La carta venezolana

De esta forma, el sector extremo de la política cubana, presente también en la estructura de poder en Venezuela, hace visible su descontento con el espacio histórico creado por el acercamiento entre Washington y La Habana
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No todas las fuerzas vivas de la clase política cubana están de acuerdo con la apertura de Estados Unidos hacia Cuba. A pesar de que esta puede representar una mejora sustancial de la economía nacional y aumentar la estabilidad en el propio proceso de transición económico de la isla, la autocrítica que ello representa en el lado estadounidense y la presión simbólica que ejerce a la retórica oficial cubana constituyen una realidad difícil de aceptar por el núcleo duro de la revolución.

No es casual que apenas unas semanas del anuncio del cambio de la política hacia Cuba, Venezuela haya decidido aumentar la represión y exacerbar el discurso anti americano. La detención arbitraria del alcalde Ledezma, la muerte de un joven a manos de la policía y el caso sin resolver del opositor Leopoldo López han sido los catalizadores de una nueva escaramuza en la nación suramericana que ha desembocado en la declaración del país como "amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos" que el presidente Obama acaba de emitir.

Como todos sabemos, Cuba proyecta una sombra de ortodoxia revolucionaria en el continente que no puede permitirse el desliz de un diálogo suave con Estados Unidos, el "enemigo histórico" de acuerdo al libro de la emancipación continental. Describiendo este discurso no busco exonerar a la nación del norte de los muchos y desastrosos errores que ha cometido por más de un siglo en su política hacia sus vecinos al sur del río bravo, errores entre los que hay que incluir la decisión del presidente mencionada arriba.

A un mes de la Cumbre de las Américas, en la que se espera un encuentro informal entre Obama y Raúl Castro, y donde el cambio de relaciones entre los dos países tenían el potencial de marcar una nueva era en las relaciones hemisféricas, Venezuela sale al paso y levanta valla en el nuevo escenario. Ya no se hablará de la convivencia de sistemas ni de avanzar en el tema de sacar a Cuba de la lista de países terroristas; el encuentro ahora será otro recuento de calamidades con la mayoría de los representantes tirando tomates verbales a Obama por declarar a Maduro enemigo número 1.

De esta forma, el sector extremo de la política cubana, presente también en la estructura de poder en Venezuela, hace visible su descontento con el espacio histórico creado por el acercamiento entre Washington y La Habana, el cual ha despertado interés entre compañías, políticos y ciudadanos de ambos países y está recibiendo el beneplácito internacional. Esperemos que Estados Unidos y Venezuela alivien tensiones diplomáticas lo antes posible y los venezolanos encuentre solución a sus muchos problemas económicos y sociales vía el diálogo político.

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