10 mujeres VIP para la historia

Las mujeres que les quiero presentar son mujeres importantes, de incalculable relevancia social. Algunas de ellas las he conocido personalmente durante mis años en la República Dominicana. He hablado con ellas mirándolas fijamente a los ojos, tratando de entender sus vidas y aprender de ellas. A otras ha sido imposible ignorarlas habiéndose situado en las primeras planas de los medios de información locales e internacionales.
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Las mujeres que les quiero presentar son mujeres importantes, de incalculable relevancia social. Algunas de ellas las he conocido personalmente durante mis años en la República Dominicana. He hablado con ellas mirándolas fijamente a los ojos, tratando de entender sus vidas y aprender de ellas. A otras ha sido imposible ignorarlas habiéndose situado en las primeras planas de los medios de información locales e internacionales.

Estas mujeres son lo que considero "mujeres VIP". Pero contrario a lo que ustedes se puedan imaginar, no son bellas modelos como Gisele Bündchen, ni artistas famosas como Beyoncé, ni poderosas empresarias o, para los efectos, presidentas de ninguna nación soberana. Son mujeres VIP porque sus vidas son las vidas de cientos de miles de otras mujeres del mundo entero, que viven luchando día a día contra corriente, en los abismos de la desigualdad y las carencias. ¡Falta tanto camino por recorrer, que hoy quiero reconocer su sacrificio!

1. Esperanza
Esperanza llegó un buen día a un hospital de Santo Domingo con 9 semanas de embarazo. A sus 16 años de edad y en un país donde los embarazos entre adolescentes han llegado al nivel de la epidemia, su rostro para los doctores seguro que parecía un rostro común. Una muchacha más, habrán pensado. No era la primera ni sería la última adolescente en enfrentar el dilema de traer un hijo al mundo a destiempo.

Pero como si esto fuera poco, el futuro de Esperanza se pintaba aún más duro y obscuro. Su cuerpo era víctima de una leucemia linfoblástica aguda que la consumía por dentro. Esta doble estocada del destino convirtió a Esperanza en el blanco perfecto para practicar con ella -usurpándola de su privacidad y dignidad- toda clase de moralinas sobre el aborto a nivel público. De repente dejó de ser lo que era, una adolescente enferma con un embarazo temprano, para convertirse en el trofeo de los grupos "pro vida" y la causa de los que asumen la postura "pro decisión" femenina. Y mientras tanto Esperanza y el feto que llevaba adentro morían, esperando en un hospital. Ambos.

Existe evidencia médica de pacientes embarazadas con cáncer que pueden salvarse ellas y a sus bebés con el debido tratamiento de quimioterapia. Pero para Esperanza las cartas estaban echadas y ella no recibiría a tiempo ningún tratamiento. La tenían atada, sujeta por una maraña de juicios morales, mitos y leyendas, en un país en el que TODO el que no puede, ni debe, tiene una opinión, aunque sea un disparate. La decisión de recibir quimioterapia y asumir las consecuencias para su embarazo era de Esperanza. La decisión de abortar o no para intentar salvar su vida debió haber sido únicamente de Esperanza. Pero le tocó vivir en un país en donde las leyes criminalizan el aborto, a la mujer y a los doctores que se atrevan a practicarlo en cualquier circunstancia, sin importar distinción, así sea que la madre muera.

Esperanza y el bebé en gestación murieron en agosto de 2012.

2. Rosa Emilia
A sus 29 años Rosa Emilia ya era madre de 5 hijos entre las edades de 15 y 2 años. Según sus vecinos del barrio la Toma de Cambita Garabito en la provincia de San Cristóbal, era una mujer noble y buena, dedicada a su familia. Hasta el día en que se le ocurrió compartir con su marido su deseo de regresar a la escuela para terminar sus estudios. Yo me imagino que Rosa Emilia vio la cara de sus hijos -como yo he visto la cara de mis hijos- y habrá pensado que ella quería superarse, ser mejor por ellos. Tal vez pensó que sabiendo más, teniendo mejores destrezas para obtener un trabajo, ayudaría a sacarlos adelante.

Esa misma noche, sin embargo, su marido aprovechó que todos dormían en la casa, para agarrar un martillo y a puro golpe asesinar vilmente a Rosa Emilia en medio de un ataque de furia. En la mente perversa y enferma de José Delgado Calderón, las mujeres no estudian. Las mujeres se quedan en la casa pariendo, criando, cocinando y limpiando.

A Rosa Emilia la mató su marido en septiembre de 2013, dejando a 5 niños huérfanos.

