Operación Langostas y Larvas

La masacre de Mapiripán, por la cual mi padre está condenado, parece ser un eslabón de una cadena transnacional de venta ilegal de armas, narcotráfico, corrupción y crimen, conocida como "Operación Langostas y Larvas". Aquí consigno los resultados, hasta ahora inéditos, de mi investigación.
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La masacre de Mapiripán, por la cual mi padre está condenado, parece ser un eslabón de una cadena transnacional de venta ilegal de armas, narcotráfico, corrupción y crimen, conocida como "Operación Langostas y Larvas". Aquí consigno los resultados, hasta ahora inéditos, de mi investigación (los anexos pueden ser consultados pulsando el texto resaltado en azul).

El 12 de julio de 1997, un grupo de paramilitares (grupo ilegal de extrema derecha en Colombia) viajó desde el Urabá antioqueño hasta San José del Guaviare para realizar una masacre en el municipio de Mapiripán, hasta entonces controlado por la guerrilla de las FARC. Estos hechos son recreados en el documental de mi coautoría ¿Por qué lloró el General?, así que no ahondaré en ellos. Lo insólito, y el punto de partida de este artículo, es que la empresa Servicio Aéreo del Vaupés SELVA Ltda., legalmente constituida, fue la encargada de transportar a los paramilitares que sembraron el terror en Mapiripán.

Cuando las autoridades colombianas indagaron al Gerente de SELVA por los antecedentes del vuelo cargado con paramilitares el 12 de julio de 1997, en el avión ANTONOV HK-4009X, el suscrito Gerente aportó un documento según el cual este desplazamiento fue contratado por un particular en la ciudad de Bogotá. Tras constatar que el número de identidad o nombre del supuesto contratante era falso, las autoridades formularon una pregunta fundamental: ¿La empresa SELVA fue contratada por las Fuerzas Armadas para realizar algún tipo de vuelo en julio de 1997? La respuesta del Gerente fue tajante: "1. Para la primera quincena del mes de julio de 1997 ni el Ejército ni la Policía Nacional contrataron con SELVA LTDA el transporte de personal" (ver respuesta del 11 de agosto de 1997, aunque el documento aparece un poco ilegible).

Está demostrado que el representante de SELVA le mintió a la justicia colombiana. La empresa de aviación a su cargo, utilizando el mismo avión ANTONOV HK-4009X, no sólo transportó personal y carga para las Fuerzas Armadas en la primera quincena de julio de 1997, sino también lo hizo en muchas otras ocasiones entre junio de 1997 y octubre de 1998. Se tiene registro que en ese periodo la empresa SELVA transportó, en más de 70 vuelos a diferentes regiones del país, por lo menos 3.150 hombres y 7 toneladas de explosivo SISMIGEL de la Industria Militar (INDUMIL), siendo beneficiaria de los jugosos contratos que se obtienen por estos servicios.

La alianza entre paramilitares y Fuerzas Armadas en el Urabá antioqueño y San José del Guaviare no admite duda; los testimonios indican que los vuelos utilizados en la masacre de Mapiripán contaron con el acompañamiento de personal militar y policial, tanto en el lugar de origen como en su destino final. Cabe preguntarse si el desplazamiento por todo el país de "conscriptos" (civiles pendientes de resolver su situación militar), como efectivamente se realizó haciendo uso de la empresa SELVA, ¿fue en realidad una estrategia para movilizar paramilitares por todo el territorio nacional? y, en ese orden de ideas, ¿la operación de Mapiripán no fue circunstancial? Quiero pensar que no fue así, pero hay denuncias recientes que apoyan esta tesis.

Los documentos y hechos antes citados no son nuevos; hacen parte del expediente judicial de la masacre de Mapiripán en Colombia y por eso llama la atención que los representantes de SELVA no hayan sido investigados formalmente y que el avión ANTONOV HK-4009X, utilizado para cometer un crimen de lesa humanidad, jamás haya sido inmovilizado. Pero bueno, ¿qué podemos esperar de una justicia sesgada y parcializada como la nuestra? Lo grave es que esta historia no termina aquí.

Hay indicios de que la empresa SELVA tiene un prontuario criminal más amplio que sus mentiras a la justicia colombiana y el transporte de paramilitares. Según un artículo publicado por EL NUEVO DIARIO de Nicaragua, el 27 de noviembre de 2001, existen informaciones de que la empresa SELVA alquiló, a partir de enero de 2000, los servicios de un avión ANTONOV, matrícula YN-CFQ, de propiedad de la empresa nicaragüense Inversiones Hispanas S.A. Este avión, según el mismo artículo, antes de ser alquilado a SELVA, tenía un largo historial de vuelos a suelo colombiano con un fin criminal: "trasiego" o tráfico de armas. Curiosamente, hacia finales de 1996, esas armas tenían como destinatarios los guerrilleros del ELN, y en 1997 (año en que ocurre la masacre de Mapiripán) los receptores del armamento empezaron a ser los paramilitares. También curiosamente uno de los tripulantes del avión ANTONOV en mención "fue reconocido por las Fuerzas Militares de Colombia de la Guarnición Militar (de) Tolemaida, como Ingeniero de Vuelo del Batallón Aerotáctico". Con esta estructura criminal, los periodistas nicaragüenses aseguran que se puso en marcha la denominada "Operación Langostas y Larvas" (nombre alusivo a armas y municiones).

Con los cuestionamientos públicos que recaen sobre la empresa SELVA es paradójico que la misma, hasta la fecha, ostente la posición privilegiada de contratista de las Fuerzas Armadas colombianas (ver contrato reciente). Mi asombro fue mayor cuando me percaté que, entre 2005 y 2010, la misma empresa SELVA LTDA contrató más de 16 millones de dólares con el Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Al parecer todo confluye en un gran negocio en el que poco importan los muertos y las injusticias. La actitud de las autoridades norteamericanas es desconcertante; llegaron al extremo de otorgar asilo o refugio al principal responsable de la masacre de Mapiripán, sin olvidar las suspicacias que generó la presencia de personal militar estadounidense muy cerca del lugar de la matanza en julio de 1997.

Ahora entiendo porqué Mapiripán necesitaba de un chivo expiatorio de gran calado. Para desgracia de mi familia, el escogido fue el General Uscátegui. Con las falsas acusaciones emitidas en su contra, se desvió la atención del Urabá antioqueno, epicentro de la masacre de Mapiripán y del paramilitarismo en Colombia, y se encubrió una "olla podrida" cuyo principal ingrediente he logrado descifrar: langostas y larvas.

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