Algunos amigos me han estado preguntando por qué una persona con mis opiniones políticas vive en Estados Unidos, para ellos el haber salido de Cuba me ubica automáticamente en el lado conservador de la ecuación ideológica: yo no debería compartir ciertas posturas "comunistas", liberales o de responsabilidad social.
Me considero parte de una generación en la isla, cuyo signo es la complejidad y el cuestionamiento de las estructuras injustas de la sociedad, cualquier sociedad: la cubana, la estadounidense, la latinoamericana. Salir de Cuba no tiene porque darme una identidad política al uso - liberal/conservadora- per se en tanto fuera de la isla se vive en contextos dinámicos y abiertos al análisis y la evolución constantes.
Cuando salí de Cuba hace catorce años lo hice agobiado por las penurias económicas, la falta de dirección política y la carencia de oportunidades sociales lo cual, considero, contribuye a la descomposición ética de la población, obligada a la sobrevivencia diaria más que al desarrollo creativo de la personalidad y la contribución a la felicidad de los otros.
Fuera de Cuba he sido testigo de la respuesta demorada del gobierno de W. Bush a las víctimas del huracán Katrina en New Orleans, la práctica de torturas a los prisioneros de guerra y el actual escandalo de la vigilancia electrónica y telefónica por parte de la agencia de seguridad nacional de Estados Unidos. Todas ellas acciones que históricamente se han asociado con gobiernos totalitarios.
Por otra parte, he podido viajar por América Latina y ver de cerca la pobreza, brutal en algunos sitios, el desprecio de las clases pudientes por sectores completos de las poblaciones nacionales y la resistencia de aquellas hacia cualquier proyecto de transformación que equilibre los derechos y expanda la igualdad social.
Si yo fuera a evaluar mi experiencia por mis resultados a nivel individual, mutilaría una parte importante de mi aprendizaje en los últimos catorce años. Salir de Cuba afortunadamente abrió mi conciencia hacia nuevas preguntas que hoy reconozco nunca hubiese tenido la ocasión de tener si hubiese decidido regresar o permanecer en la isla. En mi caso, "quedarme" fuera me hizo -espero- una mejor persona y me ha convertido en ciudadano global.
Hoy no sólo me preocupan Cuba, mi país de origen, o los Estados Unidos, mi país de opción, si no los problemas de otras regiones del mundo. Estoy convencido de que, vía la revolución tecnológica, estamos viviendo el nacimiento de la primera generación verdaderamente internacional, y de que nuestra humanidad pasa por el reconocimiento de ese hecho, así como de lo que podemos hacer para que más personas tengan acceso a sus beneficios.