Mauricio Macri ya no ríe

Hace unos días, un grupo de docentes de una escuela pública bonaerense realizó una parodia sobre el jefe de Gobierno, Mauricio Macri y el ministro de Educación, Esteban Bullrich. La parodia, realizada supuestamente frente a estudiantes pequeños y apoderados, caricaturizaba a Macri y a Bullrich como "vaciadores" de la escuela pública.
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macri riéndose

Hace unos días, un grupo de docentes de una escuela pública bonaerense realizó una parodia sobre el jefe de Gobierno, Mauricio Macri y el ministro de Educación, Esteban Bullrich. La parodia, realizada supuestamente frente a estudiantes pequeños y apoderados, caricaturizaba a Macri y a Bullrich como "vaciadores" de la escuela pública.

Un apoderado hizo circular el video en el que se ve al actor que representa a Macri diciendo: "En esta escuela hay un curso con 12 alumnos. ¡Cerrémoslo ya!", y luego "Mirá, si fuera por mi, privatizo todo como en Chile o le doy una beca a cada uno de ellos (alumnos) y que se vayan a una privada".

A raíz de ello, el Ministerio de Educación porteño separó de sus cargos a la directora, la vicedirectora, la secretaria, dos maestras de sexto y séptimo grado, y un bibliotecario del establecimiento.

Tal amonestación me trajo a la memoria la temática recurrente de las obras de Milan Kundera, donde el humor y el poder suelen tener escaso avenimiento. Recordemos que esa maravilla de novela titulada La Broma, se estructura a partir de un suceso totalmente cotidiano y diríamos insignificante como una inocente broma entre amigos. Sin embargo, en sociedades autoritarias y sumamente jerárquicas, como la comunista, la fascista, y ahora la argentina, tales expresiones del humor se consideran abiertamente subversivas y se amplifican hasta un punto verdaderamente ridículo.

Existen reglamentos en Argentina que prohiben la realización de actos de caracter político en las escuelas, por lo tanto, la separación de sus cargos de los profesores no es ilegal. Sin embargo, sabemos que las leyes de cada país, y sobretodo de los países sudamericanos, lejos de responder a nobles principios humanitarios, son más bien camisas de fuerza que van imponiendo las oligarquías locales para perpetuarse en el poder y perpetuar un esquema social propicio para que ese poder se desenvuelva de manera perfectamente funcional a sus intereses.

Esto es muy parecido a prohibir en los kioscos de los colegios la venta de frutas y leche y refrescos, porque pueden causarle una indigestión mental a las autoridades de turno. La política está presente en cada aspecto de nuestra convivencia, y rentringir por decreto su libre expresión es una demostración de autoritarismo perverso. Es decir, quien tiene la momentánea investidura administrativa de un lugar, se arroga también el mesianismo de imponer su visión filosófica sobre el sentido de la política, enmudeciendo y coartando el accionar de los formadores oficiales del Estado y negándole aristas cruciales de la educación a los estudiantes.

Los padres tampoco se suelen hacer cargo de ese tema. Lo eluden, lo taquean, lo esconden, y no dejan que los profesores le hablen de eso a sus hijos, por lo que al llegar a cierta edad los jóvenes se terminan diplomando de analfabetos funcionales de la política, especies de copitos de panadero al que se lo lleva cualquier viento.

Reaccionan los gremios

Las reacciones, sin embargo, comenzaron de inmediato. Ya sabemos que Argentina, más que una nación unida, es un castillo de naipes de resentimientos múltiples, por lo que los dardos enrostradores circularon en distintas direcciones. Buena parte de la población (de acuerdo a lo que se percibe en los comentarios en los distintos medios argentinos) estuvo de acuerdo con la medida, por cuanto siguen viendo el accionar político en los colegios como algo muy negativo, y en cambio, a las autoridades políticas se les ve como a seres superiores dotados de un aura de poder e infalibilidad mental.

