Raciones alimentarias del capitalismo

Estamos llegando al punto de hacer de la comida una adicción, una droga de baja intensidad, se ha colocado la ciencia al servicio de la obesidad.
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La comida es fundamental en los seres vivos, una necesidad impostergable, se bebe y se come para crecer y mantenerse, los nutrientes (lípidos, carbohidratos, grasas minerales y agua) son indispensables para conservar la vida. El asunto a dirimir es como se ha tergiversado la debida proporción de estos, lo que afecta con creces el balance energético, y como poco a poco de forma acelerada está llevando a la destrucción al ser humano.

En las últimas décadas esta aprehensión ha sido utilizado con fines mercantiles exclusivamente, se habla continuamente del alimento global, como si todos los habitantes de la tierra se pudieran pesar en una gran balanza, y a esos millardos de toneladas de masa amorfa, al igual que los pollos en las granjas o al ganado estabulado entregarles la ración requerida, como si fueran parte del manjar de un sector intermedio de la cadena trófica, en el proceso de transferencia de sustancias nutritivas.

Estamos llegando al punto de hacer de la comida una adicción, una droga de baja intensidad, se ha colocado la ciencia al servicio de la obesidad, alimentos con muchas grasas que despiertan reacciones químicas que aumentan el apetito, (los doritos, los maní salados, las galletas oreo), igual que los azucares que al no necesitar de un proceso digestivo pasan a la sangre y dan una sensación de placer y bienestar inmediato, pero sin medir las consecuencias futuras.

Si a este modelo económico alimentario por el rápido crecimiento poblacional para satisfacer la demanda, se tiene la necesidad de incrementar la producción a como dé lugar y se llevan por delante las debidas precauciones de salud pública, lo que parece una solución se volverá un problema, no se nos olvide que los modelos de producción influyen sobre los modelos de consumo, ejemplos sobran, no se le pone freno como utilizar semillas transgénicas cuya repercusión en la salud no ha sido medida, el incremento de pesticidas, destinados a repeler animales y plantas perjudiciales, ¿Quién ha dicho cuales?, por algo las alimañas están en la creación , que no lo sepamos exactamente, y queramos favorecer a unos más que a otros para nuestro beneficio es otro asunto, los fertilizantes vistos como panacea, no han hecho más que perjudicar el medio ambiente a la larga pues acaban con los recursos naturales primigenios. Además la mayoría provienen de combustibles fósiles, es como beber gasolina si al caso vamos.

Los cambios de habito de los pueblos especialmente el norteamericano, ha creado un problema de dimensiones inalcanzables de salud pública, casi una epidemia de obesos, un consumo irracional que no se detiene, es tan fuerte que hemos llegado a la locura de crear de una de las cadenas de comida rápida el índice de la revista the economist , Big Mac, para determinar el poder adquisitivo y su relación con el dólar.

El asunto es combatir la alienación a la comida, pues a pesar de que es un derecho del hombre a comer cuantas veces quiera, donde y cuando, lo demoniaco, es la inducción que producen las grandes corporaciones alimenticias con técnicas de mercadeo, y mecanismos científicos por el afán de aumentar el capital, sin tomar en cuenta el envenamiento global.

Luego sería muy tarde, los procesos genéticos no se detienen y las mutaciones menos, el daño que ocasionan los colorantes de las gaseosas, los conservantes etc. lo cual ha dado lugar a cualquier tipo de cáncer.

Se está gestando un trastorno alimentario de grandes proporciones.

Nos han colocado en la posición de comer con los ojos.

La ración, su tamaño, la ingesta calórica, y el precio en una ecuación no homogénea que cumpla el propósito, de no poner a la población a engordar a diestra y siniestra, serian la solución. Por estudios se necesitan en promedio 2.500 calorías aproximadamente, ahora si en esta cantidad hay aditamentos que producen acumulación de grasas y consumo excesivo de harinas y azucares no hay ni que contar el desastre, ya se observa con preocupación el crecimiento desmedido en la población de la hipertensión, la diabetes recordemos que el azúcar es un radical libre, las frituras y el alcohol también, por estar desapareados están en la cacería de moléculas estables para convertirlas a su vez en radicales libres y producir una reacción en cadena que la mayoría de las veces termina en algún tipo de cáncer por la mutación genética que se produce.

La información y la educación no son suficientes para corregir este mal, claro que es mejor prevenir que curar. Raciones inmensas, en un mundo estresado aumentan la ansiedad, despiertan los sentidos, comer y beber sin medida, hay que empezar con profundidad a escuchar las quejas del cuerpo, este habla, e insistimos en contaminarlo.

La alimentación es un problema de estado, además de tomar en cuenta la hambruna mundial, es muy importante la cantidad y la calidad pues no hacemos nada con una sociedad obesa, una sociedad lerda, enferma, que de nada sirve para los retos que impone la supervivencia en el buen sentido de la palabra del hombre sobre la tierra.

¿Porque debemos pagar más, si queremos y debemos comer menos?

La ecuación solo tiene una única solución, bajar la ración pero en proporción darle mayor calidad en cuanto a producción, transporte conservación y almacenaje, todo esto incide en que sea óptimamente una comida saludable.

¿Comer rápido? ¿Para qué? Por más que lo deseemos nunca amanecerá más temprano, hacerlo destruye la relación humana, comida homogénea, anónima, sin camareros, sin relación humana, ya se ven frecuentes, aparte de las maquinas dispensadoras de refrescos, las de comida caliente, romper ese paradigma es la misión.

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