Desaprobar la guerra de Estados Unidos contra Siria no es apoyar a la dictadura de Bashar Al Assad y mucho menos el uso de armas químicas en contra de su propia población.
La actual administración estadounidense ha intentado construir su credibilidad internacional después del 2008 sobre la base de acciones razonables que buscaron hacer justicia a las víctimas del peor atentado en la historia del país y también concluir una guerra, la de Iraq, que nunca debió llevarse a cabo y a la cual el actual presidente se opuso vehementemente.
La situación actual con respecto a Siria es diferente. Que sepamos no ha habido víctimas estadounidenses en aquel país, el territorio nacional no ha sido atacado y el conflicto se ha mantenido en los límites de las fronteras sirias.
¿Por qué intervenir? Muy pocos lo entiende a ciencia cierta; tampoco se conoce las consecuencias regionales que tendrá una acción unilateral. Mucho menos claridad existe con respecto a cuáles son los propósitos de la oposición siria y mirando a Egipto lo menos que hay son dudas de sus intenciones democráticas.
Las campanas de la guerra ha traído azúcar a los oídos de un congreso hasta hace muy poco llamado "el no hace nada" y que en unas horas se ha convertido en una revolución de vampiros. Hay mucha niebla política en esta nueva aventura de quién sabe quién pues igual miles y millones de seres humanos mueren cada día en el mundo por hambre, enfermedades curables y otras guerras civiles sin que este congreso y este presidente se indignen lo suficiente.
El conflicto en Siria debe ser resuelto por los sirios y si se requiere una intervención militar esta debe ser decidida y asumida por los poderes del área con todas sus consecuencias. Si la razón se ha usado para el caso de Irán ¿por qué no con Siria? Un mundo donde la guerra es lo único que despierta a las instituciones políticas de la primera potencia global es un mundo sin liderazgo.
Otra cosa es la opinión pública estadounidense que según una reciente encuesta del Pew Research Center en un 48% se opone a la guerra, sólo el 29% la aprueba y el 54% desea una resolución de las Naciones Unidas para apoyar una acción militar.