Señor Buitre; ¡Cuidado con los jineteros!

Señor Buitre; ¡Cuidado con los jineteros!
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TO GO WITH AFP STORY BY RIGOBERTO DIAZA man wearing a jersey with the US flag colors walks along a street of Havana, on April 13, 2015. AFP PHOTO/YAMIL LAGE (Photo credit should read YAMIL LAGE/AFP/Getty Images)
TO GO WITH AFP STORY BY RIGOBERTO DIAZA man wearing a jersey with the US flag colors walks along a street of Havana, on April 13, 2015. AFP PHOTO/YAMIL LAGE (Photo credit should read YAMIL LAGE/AFP/Getty Images)

Señor Alberto Buitre:

He tenido que interrumpir brevemente mi fiesta de cincuenta cumpleaños para responderle. Y que conste que lo hago por humanidad. Me preocupa su viaje a Cuba. Allí no encontrará el paraíso comunista deseado.

En primer lugar, tan pronto pise suelo cubano, automáticamente perderá su identidad para convertirse en un dólar bípedo. Usted perderá sus gafas y todo lo que lleve en el rostro porque el nativo solo verá una moneda de cambio; de cambio para paliar la miseria, la desidia, la angustia cotidiana, las largas horas sin luz eléctrica, el aburridísimo plato de arroz con frijoles -cuando lo hay-, las ropas raídas y la casa cayéndose a pedazos.

Un extranjero es el perfecto paliativo porque, además de llevar divisas, se marcha y por lo general no regresa. Los hombres -allí les llaman jineteros o pingueros- están compitiendo duramente con las mujeres en el campo de la prostitución. La bisexualidad ha dejado de ser un placer para convertirse en una necesidad. De manera que cualquier recién llegado podría aportar un alivio.

En los 90, las prostitutas cubanas, muchas de ellas ingenieras y licenciadas, era las más baratas del mundo: por una cena o unas bragas se iban a la cama. Ahora no. Ahora están obligadas a competir con un mundo marginal mucho más duro. Ahora, como le digo, tienen de rivales a los hombres. Las tarifas han subido de precio.

Con respecto a la droga, lo que podrá ver no será nada nuevo para sus ojos. Me preocupa seriamente que, siendo usted periodista, esté tan desinformado. Cuba no es un país comunista. Decir eso es una ofensa a Marx y Engels y a los postulados iniciales. El castrismo construyó un país totalitario sin ideología.

Fíjese si es así que cuando cayó el Muro de Berlín dieron la espalda a los soviéticos y ahora hacen lo mismo con Venezuela. Castro es un traidor ególatra. Ahora, cuando aterrice allí, verá banderitas americanas por todas partes.

Prepárese para llegar a una república bananera sin libertad de expresión. ¿Usted no sabe que, si Napoleón hubiera tenido el periódico Granma, nadie se hubiera enterado de que perdió la batalla de Waterloo?

No pierda tiempo haciendo inventario de calamidades en México. Nosotros leemos la prensa, estamos al tanto de todo y repudiamos, como usted, la desaparición de los estudiantes de Guerrero. No mezcle esta desgracia en la conversación que llevamos sobre Cuba.

Le propongo una cosa: Si no quiere escucharme en temas de violaciones de derechos humanos en Cuba, hablemos pues de cultura, hablemos de arte. Hablemos de María Rojo, de Eliseo Diego, el gran poeta cubano exiliado y muerto en México; hablemos del hijo de éste, Eliseo Alberto, también exiliado en México, quien escribió un libro fundamental para comprender el acoso y la vigilancia aberrante a cualquier ciudadano.

Hablemos de Veracruz, del danzón, de Cienfuegos, de Matanzas, de las sociedades danzoneras; hablemos de la paternidad del mambo, hablemos de Pérez Prado. Usted tiende a confundir las cosas. México es un gran país que, aun con la corrupción brutal que atraviesa, continúa siendo la capital cultural de Latinoamérica, una meca del cine, de la música, de las artes plásticas.

Los lectores ya le respondieron. Muchos cubanos se han marcha a México mientras que en dirección contraria hay muy pocos casos documentados.

Señor Alberto Buitre: le pido que se cuide en ese viaje a Cuba. Hay mucha inseguridad allí a pesar de que se ven parejas de policías en cada esquina. Esos policías también querrán sus dólares. Es lo que hay y está advertido.

Yo desgraciadamente no puedo llevarlo de la mano porque no me dejan entrar. Tómese un tequila conmigo y ponga un danzón. Relájese, señor. El comunismo que usted ama nunca salió de los libros.

Ahora sigo con mi fiesta de cumpleaños. Infórmeme, por favor, si, de regreso de Cuba, puede superar la depresión.

Fraternalmente.

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