Frente a esta imagen perfectamente ordenada (el presidente junto a una secuencia escalonada de ocho hermanos), cuesta apartar la vista (Link al sitio Escambray con la nota).
Foto citada en la página de Facebook del periódico Escambray. (Link directo a la foto).
Fue tomada en estos días como muestra del supuesto interés del gobierno cubano por los damnificados en la zona oriental de la isla, tomada y expuesta como una estampa aparentemente normal del recorrido preparado por el mandatario, a lo largo de los mismos escenarios -no todos- por donde el huracán Sandy, con su fuerza destructiva, arrasó sin clemencia.
Si quitáramos la puesta en escena que sabemos existió (de ahí que la gráfica pierda el cariz documental), aun habría "ruidos en el sistema".
El uniforme militar del jefe de estado continúa siendo perturbador, como mismo es perturbadora la imagen del Rey de España cuando, a día de hoy, se viste de corte marcial para los desfiles de armamento.
En medio del desastre, la desesperación e incluso la locura (los desgraciados andan deambulando lelos por las calles de Santiago), hay oportunidad para el populismo bien maquillado, un método de dirección propagandística del que no quiere separarse el gobierno cubano, tal vez por aquello de que una imagen habla más que mil palabras juntas.
No caben dudas de la belleza de esta imagen si la extraemos del contexto real.
Detrás de la estampa hay miles de familias divididas, miles de desaparecidos en el mar, cientos de miles de ciudadanos esperando un techo digno, ya no frente al mal tiempo, sino a lo largo de todas sus vidas.
Pero, desgraciadamente, todavía habrá alguien que "compre" una puesta en escena sin siquiera investigar qué hay detrás.
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