La economía naranja

A pesar de ser una gran productora de arte y de estar a la vanguardia de las mismas en algunos campos como el cine, el teatro, la música, la literatura, y las artes plásticas, Latinoamérica y el Caribe continúan sin maximizar esa "materia prima" de su economía
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A pesar de ser una gran productora de artes y de estar a la vanguardia de las mismas en algunos campos como el cine, el teatro, la música, la pintura y la literatura, Latino América y el Caribe continúan sin maximizar esa “materia prima” de su economía y por ello sin despegar en un área que representa el 6,1 % de la economía global y constituye el 5to reglón de esta. Aquí algunas cifras reveladoras:

El XII Festival de Teatro Latinoamericano de Bogotá en el 2010 contó con 3 millones 900 mil espectadores

El Carnaval de Río del 2012 atrajo 850 mil visitantes y produjo 628 millones de dólares en consumo a la ciudad

Uno de cada diez empleos en la ciudad de Buenos Aires pertenece a las industrias culturales.

Pero ¿qué es la llamada economía naranja?

Una definición exacta sería imposible debido a la naturaleza cambiante de esta materia, especialmente a través de las nuevas tecnologías, pero puede decirse que se trata de todo aquello relacionado con las artes y la creatividad: el teatro, la literatura, la pintura, el cine, la música, la arquitectura, así como el andamiaje productivo que las rodea: funciones, conciertos, exposiciones, editoriales, incluidos los derechos de autor, la educación y la cadena de servicios que acompaña estos eventos: publicidad, prensa, softwares, conferencias, turismo, etc.

Estos son algunos de los datos que los especialistas Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque Márquez presentan en su libro La economía naranja: una oportunidad infinita (Bogotá, 2013) donde alertan a la región latinoamericana y caribeña sobre las posibilidades económicas de esta zona del desarrollo no suficientemente valorada todavía.

El texto disponible en la página web del Banco Interamericano de Desarrollo (pinche aquí) también repasa el impacto global de la economía cultural en comparación con otros sectores del gasto público y empresarial como la educación, el ejército y el petróleo.

Las industrias culturales, como también se le ha llamado a la economía naranja, adolecen en la región de una profunda ideologización que en algunos países limita su expansión. Ni siquiera un país como Cuba, donde las artes tienen un papel preponderante, ha sabido capitalizar este segmento e integrarlo al desarrollo de manera coherente. El gobierno, por ejemplo, acaba de cerrar las recién abiertas Salas 3D y las iniciativas privadas en el campo de las artes y el entretenimiento continúan siendo acosadas por la burocracia partidista.

La poca atención de los gobiernos a favor de la economía de las artes ha hecho que Latino América y el Caribe sean más exportadoras de cultura que beneficiarias de la misma, incluso de sus propias producciones nacionales.

La industria del cine es uno de los ejemplos más sintomáticos del potencial de la economía naranja. Entre Hollywood (Estados Unidos), Bollywood (India) y Nollywood (Nigeria) producen más de 4 mil películas anuales equivalentes a 80 semanales, generando miles de millones de dólares. ¿Cuánto produciría Latino América y el Caribe con una Latinwood?

Y el cine es sólo una de las opciones, la vasta red de eventos culturales latinoamericanos y caribeños descansa sobre una mina de posibilidades moviendo cerca de 500 millones de espectadores que con demasiada frecuencia dependen de producciones exteriores para su disfrute y entretenimiento teniendo en casa el potencial para generar empleos y ganancias económicas para sus propios ciudadanos.

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