El Making of de un libro: El largo perfecto

Esta semana me siento optimista. Digamos que he tenido buenos días de escritura, la novela avanza y poco a poco voy conociendo mejor a mis personajes. Además, estoy en condiciones de revelarles por fin el título. ¡Por fin salió humo blanco de la chimenea de mi inspiración! Señoras y señores, tengo el gusto de anunciarles que el libro que escribo se llama "El regreso de Ernesto Lazcano".
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Esta semana me siento optimista. Digamos que he tenido buenos días de escritura, la novela avanza y poco a poco voy conociendo mejor a mis personajes. Además, estoy en condiciones de revelarles por fin el título. ¡Por fin salió humo blanco de la chimenea de mi inspiración! Señoras y señores, tengo el gusto de anunciarles que el libro que escribo se llama "El regreso de Ernesto Lazcano".

¿Por qué? Por varias razones. La primera, porque Ernesto Lazcano es el nombre del cadáver que encuentran al interior del baúl, en plena estación de trenes, allá por 1955. Es decir, Ernesto Lazcano es el nombre del personaje que da origen a toda la intriga del libro. Sin él, no existe el libro. No hay nada. Ernesto Lazcano, además, es el magnate millonario dueño del lujoso hotel en Coral Gables donde transcurre toda la acción, tanto en 1955 como en la actualidad. El concepto de "el regreso" se asocia al hecho que su historia pasada -y archivada con la justicia de la época- vuelve a estar presente en nuestros días. Es como si el personaje de Ernesto reviviera gracias a Miguel, el periodista que comienza a indagar en los misteriosos acontecimientos de su desaparición.

Por lo tanto, el título que elegí encierra en sí mismo todo el concepto de la novela: hay un hombre muy importante (por eso está señalado con su nombre y apellido) que vuelve del más allá a dirigir los hilos de una investigación que dará, por fin, con el autor de su muerte.

Con esto de que por fin encontré el título del libro, puedo respirar tranquilo. Y preocuparme de cosas verdaderamente importantes, como el largo de los capítulos. Tengo mi teoría al respecto. Pero antes te diré lo que opinan los expertos al respecto.

Hay teóricos literarios que han llegado a "medir" el largo de los capítulos. En general, dividen en tres etapas a los lectores: niños, jóvenes y adultos. Los niños, dicen, deberían leer capítulos de más o menos 1000 palabras. Si un escritor escribe un libro para jóvenes, debería hacer capítulos de alrededor 2500 palabras. En cambio, si se escribe para adultos, el capítulo podría tener hasta 4000 palabras.

Si los expertos lo dicen, por algo será. Sin embargo, como les decía un poco antes, yo tengo mi propia teoría. Y tiene que ver con la respiración.

Digamos que podría resumir mi teoría en la siguiente frase: "escribir es como hacer música, y leer es como cantar". Sé que suena un poco extraño, pero es la verdad. Y aplico dicha teoría cada vez que escribo. Siempre. Así sea un cuento, una novela o un texto para un blog, como éste que están leyendo en este preciso momento.

Y aunque no me crean, dicha expresión es mi manera de saber cuánto dura un capítulo de un libro, y en qué momento debo cerrar la historia para pasar a la siguiente unidad. En la próxima entrega de este blog les explicaré al detalle qué significa realmente "escribir es como hacer música, y leer es como cantar". Espero que también me acompañen en quince días más. ¡Gracias por seguir leyendo!

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