El making of de un libro: En busca del personaje

Recuerdo que mi mayor preocupación mientras escribía la Trilogía del "Malamor" (uno de mis trabajos literarios más conocidos) era construir personajes creíbles y llenos de recovecos. Siempre he tenido pánico de crear protagonistas débiles, acartonados, sin reveces, con una sola cara que repiten hasta el cansancio y que terminan por alejar a los lectores. En lo personal, gozo con aquellos personajes que poco a poco se van revelando frente a nuestros ojos y que, cuando creíamos conocerlos bien, develan una nueva faceta desconocida que nos deja atónitos y con ganas de seguir leyendo.
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Recuerdo que mi mayor preocupación mientras escribía la Trilogía del "Malamor" (uno de mis trabajos literarios más conocidos) era construir personajes creíbles y llenos de recovecos. Siempre he tenido pánico de crear protagonistas débiles, acartonados, sin reveces, con una sola cara que repiten hasta el cansancio y que terminan por alejar a los lectores. En lo personal, gozo con aquellos personajes que poco a poco se van revelando frente a nuestros ojos y que, cuando creíamos conocerlos bien, develan una nueva faceta desconocida que nos deja atónitos y con ganas de seguir leyendo.

Nunca he tenido miedo de inventar personajes que prometan una cosa, y que terminen haciendo otra. Que sean contradictorios. De hecho, la clave para escribir un buen personaje es la contradicción. Y aquí mismo lo voy a explicar.

Hay 4 elementos fundamentales a la hora de inventar un personaje:

El primero es una necesidad dramática. Es decir, el personaje quiere algo, pero algo (o alguien) se le opone. La historia se tratará precisamente de la lucha del personaje con ese algo, para intentar alcanzar su deseo.

El segundo es un punto de vista. Esto es la manera en la cual el personaje ve el mundo y lo que le rodea. Dicho de otro modo, son sus creencias. ¿Cree que el dinero hace la felicidad? ¿Cree que los hombres valen más que las mujeres? ¿Cree que los ecologistas son todos unos locos?

El tercer elemento es una actitud. Esta es una manera a través de la cual el personaje se muestra al resto. ¿Es machista? ¿Es tímido? ¿Es agresivo?

El cuarto y último elemento es el cambio. El ley que todo personaje debe cambiar a lo largo de la historia. Un personaje que es idéntico al comienzo y al final de un texto, es un personaje fracasado. Quiere decir que la historia no sirvió de nada, puesto que toda historia lo que hace es narrar el cambio, por muy mínimo que sea, de su protagonista.

Y ahora, todos estos cuatro elementos me dan vueltas y vueltas en la cabeza desde hace varios días. ¿Cómo empezar a construir con ellos al personaje central de la novela que pretendo escribir? El periodista que descubre el baúl ensangrentado, que pertenecía al dueño del centenario hotel en Coral Gables, debe tener una necesidad dramática poderosa. Debe, además, tener puntos de vista y actitudes muy atractivas para que el lector se identifique con él y aprenda a quererlo a lo largo de las páginas. Y su cambio debe ser evidente ante todos nosotros, para que la novela funcione. Suena fácil, ¿verdad? Pero es terriblemente difícil. Y estoy empezando a creer que el fracaso está ahí, a la vuelta de la esquina.

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