¡Esto me recuerda Las Colinas!

Dos cuadras antes de llegar al Parque Hula Hula tuve que dejar estacionado el vehículo, con el temor de que me lo podrían robar, o abrírmelo y robarme todo lo que dejaba dentro. La policía me abrió paso y me dijo dónde estacionar, pero quedaba algo lejos de la vista de ellos.Eran como las 9:30 am y decidí ir a dar una vuelta para observar con mis propios ojos la "obra del alcalde de San Salvador" con el desalojo del Hula Hula.
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Ojalá tuviéramos armas, y aquí se hubiera desatado nuevamente otra guerra civil...

San Salvador - Dos cuadras antes de llegar al Parque Hula Hula tuve que dejar estacionado el vehículo, con el temor de que me lo podrían robar, o abrírmelo y robarme todo lo que dejaba dentro. La policía me abrió paso y me dijo dónde estacionar, pero quedaba algo lejos de la vista de ellos.
Eran como las 9:30 am y decidí ir a dar una vuelta para observar con mis propios ojos la "obra del alcalde de San Salvador" con el desalojo del Hula Hula.

Caminé con sigilo, con miedo, de andar entre el gentío que surca la Roosevelt por todos lados. Quizás la paranoia, o el creer tanto en las noticias de robos y muertes.

Norman Quijano había dicho el domingo que con su acción de había destruido la guarida al crimen organizado y a la mafia que controlaba el Centro Histórico de San Salvador.

Nadie me miraba ni nadie me conocía ni nadie quiso robarme ni secuestrarme y ni siquiera alguien se me acercó a venderme nada.

Llegué a la primera esquina del parque Hula Hula. La calle estaba destrozada, como bombardeada, pero sin cráteres. Escombros por doquier. Un zapato, un pantalón roto, una muñeca sin cabeza...
"Esto me recuerda a Las Colinas, cuando el terremoto destruyó aquella colonia en Santa Tecla...", me dijo un hombre que, al igual que yo, observaba atónito aquel espectáculo dramático.

Caminé por varios lados y efectivamente me recordó la destrucción de Las Colinas, sólo que con más láminas de aluminio.

En otro punto, cercano al ex Palacio Nacional, un bolo puteaba a los agentes del CAM. "¡Hijos de la gran putaaaa!"... Al parecer cuando despertó del gran avión que andaba, ya no encontró el negocio que de vez en vez le daba chamba para ganarse unos riales para quitarse la goma.

En eso llegó un hombre con los ojos encendidos y rojos: "Ojalá tuviéramos armas, y aquí se hubiera desatado nuevamente otra guerra civil... Malditos".

Después, me di la vuelta y me quedé reflexionando. ¿Por qué si ahí estaba el cuartel general de la mafia, le avisaron para que se escaparan?

Lo que he visto es la destrucción de los locales que ya no eran desmontables, sino de cemento y ladrillo, que perduraron tantas décadas.

¿Toda esta gente era mafia? No, claro que no. Aunque por ahí pululan mareros, rateros y contrabandistas de todo tipo, las altas mafias no están en el Centro de San Salvador.

Se me quitó de pronto el miedo... Regresé hasta mi vehículo y nada le había pasado. Mi cartera en el bolsillo de atrás y mi celular en la de la camisa...

Hasta eso momento no vi mafias, solo gente pobre, entristecida y embravecida por lo que les hice el alcalde de San Salvador durante el fin de semana...

(Columna originalmente publicada en ContraPunto.com.sv)

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