El fraude de los detectores moleculares llega a la Suprema Corte de México

El fraude de los detectores moleculares ha llegado al máximo tribunal de México. La ministra Olga Sánchez Cordero de García Villegas ha atraído a la Suprema Corte de Justicia de la Nación un caso sobre la validez de los resultados de los GT200 como prueba jurídica. A pesar de que estos aparatos gozan de una pésima reputación entre la comunidad científica, el Ejército, la Marina y otros organismos de seguridad en el país los han utilizado como parte de su equipo en el combate al crimen organizado. Ahora toca al máximo tribunal de la nación dar una resolución definitiva.
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El fraude de los detectores moleculares ha llegado al máximo tribunal de México. La ministra Olga Sánchez Cordero de García Villegas ha atraído a la Suprema Corte de Justicia de la Nación un caso sobre la validez de los resultados de los GT200 como prueba jurídica. A pesar de que estos aparatos gozan de una pésima reputación entre la comunidad científica, el Ejército, la Marina y otros organismos de seguridad en el país los han utilizado como parte de su equipo en el combate al crimen organizado. Ahora toca al máximo tribunal de la nación dar una resolución definitiva.

Los detectores moleculares GT200 tienen una larga y sombría historia. Se trata de dispositivos manufacturados por la empresa británica Global Technical Ltd, los cuales se venden como detectores remotos de sustancias como explosivos, estupefacientes, oro, marfil o tabaco (dependiendo cómo se "calibre" el aparato). No cuentan con ningún tipo de batería ni fuente de poder, sino que se alimentan de la "electricidad estática" de quien lo usa. Carecen de componentes eléctricos y su sensor es descrito como "dos tarjetas con un pedazo de papel entre ellas"; más cercanos a la superchería que la tecnología de punta.

Varios países se han opuesto al GT200. En Tailandia, por ejemplo, su uso ha sido muy criticado por fallar en la detección de explosivos, lo que costó la vida de decenas de civiles. Así mismo, Reino Unido y Estados Unidos han alertado sobre la ineficacia del aparato. Pese a las críticas, en México su uso es muy extendido. Entre las dependencias que han adquirido los detectores moleculares se encuentran la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina, así como policías estatales en Sonora, Sinaloa, Tabasco, Durango, Baja California y Michoacán. No existen cifras oficiales sobre la cantidad de aparatos que hay en el país, aunque se calcula que son cerca de 940 piezas. Cada una tiene un valor comercial que va de los 275 mil a los 750 mil pesos, por lo que se estima que se han gastado más de 340 millones de pesos en los GT200.

Aunque alejados de la mirada mediática, en México han existido esfuerzos por desenmascarar el fraude de los GT200. Destaca el nombre del físico Luis Mochán, del Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM, quien ha mantenido un seguimiento puntual de la situación. En el terreno jurídico, la jueza Karla Macías Lovera determinó en octubre de 2011 que las pruebas arrojadas por el detector molecular carecían de validez. Recientemente, en junio de 2012, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión instó al presidente Calderón a realizar mesas de trabajo con la comunidad científica para evaluar la efectividad de los GT200.

Sin embargo, la Procuraduría General de la República defiende a los detectores moleculares, al grado de apelar una decisión de un juez de distrito, quien consideró inválidas las pruebas del GT200. Es por este reclamo que la Suprema Corte discutirá el tema en los próximos días. La decisión de la Corte servirá para marcar un precedente necesario para que -esperemos- de una vez por todas se termine este fraude de varitas mágicas en el combate a la delincuencia. En este momento, resulta imposible determinar cuántas de las personas que enfrentan cargos penales o han sido encarceladas en los últimos años han sido víctimas de estos aparatos. En la tierra de los presuntos culpables, lo que menos necesitamos son más acusaciones basadas en la pseudociencia y el engaño.

El GT-200 herramienta utilizada por la SEDENA en la lucha contra el narcotrafico :

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