La coja democracia de República Dominicana

El Tribunal Constitucional dominicano ha retirado la nacionalidad a miles dominicanos descendientes de haitianos, ha sentenciado el retiro de sus documentos, obligándolos a regularizarse como extranjeros en el país en el que nacieron y del que muchos nunca han salido, no hablan otro idioma que el español y no tienen familia en la nación vecina.
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El 21 de Diciembre de 1511 el fraile Antonio de Montesinos lanzó uno de los primeros reclamos de justicia en las Américas. Lo hizo en la isla de la Española, hoy República Dominicana y Haití. Refiriéndose a los propietarios de tierras y esclavos indígenas dijo:

... estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes (...)? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? (...) ¿Estos, no son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? (Lea el texto completo)

Entre los presentes aquel día estaba el joven y entonces conquistador Bartolomé de las Casas, quien poco tiempo después, inspirado por las palabras del fraile, renunció a sus propiedades en Cuba, liberó a los indígenas y comenzó lo que se convertiría en una de las más insignes batallas por los derechos de los pueblos originarios.

Ambos hombres, Montesinos desde el coraje de sus palabras de las que nunca se retractó, y Las Casas desde la política, las leyes y la teología, inauguraron la primera crítica sistemática de la conquista y la colonización en el hemisferio y establecieron un concepto de Humanidad, válido hasta hoy para quienes quieran escucharlo.

Las Casas en particular llegó a proclamar el derecho universal de los individuos a poseer y vivir libremente en sus tierras, siendo pionero tanto de los Derechos del Hombre y el Ciudadano en 1789 como de la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948.

Es irónico que sea, precisamente en la República Dominicana, donde esos valores tengan en la actualidad uno de sus retos más extremos. El Tribunal Constitucional de ese país ha retirado la nacionalidad a miles dominicanos descendientes de haitianos. Ha sentenciado el retiro de sus documentos, obligándolos a regularizarse como extranjeros en el país en el que nacieron y del que muchos nunca han salido, no hablan otro idioma que el español y no tienen familia en la nación vecina.

La medida, de evidente tono racial, constituye una vergüenza en una isla y una región, el Caribe, marcada por la herencia africana, incluida la propia República Dominicana desde antes de la existencia de Haití.

En la defensa oficial de la medida ante la Organización de Estados Americanos (OEA), el consultor Jurídico del Poder Ejecutivo dominicano, el señor Cesar Pina Toribio, afirmó que el país está tratando de crear un estado de derecho y defender la democracia, lo que no explicó fue cuál es el reto cultural y humanitario de tal esfuerzo.

Los miles de haitiano-dominicanos son producto del deseo de mano de obra barata de la economía dominicana. La posible prosperidad que se ha acumulado ha sido levantada sobre las espaldas de las familias de esos mismos haitiano-dominicanos que la legalidad de ese país hoy desconoce. La democracia que, según el consultor Jurídico del Poder Ejecutivo dominicano, dice defender la clase política dominicana es una democracia coja, deudora del colonialismo y fundamentada en los peores prejuicios raciales que los propios nacionales sufren en el exterior.

Ninguna democracia es perfecta, pero sin ideales de justicia e igualdad no puede perfeccionarse. En Antonio de Montesinos y Bartolomé de Las Casas la historia dominicana tiene un modelo ético del cual aprender estos valores y a partir de ellos enmendar tan desafortunada sentencia.

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