El paquete nos ha vencido

Cuba está entre las pioneras de la televisión y prefirió rechazar ese bagaje. Resultado: la población cubana se ha hecho adicta a un producto que no responde ni a los mínimos protocolos informativos.
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FILE - In this Tuesday, March 13, 2012 photo, members of a family watch TV as Cardinal Jaime Ortega, on the screen, addresses the nation in Havana, Cuba. Cuban authorities granted Havana's Roman Catholic cardinal a chance to address the nation Tuesday night on state-controlled television about the imminent arrival of Pope Benedict XVI, church officials said. When Pope Benedict XVI arrives next week on his first visit to Spanish-speaking Latin America, he will face multiple challenges. And he has a hard act to follow: John Paul II and the common touch that captured hearts in both countries. (AP Photo/Franklin Reyes)
FILE - In this Tuesday, March 13, 2012 photo, members of a family watch TV as Cardinal Jaime Ortega, on the screen, addresses the nation in Havana, Cuba. Cuban authorities granted Havana's Roman Catholic cardinal a chance to address the nation Tuesday night on state-controlled television about the imminent arrival of Pope Benedict XVI, church officials said. When Pope Benedict XVI arrives next week on his first visit to Spanish-speaking Latin America, he will face multiple challenges. And he has a hard act to follow: John Paul II and the common touch that captured hearts in both countries. (AP Photo/Franklin Reyes)

La frase es de un conocido crítico de cine y televisión cubano en referencia a los enlatados de programación de Miami que circulan en La Habana y otras capitales de la isla.

La queja reconoce la realidad de cómo estos paquetes se han convertido en el aliciente de entretenimiento de una población cansada del adoctrinamiento a pulso de los medios oficiales que, con muy pocas excepciones, no descansan en imponer una visión que nadie cree y que por otra parte ha fallado olímpicamente en conseguir los resultados esperados.

Cuba fue uno de los países hemisféricos donde se pusieron en práctica muchas de las técnicas mediáticas que hoy se aplican en todas partes del mundo. Los ejemplos clásicos son las telenovelas, los anuncios y los shows de variedades.

Personalmente no veo televisión ni en español ni en inglés, me informo online y uso los servicios de Netflix y otros para ver series y películas. La televisión en español en Estados Unidos deja mucho que desear, la de Miami en particular, luego no es que esté a favor de las producciones del paquete.

El problema es otro: es la falta de libertad creativa que impera en los medios de comunicación cubanos para competir mínimamente con cualquier otra televisora del mundo.

En los últimos 55 años Cuba, una de las cunas de televisión podría decirse, no ha hecho televisión; le dio la espalda a toda la experiencia previa y con muy raras excepciones, mantiene una programación censurada y autocensurada, poco creativa, aburrida y sin aportar ideas significativas al debate social. Pasa ahora y pasaba hace catorce años cuando todavía vivía en La Habana.

Pareciera como que las autoridades creyesen que alejando a los televidentes del "veneno" de la televisión capitalista podrían inculcar mejor las ideas del sistema que proponen.

En realidad lo que se produce es un secuestro mediático de la población a la que se quitan opciones y posibilidades de comparar y entender el mundo desde miradas diferentes. Le atribuyen a la televisión poderes supersticiosos, casi mágicos a través de los cuales si el gran capital hace que la gente compre más, ellos podrán hacer que la población asimile más rápido y mejor el sistema que proponen.

A pesar de poseer excelentes tradiciones de arte en todos los renglones, el socialismo siempre rechazó la batalla mediática controlando a los televidentes de sus países antes que compitiendo con mercado internacional. Los rusos tuvieron a excelentes directores de cine que no pasaron de los círculos de la vanguardia. Cuba está entre las pioneras de la televisión y prefirió rechazar ese bagaje. Resultado: la población cubana se ha hecho adicta a un producto que no responde ni a los mínimos protocolos informativos, está basado en estereotipos acerca de la población que dice servir y se caracteriza por un localismo atroz.

Mientras Cuba no pierda el miedo a la competencia real y tenga un poco de más confianza en la capacidad crítica de su propia población, exponiéndola a productos de todo tipo en su programación habitual, el paquete seguirá venciendo.

Cuba

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