Los problemas de 'iPadizar' la educación

No tengo ningún conflicto con el uso de dispositivos móviles en el aula. Por el contrario, me parece que la educación actual debe considerar a la tecnología como uno de sus pilares fundamentales.
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.
An employee types on a Belkin International Inc. 'Ultimate' tablet keyboard at Pepcom DigitalFocus in New York, U.S., on Thursday, April 11, 2013. DigitalFocus is Pepcom's annual Spring showcase that previews the tablets, laptops, smartphones, gadgets, videogames, toys, and consumer electronics that will be hot items for the gift-giving season. Photographer: Scott Eells/Bloomberg via Getty Images
An employee types on a Belkin International Inc. 'Ultimate' tablet keyboard at Pepcom DigitalFocus in New York, U.S., on Thursday, April 11, 2013. DigitalFocus is Pepcom's annual Spring showcase that previews the tablets, laptops, smartphones, gadgets, videogames, toys, and consumer electronics that will be hot items for the gift-giving season. Photographer: Scott Eells/Bloomberg via Getty Images

No tengo ningún conflicto con el uso de dispositivos móviles en el aula. Por el contrario, me parece que la educación actual debe considerar a la tecnología como uno de sus pilares fundamentales. Sin embargo, cada que leo un anuncio de alguna escuela -especialmente, en nivel básico- que presume que sus estudiantes utilizan un iPad para todo, me dan escalofríos. Tampoco tengo nada en contra de la tableta de Apple -yo tengo una, uso un iPhone y una MacBook Pro-, pero me parece que las instituciones educativas están errando el camino al 'iPadizar' a sus alumnos sin medir las consecuencias.

En términos tecnológicos, ¿qué se debería enseñar en las aulas? Richard Stallman, considerado el padre del software libre, aboga porque los niños se involucren con este tipo de programas desde los primeros años de educación. La razón es que el software privativo -aquel que está restringido por cuestiones de copyright- no permite la modificación de sus elementos ni el conocimiento de su código fuente. Es como si le diéramos al niño un juguete desmontable (como los bloques de plástico para construcción), pero sin que pudiera desmantelarlo y armar una pieza por sí mismo. Suena ilógico en términos de aprendizaje.

Al igual que con los bloques de plástico, lo importante es crear y ejecutar. El software privativo se asemeja más a una figura de acción con accesorios determinados, que condicionan la forma en que se utiliza a una o dos acciones dadas. Lo mismo pasa con las tecnologías. El ejemplo más claro es Microsoft Office, la paquetería de ofimática de Windows. Se ha convertido en una cuestión de costumbre: yo uso Office porque mi maestro me enseñó Office. En la oficina hay Office porque todos sabemos de Office. Mi hijo conocerá Office porque es lo que yo sé utilizar. Así, ad infinitum. En contraste, cuando a alguien le presente una alternativa como OpenOffice o LibreOffice, la sentirá incompleta, extraña. Así, aprendemos a usar marcas, no el concepto detrás.

El caso del iPad es aún más evidente. No he escuchado a una escuela cuyo discurso sea inculcar el uso de dispositivos móviles o tabletas. No. El discurso de ventas (y por desgracia, dentro del salón de clases) es usar el iPad. El iPad ya no es una marca o una ejecución, es el objeto en sí. Entonces, el niño crece basando su educación en un producto específico, con barreras y límites dados. ¿Qué ocurre si a uno de estos chicos le doy después un Kindle o una BlackBerry Playbook o una Microsoft Surface? Rechazo. Se sentirá -igual que cuando abrimos un procesador de texto desconocido- como algo que no corresponde con el adoctrinamiento (no hallo un mejor término para describirlo) recibido.

No discuto que el iPad ofrece muchas ventajas en el ámbito pedagógico, pero muchas se desvirtúan en aras de perseguir una moda y "estar a la vanguardia". El estudiante necesita explorar opciones, conocer cómo funcionan las cosas. Cuando una escuela está casándose con una marca, limita a sus alumnos a un esquema, que en el futuro, redunda en el sistema de consumo. Pero la otra apuesta -no digamos del software libre, sino al menos brindar más opciones y no centrarse en un producto- no suena tan atractiva como seguir la tendencia del mercado. No, no hay inconveniente en adaptar un iPad (u otro dispositivo) a la dinámica educativa; el problema es confundir gimnasia con magnesia y terminar calzando -muchas veces, a fuerza- el modelo educativo para que dependa de la tableta de Apple.

Popular in the Community

Close

What's Hot