La NAS sustituirá los detectores moleculares GT200 en México

Endel 31 de diciembre, el diarioseñala que, a través de la Iniciativa Mérida, la Sección de Asuntos Antinarcóticos (NAS, por sus siglas en inglés) dará a la Secretaría de la Defensa Nacional -encargada del Ejército en México- una nueva dotación de detectores de explosivos, drogas y químicos, en sustitución de los cuestionables GT200. De ser cierta la afirmación, la salida de estos fraudulentos dispositivos parece cuestión de tiempo.
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En su editorial del 31 de diciembre, el diario El Universal señala que, a través de la Iniciativa Mérida, la Sección de Asuntos Antinarcóticos (NAS, por sus siglas en inglés) dará a la Secretaría de la Defensa Nacional -encargada del Ejército en México- una nueva dotación de detectores de explosivos, drogas y químicos, en sustitución de los cuestionables GT200. De ser cierta la afirmación, la salida de estos fraudulentos dispositivos parece cuestión de tiempo.

En el resto del texto de El Universal, se hace un recuento breve de la polémica que rodea a los GT200, desde el juicio de fraude que enfrenta su creador hasta el peritaje conducido por la UNAM y al UAEM para probar su ineficacia. También hace una mención al caso que interpeló la Procuraduría General de la República contra un juez que desestimó los resultados del detector como prueba jurídica -suceso que, recordemos, motivó a la Suprema Corte a atraer el juicio-. No se habla de la decisión de la PGR de suspender su uso ni de la supuesta investigación abierta al respecto.

Al respecto, el físico Luis Mochán, uno de los principales opositores al GT200 -y encargado de conducir el peritaje- ironizó al preguntar si, ahora que es Estados Unidos quien cuestiona a los aparatos, la UNAM y otras instituciones se atreverán a emitir un posicionamiento. Por ejemplo, en un artículo académico, Luis Reyes-Galindo documentó la laxitud de los organismos científicos nacionales (como la Asociación Mexicana de Ciencias), quienes nunca condenaron institucionalmente el uso de los detectores moleculares. Es cierto que el caso no sólo pasó desapercibido de la agenda mediática (emergiendo de tanto en tanto, pero sin un seguimiento puntual), sino que también se caracterizó por un mutis de la academia y una presión política liderada sólo por esfuerzos individuales.

De la editorial, llaman la atención al menos dos detalles. El primero, el rol que juega la NSA para la sustitución de los GT200. Recordemos que la Iniciativa Mérida destina recursos económicos para capacitación e inversión tecnológica en el combate al narcotráfico, el cual se gestiona en un esfuerzo bilateral. Por ahí surge la duda: ¿por qué un rompimiento tan abrupto? ¿Por qué el cambio radical de percepción? ¿Por qué primero la PGR y ahora la NAS se dan cuenta del error que se cometía con el GT200? Los puntos sugieren que un interés privado ha surgido como un catalizador de los acontecimientos. En pocas palabras: ¿a quién se le cayó el negocio?

El segundo detalle que tampoco debe perderse de vista es la ausencia de nombres. Las fuentes son difusas: las notas sobre la suspensión de uso en la PGR hablan de un memorándum que no conocemos; se dice que hay un expediente (e incluso, un consignado) de un caso que tampoco se ha visto. Ahora, se toma un posicionamiento de la NSA que, salvo el respaldo del diario, viene en carácter anónimo. Todas, declaraciones que vienen de espectros; y como tales, sujetas a más preguntas que certezas. Así mismo, tampoco hay una orden clara para desistir su uso. Sólo se anticipa que los GT200 tienen los días contados en México. Bien, enhorabuena por eso. Ahora, ¿cuánto tiempo les queda en operación y cómo -o con quiénes- se irán? Por ahora, no hay forma de saberlo.

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