Hasta muy recientemente, la idea de progreso en América Latina incluía el exterminio de las comunidades indígenas. Ser "desarrollado" implicaba librarse de los sectores "atrasados" de la sociedad sin importar la condición humana de sus miembros. Fue un principio impuesto por la colonización española y compartido por los criollos liberales del siglo XIX, entre ellos el escritor y estadista D. F. Sarmiento (1811-1888) en Argentina, cuyas ideas sobre las razas fueron utilizadas en la llamada campaña del desierto para eliminar pueblos originarios del área y ofrecer la tierra a los inmigrantes europeos.
El ejemplo más reciente de tal mentalidad se manifestó en 1982 en Guatemala cuando 1771 miembros de la comunidad Maya-Ixil en las montañas del país, departamento del Quiché, fueron masacrados por el ejército. El gobierno acusó a los indígenas de ser colaboradores de las guerrillas de izquierda, sin embargo los grupos de derechos humanos y los propios testigos defienden la idea de que las verdaderas motivaciones fueron étnicas y no políticas. Esta semana el entonces presidente golpista Efraín Ríos Montt y el general Mauricio Rodríguez tendrán que responder a las acusaciones de genocidio y de crímenes contra la humanidad.
Es la primera vez que en Latinoamérica se enjuicia a un expresidente bajo esos cargos. Por más de 30 años organizaciones locales e internacionales han estado acumulando evidencias contra Ríos Montt y Rodríguez sin que el sistema legal hubiese tomado la decisión de abrir un caso: "Empieza a verse luz al final del túnel de la impunidad que ha dominado a Guatemala a lo largo de décadas", afirmó Iduvina Hernández, directora de la Asociación Seguridad en Democracia, luego que el juez Miguel Ángel Gálvez anunciara el proceso en la sala del juzgado Primero B de Mayor Riesgo de Ciudad de Guatemala. Los acusados y sus defesnores sostienen que no temen al juicio.
Ríos Montt, con el apoyo de Estados Unidos, ocupó la presidencia de Guatemala entre 1982 y 1983 después de un golpe de estado durante uno de los momentos más violentos de la guerra civil entre 1960 y 1996 con un saldo de 200,000 muertos. Guatemala es la única nación latinoamericana donde más del 50% de la población es indígena. La guerra desplazó a miles de mayas hacia el sur de México donde comparten cultura y tradiciones con otras comunidades locales. Muchas familias se mantienen regresando a sus antiguos sitios donde deben enfrentar la extrema pobreza y en algunos casos todavía la intervención del ejército en sus comunidades.
El juicio a Ríos Montt y su colaborador Mauricio Rodríguez es el más reciente logro en la larga batalla que las víctimas y familiares de las masacres llevan a cabo para el esclarecimiento de los hechos y el enjuiciamiento de los culpables. Es también parte de la curación continental que las fuerzas democráticas desarrollan en diferentes regiones donde existieron dictaduras que produjeron actos similares, como es el caso de Argentina y Chile, donde miles de ciudadanos fueron asesinados o desaparecidos.
La antropóloga Victoria Sanford comenta su trabajo de documentación del conflicto de Guatemala.