Lucha de clases canina

Pillín, Cholo, Boby y Terry son los nombres habituales de los perros quiltros* nacidos en Chile. Son los llamados mestizos. Sobrevivientes de mil peleas callejeras, acostumbrados al frío, al hambre y al vagabundeo. Suelen deambular por las calles, miran con ojos de pena a los niñitos que salen de los McDonalds, esperan la luz verde de los semáforos y supervisan los desfiles públicos. Cuando alguien se siente perturbado por su presencia, simplemente les espeta: ¡anda a echarte mierda! Llamarse Cholo es como llamarse Juan en humano, Pillín equivale a Pedro, Boby a Luis y Terry a José.
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.

quiltro

Pillín, Cholo, Boby y Terry son los nombres habituales de los perros quiltros* nacidos en Chile. Son los llamados mestizos. Sobrevivientes de mil peleas callejeras, acostumbrados al frío, al hambre y al vagabundeo. Suelen deambular por las calles, miran con ojos de pena a los niñitos que salen de los McDonalds, esperan la luz verde de los semáforos y supervisan los desfiles públicos. Cuando alguien se siente perturbado por su presencia, simplemente les espeta: ¡anda a echarte mierda! Llamarse Cholo es como llamarse Juan en humano, Pillín equivale a Pedro, Boby a Luis y Terry a José.

Pero tal como entre los humanos, entre los perros también existen estrictas divisiones sociales. Los quiltros son la clase baja, la indigente, la despojada, el pueblo explotado que sobrevive lamiendo huesitos roídos.

La clase media son los perros guardianes, los enormes rotwaillers, los pitbull, los bulldog, los pastores alemanes y los doberman. Ellos prestan un servicio de seguridad a los aspiracionistas que compran enormes viviendas que casi no tienen patio, y a los delincuentes que deben disuadir a los otros delincuentes de las quitadas de droga. Cuando el aspiracionista pierde el trabajo o cae en desgracia, simplemente se deshace del perro dejándolo tirado en caminos rurales. Los delincuentes se los comen asados.

La aristocracia perruna corresponde a los afganos, chow chow, poodles, beagles y hasta los chihuahua. Suelen llamarse Edgard, Sophie o Elizabeth, y tienen privilegios incluso superiores a los de un parlamentario (lo cual parece imposible) La aristocracia perruna ha ido creciendo a la par que los nuevos ricos. En Chile se les llama "perros de raza" y confieren estatus a quien los ostente en los parques. Decir "de raza" basta para henchir el corazón y el culo de sus dueños. Poseer un perro de raza implica generar condiciones ambientales y alimenticias para el óptimo desenvolvimiento de los músculos e intestinos del can.

De esta forma, semanalmente tienen horas reservadas para baño, peinado, masaje, limaje de uñas y psicólogo en exclusivos centros de belleza canina. Conjuntamente, se le compran accesorios deportivos para que el señor perro haga deporte en casa, bien manufacturadas vestimentas para cubrir sus lomos, huesos artificiales sin grasa para sus dientes, juguetes para que no se aburra y comida especial para que su mierda no huela a mierda.

Por lo demás, el árbol genealógico del perro (inventado o legítimo) debe demostrar con rotunda claridad que en algún momento tuvo antepasados nobles que ladraban en inglés. Por esto, resulta natural que el perro se siente cuando le dicen ¡Sit down!

(*): Quiltros se les llama en Chile a los perros callejeros, mestizos o sin pedigrí.

¿Te pareció interesante este blog?

Mira qué opinan otros y deja tu comentario aquí

Popular in the Community

Close

What's Hot