Cuba, tópico del traidor y el espía

¿En qué momento Obama es diferente de los miles de cubanos que a los seis meses de haber sido aceptados en Estados Unidos como refugiados políticos regresan a Cuba con las maletas llenas y a quienes nadie califica de traidores?
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Cubans who live in the U.S. arrive with packages that read "Nelida" to the Jose Marti International Airport as they arrive to Havana, Cuba, Monday, Sept. 3, 2012. A steep hike in customs duties has taken effect Monday in Cuba, catching some air travelers unaware. Nelida Diaz, center left, says she was shocked when officials charged her $588 at customs. The woman at right is speaking to a person who came to get her at the airport. (AP Photo/Franklin Reyes)
Cubans who live in the U.S. arrive with packages that read "Nelida" to the Jose Marti International Airport as they arrive to Havana, Cuba, Monday, Sept. 3, 2012. A steep hike in customs duties has taken effect Monday in Cuba, catching some air travelers unaware. Nelida Diaz, center left, says she was shocked when officials charged her $588 at customs. The woman at right is speaking to a person who came to get her at the airport. (AP Photo/Franklin Reyes)

Quienes rondamos la medianía de edad podemos recordar cómo en nuestros años mozos no se podía pensar diferente sin correr el peligro de ser considerado un traidor o un espía.

Después aprendimos que esa había sido la estrategia predilecta del gobierno para controlar los devaneos críticos de una población que por primera vez iba masivamente a las escuelas y las universidades y por lo tanto tendía a elaborar ideas y conceptos con cabeza propia.

Pasando el tiempo también supimos que la línea para ser considerado traidor o espía era confusa y dependía, en rigor, del uso de un lenguaje y una gramática específica codificados en los discursos del máximo líder, seguidos de la lista de mantras que invadían el espacio público como una nube.

Y es que para el totalitarismo es sumamente importante el léxico y la sintaxis, la entonación e incluso los gestos y movimientos corporales, en otras palabras, una representación teatral pensada para asustar, intimidar y contener los brotes de resistencia allí donde primero surgen: la mente del individuo. El campo de batalla preferido del totalitarismo -como el de la inquisición en la edad media- no son las calles o los actos públicos, sino todo el proceso previo a estos grandes eventos, lo que en la terminología cotidiana se llama la organización.

El consenso, las muestras de apoyo y la disciplina no son más que el efecto deseado de un trabajo realizado a través de los medios de prensa, los canales "correspondientes" y los encuentros informales en los que se dan las señas de las acciones a ejecutar. ¿Cómo si no se naturaliza la represión al punto de que nos parezca normal?

Pero el triunfo supremo del totalitarismo no se logra entre sus seguidores. Todo ese gasto de energía y recursos no está dirigido a la militancia propia sino al "enemigo". La gran victoria es que el enemigo adopte las mismas estrategias de lucha, es decir, se convierta igualmente en un ente totalitario capaz de generar su propia totalización.

Una máquina contra otra máquina, un robot contra otro robot. Es en ese momento cuando el juego realmente empieza puesto que los bandos están bien definidos. El totalitarismo no soporta los procesos dialécticos, la evolución de las cosas, la ambigüedad y la búsqueda de opciones. Todo lo contrario, necesita espacios concretos a los que confrontar. En la lógica totalitaria, una realidad fija, aunque enemiga, es una realidad ganada porque puede ser anticipada y neutralizada; al menos esa es su ilusión.

En todo esto pienso cuando veo el video del acto de repudio que las Damas de Blanco le han hecho a una de la suyas en el cual se practican los mismos calificativos que se ha usado contra ellas, el mismo ritmo emocional, las mismas caras descompuestas y los mismos gestos corporales, sin hablar de las mismas formaciones y la misma operación ideológicamente quirúrgica.

Vale hacerse la pregunta ¿en qué momento el oprimido se convierte en opresor?

Algo parecido me vino a la cabeza cuando leí que en Miami se organiza una marcha contra la "traición" de Obama, ¿en qué momento Obama es diferente de los miles de cubanos que a los seis meses de haber sido aceptados en Estados Unidos como refugiados políticos regresan a Cuba con las maletas llenas y a quienes nadie califica de traidores? Tanto el acto de repudio de las Damas de Blanco como la marcha en Miami son una gran victoria del gobierno cubano porque este ha logrado impregnar el tópico del traidor y el espía en la mente de quienes se suponía estaban llamados a cambiar el discurso.

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