El primer juramento de Barack Obama como presidente en enero del 2009 fue sin dudas histórico. Representó la coronación de unas elecciones sin precedentes y desde entonces se ha estado pasando la página de sospecha y acrimonia en las relaciones sociales en el país, curando heridas del pasado y mirando con optimismo hacia el futuro. La segunda inauguración, elecciones mediante, además de reafirmar lo anterior, abre nuevos espacios y envía el mensaje al mundo de que el cambio en Estados Unidos es irreversible.
El simbolismo de estos eventos no debe pasar desapercibido. Recién hemos conocido que la jueza de la Corte Suprema Sonia Sotomayor, la primera persona latina en semejante puesto, tomará el juramente al Vicepresidente Joe Biden, quien hace sólo unas horas reconoció a la comunidad latina en el centro del futuro del país. Biden lo ha dicho claramente: "Ya no se trata de qué puede hacer el gobierno por los latinos, sino qué va a hacer la comunidad latina para llevar a este país a un nuevo momento". Como se dice popularmente: "La carta está jugada".
Es cierto que la política estadounidense es un tren en movimiento y que las mentes y actitudes evolucionan de acuerdo a las predicciones del clima, sin embargo, los últimos cuatro años han probado que el status quo político se ha tomado en serio los cambios demográficos y mirando a la situación mundial ha hecho sus cálculos a largo plazo. La globalización es un hecho, la diversidad es inevitable y los temas de justicia social dominarán los debates independientemente de las ideologías.
Muchas otras son las tareas que el nuevo equipo del presidente debe enfrentar para completar el programa que la mayoría de la población apoyó con su voto. Es obvio que los republicanos no están interesados en trabajar responsablemente con Obama para recuperar totalmente la economía y que su propósito es obstruir lo más que puedan cualquier solución, provocando crisis tras crisis a la administración. Pero la imagen de una segunda inauguración con un liderazgo consciente de los retos y dispuesto a luchar como un león - las negociaciones del abismo fiscal lo prueban- por solucionar los problemas da confianza a la ciudadanía y confirma que se camina en el lado correcto de la historia.