Yo sé que una mariposa se posará en la sombra

Esta semana falleció en La Habana el comandante y disidente Eloy Gutiérrez Menoyo (1934-2012), dejando una favor de la socialdemocracia en Cuba y declarando su amor por la isla que acogió a su familia, huyendo de la guerra civil española. Su figura representa también las posibilidades y los límites del conflicto político en Cuba.
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Esta semana falleció en La Habana el comandante y disidente Eloy Gutiérrez Menoyo (1934-2012), dejando un testamento político a favor de la socialdemocracia en Cuba y declarando su amor por la isla que acogió a su familia, huyendo de la guerra civil española. Su figura representa también las posibilidades y los límites del conflicto político en Cuba.

Menoyo estuvo entre los primeros desencantados de la revolución a la que, incluso, intentó combatir militarmente por lo que fue condenado a 30 años de cárcel, de los cuales cumplió 22, siendo liberado después de las negociaciones llevadas a cabo por Felipe González en 1986. En el exilio, Menoyo fundó la organización Cambio Cubano y en el año 2003 regresó a vivir a Cuba.

Para aquellos familiarizados con el mundo mediático alrededor de la situación cubana, el nombre de Menoyo siempre representó una paradoja difícil de asimilar: opositor abierto al gobierno, invitado a conversaciones políticas en las más altas esferas, retorno a Cuba en los momentos más álgidos del choque entre la oposición y el estado y, sobre todo, se le permitió continuar con su organización dentro del país.

Lo cierto es que Menoyo nunca transigió en su creencia en una Cuba independiente de las influencias extrajeras, de uno u otro lado de la ecuación, y tenía fe en las capacidades regenerativas del pueblo cubano.

Al final del conocido documental Nadie escuchaba (1987), de Nestor Almendro, Menoyo, después de relatar con lujos de detalles los maltratos físicos y psicológicos a que fue sometido en el presidio político, llamó a olvidar e incluso tener en cuenta a los comunistas en un Cuba post Fidel Castro:

"En Cuba hay muchos comunistas que están presos, en el exilio hay comunistas, y si tu vienes a ver los comunistas son cubanos también y no se puede aplicar una política de odio a la caída de Castro, hay que aplicar una política de amor. Y si se aplica una política de amor, tiene que ser como dijo José Martí: 'Con todos y para el bien de todos'. "

El testamento y la perspectiva de Menoyo vienen a llenar un vacío en los discursos políticos sobre la isla, repletos de trincheras y llamados al pase de cuentas. Su estrategia del perdón y su irrecusable sentido histórico, ofrecen a los cubanos de buena voluntad una visión más allá del presente y una fundación en lo central a cualquier política civilizada: integración de las diferencias y respeto de las garantías democráticas:

"La suerte llegará. Cuando el último cubano errante regrese a su isla. Cuando el último joven nacido en Madrid, en Miami o en Puerto Rico se reconozca en la isla. Cuando sanen las heridas y desaparezca el dolor habrá un pueblo que tendrá cautela de celebrar su nueva dicha y de cuidarse de magos iluminados y de proyectos mesiánicos. Porque, no importa cómo, la suerte llegará: delgada, silenciosa y frágil como una mariposa llena de júbilo, como una señal para este pobre pueblo que merece algo mejor. Yo sé que habrá una mariposa que se posará en la sombra".

Video: Nadie escuchaba (1987)

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