La mentalidad de la mayoría de las personas ha sido esculpida a lo largo de siglos y milenios en base al miedo. El miedo paraliza mucho más que el hambre o la violencia física permanente. Quienes se dedican a la política lo saben muy bien, y se especializan en el arte intimidatorio con mucho mayor fervor que en el arte de la oratoria. Y es comprensible, por cuanto es en la política donde se despiertan las mayores pasiones humanas, donde se reparte la riqueza, donde las lealtades y traiciones cambian su máscara en cosa de segundos, y donde los rencores suelen tener un desenvolvimiento sangriento.

Los grupos que se han logrado enquistar en el poder, y que usualmente son los mismos que han acaparado la gran propiedad y el poder económico, saben que su predominio dependerá del miedo que infundan en la población, más que en el deslumbramiento que despierten sus oropeles o sus esporádicos actos de beneficencia.

A Macri las cosas no se le han dado fáciles. Desde hace rato que mantiene una disputa por la popularidad con el gobierno. Uno y otro buscan excusas para desacreditarse. Sin embargo, ninguna acusación ha llegado hasta los tribunales, con lo cual queda en claro que son sólo afrentas en el vacío. Esta vez la presidenta argentina no tomó cartas en el asunto, pero los gremios docentes sí le hicieron sentir su malestar, convocando a un paro que dejó a trescientos mil alumnos sin clases.

Los gremios docentes se movilizaron hacia la sede del Gobierno porteño, frente a la Plaza de Mayo, donde denunciaron la "persecución" de Macri y de su ministro Bullrich, acompañados por los legisladores kirchneristas Andrés "Cuervo" Larroque y Juan Cabandié.

"Macri nos ataca porque quiere estigmatizar a la escuela pública", afirmó el secretario general de UTE-Ctera, Eduardo López. Agregó que "los docentes pelean por un sistema democrático y emancipador que incluye a todos los que piensan distinto".

Según explicó el dirigente sindical, la manifestación se llevó a cabo por "la libertad educativa y por el derecho de enseñar y aprender en democracia".

Por su parte, el Gobierno porteño criticó la medida docente por medio del jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, quien sostuvo que el paro fue "innecesario" y "ridículo", y que es imprudente que los docentes "usen a los chicos y a sus padres para hacer un acto político dentro de la escuela para ridiculizar al jefe de Gobierno".

Aislar a La Cámpora

Pero la cosa viene de atrás. El los últimos meses el gobierno ha visto multiplicar sus enemigos, cada vez más enconados, pero no unidos entre sí. Esto es, en parte, lo que permite a Cristina Fernández seguir maniobrando el buque argentino entre tanta turbulencia. No tiene una oposición unida tras un objetivo común.

Desde hace algunas semanas se viene denunciando en los medios opositores la creciente actividad en las escuelas públicas de miembros de La Cámpora, agrupación que dirige el hijo de la presidenta.

Temerosos de que esto sea otra forma de manipulación del gobierno nacional, la reacción del Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, fue prohibir toda actividad política en las escuelas (así también lo hicieron otros mandatarios del resto del país que están alineados en la oposición a Cristina Fernández). Junto con esta medida que recuerda a los peores momentos de la historia argentina, Macri abrió una línea 0-800 (de llamadas gratuitas) para dar lugar y proceder de inmediato ante las denuncias de los ciudadanos.

"Esto me da asco"

En esta guerrilla de pulseadas y descalificaciones, se armó una nueva bola de nieve con un incidente absolutamente menor que los medios opositores han explotado como una bomba noticiosa. Un muchacho de 16 años, que visitó una exposición escolar sobre Evita, dejó en el libro de visitas el siguiente mensaje: "Esto me da asco".

Los medios han hecho aparecer este incidente como el símbolo de la poca madurez que tienen los jóvenes para convertirse en ciudadanos con derecho a voto, que es precisamente lo que busca el gobierno, es decir, bajar la edad de votación hasta los 16 años, porque en ese rango de edad lograría una mayoría aplastante.

Al chico finalmente lo han castigado con diez amonestaciones en el boletín de calificaciones de su escuela, y sólo por expresar su parecer en un libro de visitas.

Verdaderamente, hay que hacer un gran esfuerzo para no pensar que una considerable cantidad de argentinos necesitan pasar una larga temporada en el psiquiátrico.

Mauricio Macri dialogó con los medios sobre temas de actualidad :

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