Antes y después de Ferguson

En cualquier caso, Ferguson ha marcado un punto de inflexión en la conversación étnica en Estados Unidos y como mínimo ya se está hablando de propuestas concretas para mejorar las relaciones entre la policía y las comunidades de color
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.

El racismo y los prejuicios raciales son el talón de Aquiles de la democracia estadounidense. Ninguno de los grandes retos que se perfilan para el siglo XXI como las epidemias de alcance global, la aceleración de las crisis económicas, el cambio climático e incluso el terrorismo tiene la capacidad de desestabilizar a este país como la criminalización de la diferencial étnica.

Cualquiera que conozca la historia de acontecimientos parecidos o similares, de Rosa Parks and Rodney King, puede pronosticar que algo distinto ha ocurrido esta vez en Ferguson y Nueva York: los hechos han sobrepasado lo estrictamente legal y han tocado la fibra del sentido común del ciudadano responsable, alarmando a una parte numerosa de la sociedad. Las tensiones han salido a flote.

Las protestas no se han hecho esperar y a la comunidad afroamericana se van uniendo las de color en su conjunto, las de fe, jóvenes de distinta procedencia social, y con más frecuencia se escuchan las voces de sectores diversos, entre ellos el de las madres solteras y el de los matrimonios interraciales, cuyos hijos adolescentes estarían potencialmente en peligro. Mientras, nuevos casos de abuso policial salen a la luz, evidenciando la frecuencia del problema.

No deja de asombrar que todo esto este ocurriendo con un presidente interracial en la casa oval y con un avance indiscutible en asuntos controversiales como el matrimonio gay, la expansión de los servicios de salud pública o la posibilidad de elegir a una mujer presidente en el 2016, todo lo cual supondría una mayor aceptación del tema racial.

¿O será que, precisamente, es todo esto lo que ha destapado la andanada de decisiones cuestionables como forma de resistencia institucional?

En cualquier caso, Ferguson ha marcado un punto de inflexión en la conversación étnica en Estados Unidos y como mínimo ya se está hablando de propuestas concretas para mejorar las relaciones entre la policía y las comunidades de color, incorporar cámaras a los trajes de los agentes e incluso revisar el funcionamiento de los jurados. Pero la solución a largo plazo pasa por mucho más que esto.

Bien podría empezarse por incentivar a estudiantes afroamericanos y latinos, entre otros, a entrar a los programas de justicia policial y así aumentar la diversidad en la fuerza pública. Algo que, por ejemplo, en Ferguson no existía al momento de los incidentes. Expandir los entrenamientos de competencia cultural e inmersión en comunidades diferentes y en general tender puentes y profundizar la consciencia intercultural.

El año 2014, no es 1865 o 1964, la marcha por la igualdad ha sido exitosa en Estados Unidos, pero queda mucho por recorrer todavía.

Relacionado en HuffPost Voces:

Protestas en Ferguson

Popular in the Community

Close

What's Hot