Mis propósitos realistas para el 2015

Me resulta curioso año tras año, cómo en diciembre se embute la gente de comida como si el mundo se fuera a acabar, con un sentimiento de culpa absurdo, auto-agrediéndose a diario...
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Llega el 2015 y con éste la marea de propósitos, deseos y anhelos, como cada año. El entusiasmo de cumplirlos puede compararse a los primeros años de escolaridad y los pequeños de la casa con sus nuevecitos útiles escolares, ansiosos por estrenarlos.

Me resulta curioso año tras año, cómo en diciembre se embute la gente de comida como si el mundo se fuera a acabar, con un sentimiento de culpa absurdo, auto-agrediéndose a diario con sobrenombres, comparaciones y demás temas que siempre me han parecido sumamente peligrosos y que lamentablemente se toman a la ligera, a chiste, sin medir las repercusiones psicológicas y emocionales que esto a corto y largo plazo puede traer.

Luego llega enero, y toda la agresión rutinaria con la imagen corporal y peso durante el año -y que no es normal- sumada a la dosis concentrada de la misma medicina de auto-infligirnos baja autoestima multiplicado por mil, hace su efecto y podemos ver las depresiones como consecuencia de lo expuesto antes, literalmente desesperados inscribiéndose en gimnasios, terapias de estética y mucho más, buscando perder todo lo que subieron (y disfrutaron) en todo un mes, en un par de días. Absurdo, ¿no?

Yo que en lo personal estoy saliendo de una época muy complicada de mi vida, estoy en un punto de disfrutar al máximo cada cosa, pero en una onda diferente. Tratando de ampliar aún más mis horizontes, y quitándome todo lo que sea tóxico, negativo y contraproducente, eso incluye gente, amores y demás, graduándome a diario, sin pausa pero sin prisa, de esta universidad complicada llamada vida.

Porque si algo aprendí, gracias a la toxicidad y abusos de tanta gente que me llevó al límite, es, como diría mi querida Liliana Rodríguez Morillo, mientras más le das a la gente, más quieren de ti y más se aprovechan.

A diferencia de la mayoría, ni me atasqué de comida, ni me desespero por ir a un gimnasio y muchísimo menos me siento culpable por mi peso o me agredo a mí misma por éste.

Tampoco me desespero porque el príncipe azul no llega, por el contrario, me alegra que tantos sapos no estén entristeciéndome la vida con su presencia, su ausencia, acciones o falta de éstas, disfruto el camino y que pase lo que tenga que pasar.

Lo que sí tengo más claro que nunca como resolución a cumplir por el resto de mi vida, es a no brindarle nunca más espacios ni tiempo a gente que no aporte sonrisas y alegría, bondad y valía a mis días.

Parafraseando la canción de la gran Olga Tañón en el 2015 y hasta la eternidad, "prohibido el paso, cierro las puertas, esas cosas que antes amarraban mi vida, que se queden afuera. Ahora solo hay acceso para lo que es bueno, para la alegría".

Y tú, ¿qué te propusiste para el 2015?

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