3. Ana
Ana comenzó a tener hijos a los 14 años. En sus 40 años de vida, ha sido mujer de 4 hombres y ha enviudado 2 veces. Ana ha estado embarazada 11 veces porque sus maridos se lo han pedido, o más bien la han obligado, porque no les gusta usar protección y anticonceptivos. Por eso ha parido a 8 seres humanos y es abuela de 4 niños pequeños. Pese a ya haber alcanzado la mayoría de edad, 3 de sus hijos varones todavía viven con ella en una humilde casa de barro y planchas de zinc que está por derrumbarse, en un peligroso barrio de la Capital. El poco dinero que gana Ana trabajando de sol a sol como empleada doméstica sus hijos se lo arrebatan tan pronto ella regresa a su casa, cansada, rebuscándole el bolso sin permiso. Ella, por miedo a tanta "testosterona", se lo permite. Son hombres, adultos, hechos y con fuerzas, que siempre tienen la "mala suerte" de carecer de algo: Gas para la estufa, pan, huevos, leche, cerveza y dinero para las apuestas. También necesitan cigarrillos.

Ana lleva más de 10 años sin comprarse un par de zapatos con el dinero que gana con su trabajo. Pero cuando sus hijos sienten la sed del alcohol, le exigen con lenguas de látigo más y más como si ella, su madre, fuera su esclava. Le recriminan y le dicen "fastídiate manteniéndonos. Tú nos pariste".

Ana salió hoy nuevamente a trabajar.

4. Gabriela
Gabriela es una de las hijas adolescentes de Ana y así parte de una cadena de miserias. A la tierna edad de 13 años conoció a un hombre que la cautivó, cual princesa en cuento de hadas, prometiéndole villas y castillos. Gabriela vio en él la perfecta oportunidad de huir lejos del yugo de sus hermanos mayores, los que viven en su casa. Sin una educación que superara el octavo grado, sin una madre presente que la orientara y -sobre todo- sin educación sexual alguna porque en las escuelas esos temas son tabúes, Gabriela se fugó de la casa y se entregó a "su macho" porque ella lo amaba y necesitaba ya un descanso de tanto abuso. Poco le importó a ese hombre que Gabriela fuera menor de edad y simplemente se la llevó. Ana la estuvo buscando durante días, loca del miedo imaginándose lo peor, sin saber su paradero.

Hasta que una tarde, encontrándose nuevamente sola y en la calle por el abandono de su hombre, agarró un teléfono prestado y llamó a su mamá. "Estoy embarazada", le dijo a Ana, que soltó una lágrima que yo llegué a ver bajar por su mejilla.

Hice lo posible por apoyar a Ana para mantener a Gabriela saludable. Pero jamás sabré las verdaderas razones por las que su bebé murió a los 7 meses de gestado, mientras estaba aún en su vientre. Solo sé que ella estuvo 2 días sentada en la sala de emergencias del hospital público; viendo a los médicos y las enfermeras pasar, esperando que alguien la atendiera. Al cabo del tercer día y luego de depositar yo mis influencias, Gabriela tuvo que parir a su bebé muerto con el dolor desgarrador de sus entrañas ante la falta de medicamentos para hacérselo más llevadero.

Gabriela regresó a vivir a casa de Ana, con sus hermanos.

5. Victoria
Una tarde de verano Juana, la madre de Victoria de 11 años, encontró un cuaderno viejo escondido debajo del pequeño colchón de su hija y lo comenzó a leer. Para su agonía, Victoria había escrito repetidamente sobre el sinsentido de su vida, sobre su deseo de morir, sin explicar claramente el por qué. Juana decidió hablar con su hija.

Un par de días después, tan pronto llegó a mi casa, Juana se desplomó en mis brazos ahogada en llanto. Cuando logré calmarla, me pudo explicar lo que le había sucedido a Victoria.

Unos meses antes, Victoria había salido de la escuela una tarde de San Pedro de Macorís y emprendió el camino a pie hasta la casa de su padre. Pero a mitad del trayecto frente al colmado se encontró con un vecino que la llamó insistentemente para decirle algo, cualquier cosa, sabrá Dios qué. Ella, inocentemente, al verlo conocido se le acercó y el hombre aprovechó esta confianza para llevarla a la fuerza a un callejón, donde le arrancó su ropa interior y abusó sexualmente de ella. Ese día Victoria perdió irremediablemente su inocencia y dejó de ser una niña.

Siguiendo mis consejos y tras mucha deliberación, Juana decidió, si bien muerta de miedo, denunciar al atacante de su hija. Victoria, sin embargo, volvió a ser víctima de su comunidad quienes en adelante la estigmatizaron por ser una "mujerzuela provocadora" de hombres. Así no habría justicia que valiera un centavo. Tal parece que la mujer siempre tiene la culpa.

Juana sigue trabajando como niñera para poder pagarle a Victoria múltiples terapias con una psicóloga. Victoria se ha propuesto a terminar de estudiar.

Y así, como estas dignas mujeres, día a día las veo pasar por mi vida. Son mujeres para mí historia, para nuestra historia colectiva.

Próximamente les comparto la segunda parte de mi lista.

*Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de los sujetos.

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