Sergio Hernández: últimas señales

El poeta chileno Sergio Hernández nació en Chillán el 17 de marzo de 1931, siendo el menor de nueve hermanos, la mayoría artistas. Publicó doce libros. El último de ellos en 1998, titulado Adivinanzas, un libro para niños. En 1998 recibió el Premio Nacional de Literatura.
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.

El poeta chileno Sergio Hernández nació en Chillán el 17 de marzo de 1931, siendo el menor de nueve hermanos, la mayoría artistas. Publicó doce libros. El último de ellos en 1998, titulado Adivinanzas, un libro para niños. En 1998 recibió el Premio Nacional de Literatura.

Supe de él a través de ciertos comentarios que se difundían en Facebook y que expresaban molestia porque la familia del poeta no permitía que sus amigos y admiradores lo visitaran. Esto ocurría en momentos en que la salud del poeta se encontraba muy deteriorada. Hasta entonces no lo había oído nombrar. En mi amplio registro de lecturas de poetas chilenos me faltaba increíblemente uno de los más importantes.

Sus libros no son fáciles de encontrar. Como ediciones únicas que nunca superan los 1,000 ejemplares, rápidamente se pierden en los rincones polvorientos de bibliotecas anónimas o son vendidos como combustible en las ferias callejeras.

Tuve la fortuna de encontrar hace pocos días el libro Ultimas Señales en la biblioteca de mi abuelo. Publicado en 1979 por Editorial Nascimento, y en papel de mala calidad, hay que leerlo con cuidado para que sus hojas no queden deshechas con el tacto.

En sus interior, 35 poemas breves como haikus, que dejan de manifiesto una voz poética genuina, sensible, humana, cotidiana, evocativa y comprometida socialmente.

En el poema Está bien, expresa parte de su mirada vital:

Está bien
está bien
todo está bien
sólo que el hambre mata niños
y en la oscura humedad
crecen los muertos
y sin embargo está bien todo
y es grato haber llorado entre cipreces
embriagarse de tiempo
refrescar con amigos y cerveza
las blancas noches de verano
anclar el corazón en algún puerto
incorporar un poco de sol
el alma que habitamos
entretejer de amor
las noches y los días
y sobre todo pensar
que aún pertenecemos
a esta pequeña parte de la muerte
que hemos llamado vida

Las aspiraciones sociales, el embrollo de los días y la finitud de la vida se entrecruzan en su poesía creando un terreno baldío, una ecuación insolucionable, donde impera cierta decepción, pero donde también crecen los árboles y las flores.

Yo quise ser un día un tallo largo
muy robusto
y muy alto
adherido a mi tronco
hubiera ascendido el mundo
hasta los astros
quise ser el árbol más grande
de la tierra
florecido en otoño
en invierno
en estío
en primavera
tan alto habría sido
que por flores tendría las estrellas
ahora estoy aquí
me observo
nada tengo

Hernández se conmueve con el sufrimiento y la fortaleza ajena, y transforma en lenguaje poético el lento rodar de un inválido en silla de ruedas o las pausas de un ciego o el dolor de un canceroso.

El desánimo a ratos lo aqueja, se siente errático, culpable, desesperanzado, y entonces vuelca sus palabras hacia la confrontación del sentido mismo de escribir.

Pero finalmente todo en él es poesía, como la respiración de un ciprés, que necesita el agua, la luz, la tierra y la mirada del otro para existir.

En Yo soy como las plantas, se deshace de las grandes preocupaciones humanas y le da sentido a la simpleza de sólo existir.

Yo soy como las plantas o los árboles
que nunca han sabido quienes son
y echan flores o espinas
o atrapan insectos
ellos están ahí simplemente
(como yo en mi tierra)
y no les interesa ser astronautas
ni andar apretujados en los metros
o en los autobuses de las grandes urbes
por las noches
albergan a los pájaros
o contemplan humildes el universo
recibiendo amorosamente el rocío de la madrugada

Su poema Ultimo Deseo es ya un himno y una leyenda en la historia de la poesía hispanoamericana.

Antes de dejar de respirar
antes de retirarme definitivamente de este juego
no pongan ni siquiera un Cristo entre mis manos
pon tu sonrisa y tu mirada
y que eso sea el paraíso

El poeta falleció en Chillán, el 2 de octubre de 2010, a los 79 años.

Popular in the Community

Close

What's Hot