El cubano que todos llevamos dentro

Ser latinoamericano implica recordar todos los días que hay un pueblo hermano sumido en la tiranía y el despotismo. Hoy mis líneas son para ese pueblo isleño que después de 54 años de opresión aún sueña con libertad.
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.

2013-10-08-Imagenescubaarchive.jpg

Ser latinoamericano implica recordar todos los días que hay un pueblo hermano sumido en la tiranía y el despotismo. Hoy mis líneas son para ese pueblo isleño que después de 54 años de opresión aún sueña con libertad.

Tratemos de ser objetivos: antes del 1 de enero de 1959, año en el que triunfa la Revolución en Cuba, el país no era propiamente un paraíso. Como el resto de naciones latinoamericanas, sufrió los estragos de una colonización extorsiva y la dificultad posterior para sentar los pilares de una república naciente. El experimento republicano que en buena parte de América Latina se desarrolló en el siglo XIX, sólo llegó a Cuba en 1902 cuando se conquistó la independencia.

Después de algunos años de improvisación y ambiciones de diferente índole, que determinaron el rumbo de la isla en la primera mitad del siglo XX, irrumpe de lleno en el escenario cubano el comunismo internacional con su intención de arrasarlo todo, de acapararlo todo. Así quedó demostrado una vez que Fidel Castro y unos cuantos de su generación se tomaron el control por las armas y, en lugar de reestablecer el orden constitucional (Constitución de 1940) y convocar a elecciones libres, como era la promesa de los insurgentes, decidieron perpetuarse en el poder para imponer un modelo marxista-leninista.

Razón tenía Lord Acton (1834-1902) cuando sentenció que "el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente". Esa es la imagen de Cuba después de más de medio siglo de poder absoluto: alrededor de 7,600 personas han sido asesinadas o desaparecidas por el régimen durante el periodo 1959-2012 (según "Cuba Archive"); otras miles han muerto intentando salir de la isla; y en términos generales la vida política, económica y social permanece controlada por el Partido Comunista Cubano.

No se puede olvidar que la pena de muerte existe en Cuba - judicial y extrajudicialmente - y para ser objeto de ella sólo se necesita pensar distinto al monarca o sus testaferros.

Es frecuente escuchar a quienes exaltan el modelo cubano por sus avances en materia social. Algunos se jactan diciendo que Cuba tiene el cuarto mejor Índice de Desarrollo Humano en la región, después de Chile, Argentina y Uruguay. Al respecto, dos anotaciones: 1. Basta revisar algunos indicadores para percatarse de que antes de 1959 la población cubana ya era una de las más "prósperas e igualitarias" de la región (ver informe publicado por El Cato Institute); y 2. Es inaceptable la mera suposición de que el bienestar social se obtiene con un modelo represivo. Me resisto a creer que se necesita un Pinochet o un Castro para figurar en un ranking de desarrollo humano.

Me gustaría ponerle un rostro a esta tragedia, confiando que eso nos ayudará a ser menos indiferentes. Ver a los hijos y la esposa del extinto líder cubano Oswaldo Payá, sufriendo su partida tras un confuso "accidente" de tránsito en 2012, tal y como lo retrató la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) en su revista anual, me produce enorme indignación.

2013-10-08-Diapositiva3.JPG

¿O qué decir del relato sobre la reciente detención y condena del ciudadano cubano Iván Fernández Depestre, declarado "prisionero de conciencia" por Amnistía Internacional (AI) el pasado 11 de septiembre?

2013-10-08-Diapositiva4.JPG

Las nuevas generaciones de cubanos recuerdan con justa razón el discurso del Representante a la Cámara Rafael Díaz-Balart, pronunciado en 1955 cuando se discutía la amnistía a Fidel Castro:

"Ellos no quieren paz. No quieren solución nacional de tipo alguno, no quieren democracia ni elecciones ni confraternidad. Fidel Castro y su grupo solamente quieren una cosa: el poder, pero el poder total, que les permita destruir definitivamente todo vestigio de Constitución y de ley en Cuba, para instaurar la más cruel, la más bárbara tiranía, una tiranía que enseñaría al pueblo el verdadero significado de lo que es tiranía, un régimen totalitario, inescrupuloso, ladrón y asesino que sería muy difícil de derrocar por lo menos en veinte años."

Este mensaje premonitorio, que bien aplica para América Latina hoy, hace que el cubano que todos llevamos dentro grite: ¡LIBERTAD!

Popular in the Community

Close

What's Hot