El viacrucis de una madre indocumentada

A todas las madres o figuras maternas, que hayan migrado por sus hijos o familia, las felicito, ya que ser madre es una jornada en sí misma, pero ser madre inmigrante es un tema totalmente diferente. A las madres se las respeta, pero a las madres inmigrantes se las admira.
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Desde que me acuerdo, mi madre siempre ha estado de pie y dispuesta a sacrificar cualquier cosa con tal de que nosotros, sus hijos, salgamos adelante. Ella ha siempre sido el apoyo moral y espiritual de todos en la casa, y aún más desde que yo personalmente vivo fuera de casa. Tal y cual es el dicho, el cual declara de que las madres son las fans número uno de sus hijos. Si esto es verdad, entonces mi madre ha sido más que mi fan, ha sido mi amiga, mi maestra y mi fuente de inspiración. Al final, mucho se puede decir sobre las madres, pero mucho más se puede decir sobre las madres inmigrantes.

Mi madre es hija de inmigrantes ecuatorianos que llegaron a Venezuela en busca de un cambio de vida. Después de vivir en Venezuela una gran parte de su vida, mi madre siguió los pasos de sus padres y buscó una mejor vida para sus hijos en los Estados Unidos y aunque ella no lo crea y a pesar de las dificultades que mi familia todavía enfrenta, esa ha sido una de las mejores decisiones de su vida.

Mi madre, como yo, es indocumentada. Esto es algo que ella tal vez no le contaría a nadie recién conocido, ya que todavía se enfrenta con el miedo de ser deportada, pero es una realidad que la ha moldeado en la mujer que ella hoy es.

Desde un comienzo, mi madre plantó sus dos pies firmes en el suelo, determinada a que su visión para un mejor futuro para sus hijos se hiciera realidad. Muchas noches, cuando no alcanzaba el dinero, mi madre dejó de comer para asegurarse que la comida alcanzara para nosotros. Cuando no hubo trabajo, mi madre se aseguró de aprovechar todas las oportunidades posibles para que no nos faltara nada. En los días que yo no quería ir a la escuela, mi madre me insistía en la importancia de adquirir una educación y, cansada o no, se levantaba todas la mañanas a cocinarme el desayuno, todo esto mientras trabajaba en varios lugares, mientras mantenía la casa corriendo, mientras temía que el estatus legal de sus hijos los limitara. Nunca hubo una queja, nunca hubo un reclamo -mi madre siempre mantuvo su cabeza en alto- y aún cuando su temor a ser deportada nunca la deja, yo me enorgullezco de saber de qué tengo a una persona fuerte y dedicada detrás de mí, una persona que ha sacrificado más de lo que yo podría pedir, una persona a la que admiro y quiero.

Es por esto mismo, que cuando los políticos dicen que la culpa de porque hay jóvenes indocumentados en este país es la de los padres, yo alzo la mano.

Ni mi madre, ni mi padre, tienen culpa de nuestra situación legal. Tampoco tienen culpa de querer una mejor vida para sus hijos, y mucho menos por el sistema migratorio de este país - el cual destruye familias a diario-. La única culpa que mi madre carga, es esforzarse cada día para asegurarse de que su decisión sea válida en su mente. De que su trabajo y sacrificio sea validado de una forma u otra.

¿Cuántas lagrimas no ha derramado mi madre por no poder visitar a su familia en Venezuela? ¿Cuánto añora mi madre ver a todos sus hijos graduados, con sus vidas hechas? ¿Cuánto dolor siente una madre por no poder reportar los crímenes a los que se somete, o los que observa?

En este día de las madres, quiero expresar mi reconocimiento a una de las personas que me ha empujado a ser quien soy yo hoy en día. Mi madre nunca ha dudado de mí y, como muchas otras madres que trabajan duro para mantener su familia unida sin importar su estatus legal, mi madre siempre me ha dicho que lo yo me ponga como objetivo en la vida lo lograré alcanzar.

Si eres madre inmigrante y estás leyendo esto, quiero que sepas que la preocupación, la angustia, y el desespero es temporal. Todo va pasando, y hay muchas personas quien valora tu trabajo, tu actitud, y tú ser. Y aunque no lo creas, tus hijos te agradecen por la oportunidad que le has brindado, de una vida segura con posibilidades, que aunque se vean limitadas a tiempos, les ensenaran como valorar la familia y lo que se les ha ofrecido durante su vida.

A todas las madres o figuras maternas, que hayan migrado por sus hijos o familia, las felicito, ya que ser madre es una jornada en sí misma, pero ser madre inmigrante es un tema totalmente diferente. A las madres se las respeta, pero a las madres inmigrantes se las admira.

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Juan Escalante es un activista politico, quien se enfoca en temas migratorios y colabora para lo organización DreamActivist.org. Escalante es un recien graduado de Florida State University, donde estudio Ciencias Politicas y Relaciones Internacionales.

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