y luego en el candidato Peña Nieto.

Como buen dictador, el discurso de Calderón sostiene que su gestión ha sido la mejor y que no tiene comparación con administración alguna. El problema es que sólo él y su séquito lo creen. Muchos somos los que pensamos que México y su gobierno desperdiciamos la oportunidad que la alternancia nos ofrecía. Fox derrochó todo el capital político adquirido y Calderón se empecinó en imponer el miedo como forma coercitiva de gobierno.

Calderón nunca fue un verdadero jefe supremo de las fuerzas armadas, el uniforme le quedó grande. Tampoco fue el estadista que prometía el progreso en México. Tristemente apenas y logró convertirse en un simple y descolorido dictadorzuelo.

Nota al margen: Tal como lo hicieron con las encuestas de introducir la idea de que la elección ya estaba definida a favor de Enrique Peña Nieto, hoy los medios de comunicación dependientes de la directriz de Televisa vuelven con su cargada de sembrar la idea de que la elección presidencial no tienen posibilidad de ser anulada. En efecto, quizá no todas las pruebas presentadas por el equipo de AMLO sean lo suficientemente sólidas, pero de que se compraron votos, se utilizó dinero de procedencia ilícita y por ende se rebasó el tope de campaña, de eso nadie se podrá salvar.

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