Adiós a Maya Plisétskaya

El magnetismo de la bailarina radicaba en tal ardor más que en su virtuosismo técnico--aunque sus saltos, altos y flexibles, eran inigualables.
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La bailarina ruso-española Maya Plisétskaya (1925), quien fue considerada una de las joyas del Ballet del siglo XX, falleció a los 89 años en Múnich el pasado sábado. El padre de la artista fue asesinado por Stalin en los años treinta mientras que su madre, Rachel, fue enviada a los campos de reeducación por varios años.

A cargo de una tía, sin embargo, desde muy joven, Plisetskaya estudió el arte de la danza, llegando a convertirse en Primera Ballerina del Ballet Bolshoi con el cual obtuvo el reconocimiento internacional. A continuación Lester Tomé, Profesor de Danza en el Colegio Smith, Massachusett, nos ofrece una valoración de la artista y en el video, una de las interpreciones clásicas de la misma.

Las interpretaciones de Plisétskaya fueron características del exuberante estilo dramático asociado con el Ballet Bolshoi de los años 50s y 60s. Las filmaciones de la bailarina en clásicos como El lago de los cisnes y Don Quijote, con los cuales su nombre ha quedado asociado, dan testimonio de una expresividad tan intensa que raya en lo extravagante: cada paso y gesto saturado de impulso comunicativo, cada emoción corporizada al límite. El magnetismo de la bailarina radicaba en tal ardor más que en su virtuosismo técnico--aunque sus saltos, altos y flexibles, eran inigualables.

Plisétskaya buscó extender su repertorio más allá de los clásicos del siglo XIX y del tradicionalismo de los coreógrafos soviéticos. A pesar de la cortina de hierro, su estrellato internacional le permitió bailar obras de Roland Petit y Maurice Béjart en Europa Occidental. Como parte de este interés en expandir sus horizontes coreográficos, en 1965 le solicitó al coreógrafo cubano Alberto Alonso que creara un ballet para ella. Plisétskaya había asistido a una presentación de El solar en Moscú, con Sonia Calero como solista. Esta obra de Alonso fundía el vocabulario del ballet y elementos de bailes populares cubanos como la rumba. Según el testimonio de la bailarina rusa, al ver la sensualidad de este híbrido estilístico tuvo la certeza de que Alonso era el coreógrafo que podría coreografiarle un ballet sobre el tema de Carmen, personaje que anhelaba interpretar. Tras caer el telón, Plisétskaya pidió conocer a Alonso y ese encuentro fue la génesis de Carmen, que se estrenaría en 1967.

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