Dejando Cataluña (Moving out to Miami)

Tal vez debería contar esto en retrospectiva, pero la gente que me quiere, en el momento de cambiar nuevamente de geografía, me ha dicho que no mire atrás.
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TO GO WITH AFP STORY BY PAUL AUBRIAT An artwork entitled 'A ma mere' ('For My Mother') by the artist Gerard Petitdidier is displayed around the Smugglers Path ('Sentier des passeurs' in French) as part of the Contemporary Art Biennal in Moussey, northeastern France, on August 29, 2012. During World War II, the valley was a smuggling route from Salm to Moussey between the Alsace region and Les Vosges, where smugglers helped refugees flee the Alsace-Lorraine region which was occupied by Germany in 1940. AFP PHOTO / JEAN-CHRISTOPHE VERHAEGEN (Photo credit should read JEAN-CHRISTOPHE VERHAEGEN/AFP/GettyImages)
TO GO WITH AFP STORY BY PAUL AUBRIAT An artwork entitled 'A ma mere' ('For My Mother') by the artist Gerard Petitdidier is displayed around the Smugglers Path ('Sentier des passeurs' in French) as part of the Contemporary Art Biennal in Moussey, northeastern France, on August 29, 2012. During World War II, the valley was a smuggling route from Salm to Moussey between the Alsace region and Les Vosges, where smugglers helped refugees flee the Alsace-Lorraine region which was occupied by Germany in 1940. AFP PHOTO / JEAN-CHRISTOPHE VERHAEGEN (Photo credit should read JEAN-CHRISTOPHE VERHAEGEN/AFP/GettyImages)

maletas

Tal vez debería contar esto en retrospectiva, pero la gente que me quiere, en el momento de cambiar nuevamente de geografía, me ha dicho que no mire atrás.

Entonces comienzo por el principio.

Llegué a Barcelona una semana después del terrible atentado a las torres gemelas de Nueva York. ¡Vaya momento para subirse a un avión! Pero de todos es conocido que de Cuba se sale cuando se puede y hacia el destino que milagrosamente consigamos. En la Ciudad Condal me esperaba un enredo de complicaciones afectivas que me haría crecer a la velocidad de la luz. Por supuesto, yo no lo sabía.

No estaba previsto siquiera el paracaídas suplementario para un aterrizaje de emergencia, algo que hubiera ayudado mucho a quien se fuga de su puesto de trabajo para no volver. Parece ser que es necesario el extremo si se quiere aprender a vivir. Casi cinco años sin "papeles" marcarían un daño irreversible en alguien que se queda en el limbo legal: Ni España ni Cuba me reconocieron, entonces, como ciudadano de este mundo. Cataluña, ese "país" que quiere independizarse, tampoco.
Todo lo contrario: El Govern catalán intentó utilizarme con fines electorales. Si estudiaba la lengua propia de esa comunidad autónoma sería un inmigrante con más puntos. Y me pregunté: ¿más puntos para qué?

La pregunta no era vacua toda vez que se refería a los beneficios que podría obtener en el cambio drástico de vida, bordeando los 40 años y habiendo escapado de una dictadura nacionalista.
Barcelona era -es- una ciudad preciosa observada desde un precioso ático a los cuatro vientos, piso donde logré acomodarme gracias a una gestión ilegal de parentesco anónimo y que jamás pienso revelar. Este servidor ingresaba en el copioso "ejército" de indocumentados que, sin embargo, trabajaba. El que escribe se especializó en geriatría y atención directa a enfermos terminales -algunos catalanes ilustres prácticamente fenecieron en mis manos-, con un salario fijo mensual no contributivo. O sea, en negro.

El partido gobernante regional (Convergencia i Unió, CiU, hoy de vuelta al poder) no tenía previsto un plan de inserción de nuevos inmigrantes -tampoco el gobierno central en Madrid-,pues todavía andaba inmerso en su principal punta de lanza: la normalización lingüística, utilizando el Catalán como idioma vehicular; esto quiere decir: único en la enseñanza pública.

Con CiU se da un caso moderno de nacionalismo de derecha, enfrentado de manera férrea a la otra fuerza nacionalista y, más que eso, independentista, que es Esquerra Republicana; ésta última se presenta en Cataluña como remanente o vestigio del comunismo internacional. Pues bien, el cubano exiliado allí se ve envuelto en un doble discurso que no lo protege para nada, sino más bien le ignora. Cuba continúa siendo el comodín de la nostalgia pero, "a la hora de los mameyes" (frase muy de la isla) nada pasa con nosotros, excepto el tiempo, que es irreversible.

