Cada vez más la isla caribeña se parece a cualquier otro país del mundo. Cuando hace catorce años salí de allá viajar al extranjero era un poco menos que un privilegio, quienes no lo tenían- como yo- pasaban un infierno para montarse en un avión.
Hoy con un pasaporte y una visa cualquier ciudadano pueden salir, incluyendo a miembros de la disidencia, artistas de todos los circuitos y profesionales. Es cierto que el estado todavía se abroga ciertas prerrogativas contra voces de la oposición, pero el número de negaciones tiende a disminuir.
Las cifras de cubanos viajando al extranjero son altas, así como la de aquellos que regresan al país luego de semanas, meses y años en el exterior ya sea a continuar residiendo o de visita.
En la Cuba que dejé atrás, el negocio privado, de cualquier tipo y solvencia, era considerado un mal necesario, popularmente visto como cercano a la delincuencia y con antecedentes de inestabilidad, pésima calidad y estafa al por mayor.
Hoy, aunque la percepción anterior persiste en gran medida y a la emergente pequeña empresa cubana le queda un largo camino por recorrer, sin embargo se empiezan a ver empresarios exitosos, sofisticación comercial en algunos sectores e incluso algún estímulo oficial al emprendimiento privado.
Si aceptamos que a esa nueva área de la economía cubana le tocará un papel preponderante en el futuro, es válido que los consumidores le empiecen a exigir organización, apego a la ley y verticalidad a favor del derecho de los trabajadores y contra la corrupción.
Asimismo el impacto de internet - y las nuevas tecnologías en general-, aun y con los problemas de acceso, la censura de páginas y sitios webs, es incomparablemente superior a lo que existía hace catorce años.
Cualquier cubano que este familiarizado con las redes sociales en y desde la isla sabe que hoy es mucho más fácil comunicarse. Más y más personas están accediendo a Facebook, Twitter, Linkedin, youtube, y muchos otros servicios globales.
Toda índole de información está fluyendo en ambas direcciones y las diferentes comunidades en Cuba están aprovechando al máximo el poco acceso a la red. El estado parece haber reconocido que "el potro salvaje" de internet es indomable y que lo mejor es adaptarse a esa nueva realidad que ni siquiera los países más industrializados pueden controlar a su antojo.
Estos pequeños e insuficientes avances pueden y deben ser apoyados por todos aquellos que buscamos una relación normal entre Cuba y E.E. U.U. Ha llegado el momento de hacer una pausa en esa relación, poner la situación en perspectiva y tomar decisiones acorde con los intereses de ambos países en los cuales una economía de mercado estará obviamente presente.
EE.UU. es mucho más que Miami y la Florida, y Cuba mucho más que los grupos de la oposición. China y Viet Nam son países regidos por Partidos Comunistas y las empresas americanas mantiene proliferas relaciones comerciales con ellos. Si, por las razones que sean, el embargo todavía no puede ser levantado, la flexibilización debería profundizarse y así desbrozar el camino para un reencuentro a gran escala entre ambas naciones.