Hola...Tú sí estás flaca

"Hola, ¡tú sí estás flaca!" Ese fue el saludo que recibí de un par de personas conocidas en el último evento social al que mi esposo y yo decidimos asistir. Sí, así como lo escuchan, les juro que no me lo estoy inventando. No una, sino dos personas me saludaron con un "¡hola, tú sí estás flaca!"
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"Hola, ¡tú estás flaca!" Ese fue el saludo que recibí de un par de personas conocidas en el último evento social al que mi esposo y yo decidimos asistir. Sí, así como lo escuchan, les juro que no me lo estoy inventando. No una, sino dos personas me saludaron con un "¡hola, tú sí estás flaca!"

Les confieso que mi reacción fue tan internamente visceral que todavía la estoy asimilando. A veces me siento muy ingenua, de la forma más insospechada, en cuanto a las dinámicas sociales que me tocan vivir. Pero recuerdo que di dos pasos hacia atrás, con una sonrisa helada y muda de la sorpresa. Todavía me cuesta creer que me quedé sin palabras; yo, que hablo hasta por los codos.

Los ojos de mi introspección se posaron fijamente sobre mi propia silueta e hicieron un análisis crítico de arriba a abajo de mi fisonomía.

"¿Flaca yo? ¿En serio?", dije para mis adentros. "¡Pero si siempre he tenido la tan mentada figura de pera, de esas peras marrones que tienen mucha pulpa entre cintura y rodillas! ¿Habré escuchado bien? No, no puede ser verdad".

Recuerdo también haber mirado a mi esposo con ojos de quien sufre un mal susto a medianoche. Él, que me conoce tan bien, en seguida se dio cuenta de mi estado de estupefacción. Y luego miré a mi alrededor a ver si resultaba que estas dos personas me habían confundido con otra "flaca", otro fideo de espagueti quizás, otra mujer. Pero no.

Era evidente que me estaban saludando a mí.

Por aquello de no echar a la basura mis tantos años de educación y entrenamiento en gracias sociales, me limité a validar lo que a todas luces parecía ser un saludo mal mezclado con una dosis de piropo. Pero por dentro, estaba completamente consternada.

Para comenzar, si bien no estoy gordita porque me cuido mucho, me alimento bien y hago ejercicios, nunca he sido exactamente la definición de una mujer flaca. Soy puramente caribeña y mi cuerpo refleja -y a mucha honra- la ya conocida mezcla de voluptuosidad tricolor de nuestras culturas. Igualita que la Tembandumba de la Quimbamba, a quien glorificara el gran poeta puertorriqueño Luis Palés Matos en "Majestad Negra", se puede decir que voy por la vida con mi "caderamen, masa con masa", pensando que esta "grupa" no hay donde esconderla o camuflarla.

Pero por otro lado, el que considero más importante, me sentí sumida en una especie de inopia cultural al recibir este peculiar saludo. ¿A dónde ha ido a morir el "hola, ¡qué bueno verte!" o el interés genuino en el prójimo? ¿Acaso es que el "hola, ¿cómo te va?" ya es un pronunciamiento arcaico o fuera de moda? ¿Qué dice esta nueva versión del saludo de los valores de la persona que lo produce, de sus prioridades en la vida? ¿Qué dice esta fijación con la esbeltez y la dieta, de nuestra educación y cultura colectiva actual?

¿Qué dice un "hola, tú sí estás flaca" de lo que hoy define a una mujer? ¿Acaso la mujer ha sido reducida meramente a la condición física y estética de su cuerpo?

Yo simplemente me niego a asumirlo como un saludo socialmente aceptable. Para mí no es un chiste, no es una broma, no es una buena movida para intentar hacerse el más simpático. No es ni siquiera un piropo que yo, como mujer, pueda recibir sin mayor consideración. Así no se debe saludar a nadie.

La verdadera elegancia y la gracia social está en la consideración y el respeto a los demás en toda su diversidad de formas y colores, no en convertirlos en objetos y figuritas. Que en nuestra época estemos perdiendo la noción de esto me parece lamentable. El verdadero dominio de nuestras interacciones sociales está en extender una mano firme y franca, en dar un abrazo sincero, en el mirar a los ojos a la persona con quien interactuamos y en poder llevar una buena conversación.

Háganme caso, se los digo yo.

"Por la encendida calle antillana,
-Rumba, macumba, candombe, bámbula-
Va Tembandumba de la Quimbamba".

- del poema "Majestad Negra", de Luis Palés Matos.

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