En Cataluña todavía esta resolviéndose la conjunción o articulación con los viejos inmigrantes (prefiero decir emigrantes, robándome el punto de vista) llegados desde cualquier punto de la geografía española, principalmente desde Andalucía y Murcia. Fueron ellos quienes sostuvieron la industria catalana en el siglo XX y a ellos se les ha hecho un museo en el lado este de Barcelona, en Sant Adrià de Besòs, y se les ha permitido un evento folclórico tan grande como el original, de Sevilla, que es la Feria de Abril.

Cataluña, en el 2001, no estaba preparada para la emigración extra peninsular y en vez de integrar a los recién llegados los segregó imponiendo unas normas de convivencia basadas, por supuesto, en el idioma. Otra vez con el doble discurso o la doble realidad: En la calle se podía vivir perfectamente en castellano; uno de los periódicos nacionales más importantes en español se edita allí desde hace más de un siglo (La Vanguardia); el respetado Premio Planeta para la literatura iberoamericana también tiene su sede en Barcelona, así como infinidad de editoriales de peso pesado en lengua castellana.

¿Era necesario, como en Miami, tener dos idiomas para prosperar?

Sí, pero solo por formalismo. En Cataluña todos hablan castellano.

Si bien en épocas pasadas se veía mejor utilizar en la calle el lenguaje de Cervantes, a la vuelta del tiempo, según la propuesta oficial, posible ganar más puntos a la inversa.

Las dos realidades, otra vez pugnando según los intereses de cada cual, no hacían otra cosa que perder energías en lugar de tirar hacia adelante, aprovechando la prosperidad que hubo algún día en esa tierra también de emigrantes. Los connotados indianos que hicieron las Américas y llevaron de vuelta mucho dinero, además de las nostálgicas Habaneras (piezas musicales), dejaron una historia pasada por agua.

Ahora no interesa si uno es cubano u ocho cuartos de esa rica "personalidad" caribeña. Ahora hay que entrar por el aro nacionalista y dejarse uno de malcriadeces si se quiere llegar a ser un ciudadano "normal".

Pero la realidad de la que hablábamos es mucho más compleja. Lo dicho arriba es solo una arista contraproducente.

En la barreja encontrada en el día a día entra la pillería española en general, el enchufe por parentesco o amistad, la corrupción de los políticos de toda clase y color, y a esto súmesele la burbuja inmobiliaria que fue capaz de inflar aquel país mientras un sencillo exiliado político como yo comenzaba a andar por el capitalismo.

La belleza de la ciudad, su extraordinaria arquitectura y concepción urbanística, el mito olímpico del ´92, el disfrute de estar siempre entre mar y montaña; el ego desproporcionado de los cubanos, el hedonismo nuestro, la sensación de levitar en cúpulas modernistas referenciadas en libros de arquitectura, todo ello se fue de paseo y no volvió. Pasó de largo. Triste, muy triste darse cuenta que han transcurrido once años y la vida sigue igual.

Hablando de realidades, también lo es que Cataluña tiene "madera" para ser un país independiente, un estado federal, como ocurre en Suiza o Alemania. Lo digo con conocimiento de causa. Tiene cultura, idioma y economía con qué moverse por cuenta propia, pero se pierde en demostrar un orgullo nacionalista muy cerrado. La historia es demasiado vieja como para venir a pagar los platos rotos un sencillo emigrante que huye del totalitarismo tropical, que además habla una de las dos lenguas oficiales.

A mi modo de ver, eso no es progreso.

Once años más tarde, en el mismo mes de septiembre, hubo que hacer las maletas en sentido contrario, rozando La Habana pero, ahora mismo por suerte, sin aterrizar en ella.

En Miami solicité asilo político en el aeropuerto. El oficial Segovia (falseo su apellido) tuvo la gentileza de preguntarme en qué idioma quería realizar la entrevista, si en Inglés o Español. Me tuvo diez horas retenido investigando mi vida pero al final me dejó pasar con todas las garantías legales para vivir y trabajar. En fin, solo faltó la alfombra roja en comparación con los casi cinco años de limbo legal en España. Pero todo hay que decirlo: Soy cubano y en USA somos unos privilegiados si logramos llegar.

En el estado de Florida, donde nos malcrían demasiado, el bilingüismo vuelve a ser un hándicap, aunque con la diferencia de que aquí no se está reivindicando nada; solo es una cuestión de metas profesionales. No todos hablan español.

Así las cosas saben mejor.

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