Venezuela, una nación fracturada

Maduro ha recurrido a los consabidos argumentos conspirativos de la CIA, los Medios de Comunicación y ahora el ex presidente colombiano Álvaro Uribe para desviar la atención de una realidad que se desmarca de los manuales stalinistas que repasa en sus frecuentes viajes a La Habana.
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People protesting against the government of Venezuelan President Nicolas Maduro face National police officers during a demonstration in Caracas, on February 21, 2014. Nationwide demonstrations, led by students and the opposition, have left at least four people dead and dozens hurt in the biggest challenge to Maduro since he took power from the late Hugo Chavez last year. There have been near-daily protests and rallies, some of them violent, in the capital Caracas and other cities, over what Maduro's critics say are deteriorating economic conditions, rampant street crime, corruption and bleak job prospects. AFP PHOTO / JUAN BARRETO (Photo credit should read JUAN BARRETO/AFP/Getty Images)
People protesting against the government of Venezuelan President Nicolas Maduro face National police officers during a demonstration in Caracas, on February 21, 2014. Nationwide demonstrations, led by students and the opposition, have left at least four people dead and dozens hurt in the biggest challenge to Maduro since he took power from the late Hugo Chavez last year. There have been near-daily protests and rallies, some of them violent, in the capital Caracas and other cities, over what Maduro's critics say are deteriorating economic conditions, rampant street crime, corruption and bleak job prospects. AFP PHOTO / JUAN BARRETO (Photo credit should read JUAN BARRETO/AFP/Getty Images)

El golpismo está en el ADN político de la historia reciente latinoamericana; ciertamente en Venezuela, donde Hugo Chávez intentó uno en 1992 y diez años después, la oposición invocó otro, igualmente infructuoso. Luego no es extraño que la actual revuelta estudiantil en ese país, aupada por un proyecto opositor llamado "La salida", sea membretada por el oficialismo como "intento de golpe". Pero todos sabemos, me refiero a quienes observamos críticamente la región, que algo diferente está sucediendo esta vez en la nación petrolera; algo que reta el status quo e invita a la pausa en el actual proceso de transformaciones sociales en América Latina.

Por supuesto que el gobierno venezolano, que ha prohibido la difusión mediática de las marchas estudiantiles, a las que presenta como incidentes aislados, enmascara su preocupación personalizando las acciones callejeras en la figura de Leopoldo López, sin tener en cuenta que frente a los problemas mayores del país, los líderes opositores y sus bases se han multiplicado y así su capacidad de movilización. Ataviados con chaquetas verdes olivo o rojas de estilo asiático, con discursos engolados y retóricas fantasmales, el ejecutivo oficialista de Venezuela se asemeja más a una caricatura de los extraterrestres de Star Trek que a un equipo de dirigentes revolucionarios, cercano a y parte de la gente dice representar.

Maduro ha recurrido a los consabidos argumentos conspirativos de la CIA, los Medios de Comunicación y ahora el ex presidente colombiano Álvaro Uribe para desviar la atención de una realidad que se desmarca de los manuales stalinistas que repasa en sus frecuentes viajes a La Habana. Y puede que tenga razón, pero lo mismo podría decirse de la "invasión" de asesores cubanos en el gabinete oficialista y las fuerzas bolivarianas, especialistas en contracandela mediáticas y de redes sociales, agitadores políticos en los barrios periféricos y demás "cooperantes", cuya labor es pública y conocida a través de las miles de deserciones. Mientras, las calles arden y no hay signos de que se apacigüen.

La llegada de Hugo Chávez al poder en 1998 abrió esperanzas para América Latina y otras partes del mundo que, poco a poco, se recuperaban del derrumbe del socialismo del este europeo, quedando la vía electoral como la única estrategia para que las ideas socialistas llegaran al poder. Sin embargo, una vez instalado en Miraflores, el chavismo aceleró el proceso de cambios estructurales, polarizando las fuerzas políticas y creando el espacio para la confrontación clasista. De aquellas aguas son estos lodos. La práctica democrática que entregó las riendas al chavismo se esfumó del plan revolucionario y hoy Venezuela es una nación fracturada, repleta de jefes, pero carente de liderazgo para solucionar problemas muy concretos.

Sólo queda desear que la patria de Francisco de Miranda, Simón Rodríguez, y Simón Bolívar encuentre el coraje para rectificar el actual curso de los acontecimientos y relanzar un proyecto de nación más apegado a los elementos naturales del país.

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